Hallazgos arqueológicos revelan la verdad sobre la existencia de Jesús
ANTROPOLOGÍA E HISTORIA / ARQUEOLOGÍA.
Es momento de comparar los textos y tradiciones cristianas con los hallazgos arqueológicos sobre la existencia de Jesús. Te sorprenderás.
Para empezar, dejemos algo claro; no hay razón para concluir que la existencia de Jesús de Nazareth es una fábula religiosa, y los hallazgos arqueológicos lo comprueban. Si bien para los escépticos Jesús es una leyenda, la arqueología afirma lo contrario: Jesús fue un personaje histórico, y su existencia dejó huella en la Tierra Santa. Sin embargo, ¿quién fue Jesús, en verdad? Al día de hoy se continúa excavando la verdad (literalmente), pues, la arqueología busca discernir lo real de lo ficticio.
¿En dónde comienzan los hallazgos arqueológicos sobre la existencia de Jesús?
«Jesús estuvo aquí»: la primera persona en registrar estas palabras (o al menos, algo parecido) fue Orígenes de Alejandría, un teólogo que visitó Palestina en el siglo III. Durante su visita a Belén, se encontró con un sitio turístico que se promovía como la cueva donde había nacido Jesús.
El segundo registro importante de este recorrido data del siglo IV. A principios del siglo, el emperador Constantino envió una delegación imperial a la Tierra Santa para identificar los lugares asociados con la vida de Jesús y santificarlos con iglesias y santuarios.
Fue entonces que, habiendo localizado lo que creían que era el sitio en donde había nacido Jesús, los delegados erigieron una elaborada iglesia, precursora de la basílica actual.
La iglesia del Santo Sepulcro. Cezary Wojtkwoski/ Getty Images.
Los hallazgos arqueológicos de Jesús en Galilea.
Jesús fue criado en Nazaret, un pequeño pueblo agrícola en el sur de Galilea, cuyo contexto se ha estudiado para entender la figura histórica. Para los académicos no creyentes, Jesús era más bien un reformador religioso, revolucionario social, profeta apocalíptico o incluso un yihadista judío.
La evidencia muestra que el Imperio Romano doblegó a Palestina por 60 años antes del nacimiento de Jesús. Este yugo se impuso sobre el pueblo judío a través de impuestos y dogmas, lo que ocasionó hartazgo… y una audiencia perfecta para la figura agitadora de Jesús.
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La evidencia arqueológica encontrada en Galilea.
Durante mucho tiempo se consideró a Galilea como un rincón rural y aislado. Sin embargo, se ha comprobado que durante la época de Jesús, Galilea era un lugar en crecimiento, con avances en su urbanización.
Aunado a esto, la casa de Jesús estaba a tan solo 5 kilómetros de Séforis, la capital provincial romana. Este dato ha llevado a los académicos a pensar que Jesús era un joven artesano que vivía cerca, trabajaba en Séforis, y quería probar los límites de su educación religiosa.
En el barrio residencial de Séforis se han encontrado al menos 30 mikvot, o baños rituales judíos, ¡la mayor concentración doméstica jamás encontrada! Estos hallazgos señalan que Galilea era un lugar bastante judío durante los años formativos de Jesús.
Mar de Galilea. Fotografía de Simon Norfolk.
La casa de Pedro en el pueblo de Jesús.
Una de las primeras paradas de Jesús en su misión predicadora fue Cafarnaún, el pueblo pesquero en donde conoció a sus primeros seguidores: Pedro, Andrés, Santiago y Juan.
Hoy en día este sitio, conocido como «el pueblo de Jesús», es un destino clave. Aquí se encuentra el Memorial de San Pedro, una iglesia consagrada en 1990 sobre uno de los mayores descubrimientos realizados durante el siglo XX: la casa de San Pedro Apóstol.
La evidencia muestra que esta vivienda privada se transformó en un foro de reunión pública en muy poco tiempo.
Jesús como sanador de niños.
Los textos cristianos afirman que Jesús curaba a las muchedumbres enfermas, y la arqueología lo comprueba. En la Palestina del siglo I, las enfermedades como la lepra y la tuberculosis era tan comunes que el índice de mortalidad en infantes era altísimo. Si lograbas pasar el umbral de los 15 años, eras afortunado.
«La barca de Jesús» y el revuelo de 1968.
En 1968, una sequía dejó entrever los restos de una barca. A través de una datación por radiocarbono, los arqueólogos descubrieron que la barca coincidía exactamente con la vida de Jesús. En su momento de origen, la barca pudo haber dado cabida a 13 hombres, aunque no hay evidencia de que Jesús y sus doce apóstoles navegasen en aquella nave en concreto.
El pueblo de María Magdalena.
En 2009 se descubrió algo insólito en el yacimiento de la antigua Magdala: las ruinas de una sinagoga de la época de Jesús. Este hallazgo refutó de una vez por todas el argumento de que no existían sinagogas en la época de Jesús.
Sinagoga descubierta en Cafarnaún. Fotografía de Simon Norfolk.
Además de la sinagoga, los arqueólogos encontraron una piedra decorada con bajorrelieves que reproducían elementos sagrados del Templo de Jerusalén. A esta pieza se le llamó Piedra de Magdala, y contradijo la idea de que los galileos vivían en la rusticidad y el aislamiento del centro religioso de Israel.
Una ciudad entera bajo tierra.
Además de la Piedra de Magdala, se descubrió que existía una ciudad enterrada 30 centímetros bajo la superficie, ¡y en asombrosas condiciones!
La arqueología no confirma que Jesús haya recorrido esas calles, pero tampoco ignora las referencias a una sinagoga a la que Jesús acudía en Galilea. Al final del día, esta sinagoga quedaba a un corto trayecto en barco desde Cafarnaún.
Piedra de Magdala. Creative Commons.
Finalmente, Jerusalén.
En Jerusalén, las huellas de Jesús se hacen más evidentes, pues es el escenario clave de sus milagros y parábolas. Esta ciudad es el único destino acordado por los cuatro Evangelios como aquel de su muerte.
La iglesia del Santo Sepulcro, considerada el lugar más sagrado del cristianismo, es el santuario que alberga la supuesta sepultura de Jesús. Hoy en día, ha sido enriquecida por hallazgos arqueológicos como un osario que podría contener los huesos de Caifás, una inscripción alusiva al mandato de Poncio Pilato, y un hueso perforado por un clavo de hierro.
Es así como los hallazgos arqueológicos sobre la existencia de Jesús se entremezclan con la fe, los textos y las tradiciones cristianas.
Este texto fue escrito por Aura Moreno Rosales, periodista de profesión y lectora suspirante. Le gusta trotar por el mundo, sobre todo si es a través de las palabras. Colabora como redactora en National Geographic en Español.
Por: National Geographic.
Sitio Fuente: National Geographic en Español