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¿Todos somos neurodiversos?

EDUCACIÓN / DERECHOS HUMANOS.-

La neurodiversidad promueve el reconocimiento a las diferencias de aprendizaje o comportamiento.

Todas las personas tenemos diferentes capacidades en distintas áreas de nuestra vida. Por ejemplo, desde pequeños podemos detectar si somos mejores para las habilidades matemáticas o de lecto-escritura; si somos buenos reteniendo información o somos más hábiles en las actividades físicas. Estas diferencias se consideran “típicas”.

Existe un grupo de personas que destacan porque las diferencias en las capacidades esperadas son más visibles e influyen en cómo socializan, se comunican o aprenden, por lo que por mucho tiempo se han etiquetado como discapacidades.

La discapacidad intelectual es un término que actualmente se encuentra en disputa, pues la diversidad es un hecho humano natural, pero en buena medida la sociedad dicta cuál es la forma “neurotípica” más capaz. Ese simple hecho puede marcar la desigualdad de condiciones para todas las personas.

Según la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (CDPD), la discapacidad es una condición de vida de una persona, adquirida durante su gestación, nacimiento o infancia, que se manifiesta por limitaciones significativas en el funcionamiento intelectual, motriz, sensorial (vista y oído) y en la conducta adaptativa; es decir, en la forma en que se relaciona en el hogar, la escuela y la comunidad, respetando las formas de convivencia de cada ámbito.

En 1998, la socióloga y activista Judy Singer propuso el término neurodiversidad, con el que se busca reconocer la gran variabilidad tanto en el desarrollo de las funciones neuronales, como las del dominio cognitivo. Esto deriva en diversas características neurobiológicas, sensoriales, comunicativas, sociales y de comportamientos.

Singer tenía una condición dentro del espectro autista por lo que levantó la voz ante la idea de que las personas que vivían con autismo fueran etiquetadas como discapacitadas sólo porque sus cerebros funcionan diferente.

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Neurodivergencia.

“El término neurodivergencia amplía esta concepción, pues considera a poblaciones que tienen un funcionamiento neurocognitivo diferente al de la mayoría. Piensan, sienten y/o perciben el mundo de otra manera; por lo que pueden mostrar un comportamiento atípico; pueden requerir apoyos específicos en contextos educativos, laborales o de la vida cotidiana”, explica el doctor Ángel Eugenio Tovar y Romo, profesor de la Facultad de Psicología e investigador asociado al Centro de Ciencias de la Complejidad (C3) de la UNAM.

Las diferencias pueden tener orígenes:

Genéticos: alguna alteración en los genes.

Neurofisiológicos: diferencias en el funcionamiento cerebral o cambios físicos en este órgano.

Ambientales: las variaciones en la conducta, aprendizaje y comportamiento dependen de los estímulos y contextos que se nos presentan en la primera etapa de la vida y a lo largo de ella.

Dependiendo de la fuente del origen, se genera un efecto en cascada, que influye en la forma en la las personas piensan y se comportan. 

Las causas de la neurodivergencia “también determinan los diferentes horizontes de gravedad, que pueden o no generar niveles de discapacidad intelectual y otras dificultades en las capacidades físicas, cognitivas y adaptativas”, agrega el doctor Tovar y Romo.

Pueden influir en el estilo de aprendizaje, nivel de inteligencia, comunicación, interacción social y otras dimensiones del desarrollo. Personas que viven con Autismo, Síndromes como Tourette, Down o Williams, muestran comportamientos con las diferencias más marcadas respecto a las capacidades típicas.

“Los niveles de funcionamiento varían ampliamente entre personas, y cada caso presenta un perfil único de fortalezas y desafíos”, precisa el doctor Tovar y Romo. Otras personas suelen tener un funcionamiento cognitivo general más típico, pero con algunas dificultades en el aprendizaje, lenguaje o comportamiento: 

Dispraxia: condición neuromotora que afecta la coordinación y planificación de movimientos voluntarios como escribir, vestirse, caminar sin caerse, correr.

Dislexia: dificultad en la lectura debido a inconvenientes para identificar los sonidos del habla y aprender a relacionarlos con las letras y las palabras.

Discalculia: condición del aprendizaje que dificulta a los niños entender, aprender y resolver operaciones matemáticas y basadas en números.

Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH): Caracterizado por la dificultad para prestar atención, la hiperactividad y la impulsividad.

A decir del doctor Tovar y Romo, actualmente, se busca que se deje de usar el término trastorno. “En TDAH no necesariamente se trata de una condición donde el cerebro esté funcionando distinto, sino se trata de una población que estamos caracterizando así porque las demandas ambientales de la sociedad son muy estrictas sobre el funcionamiento ideal o el funcionamiento esperado.”

“No tiene mucho sentido pensar que el cerebro humano evolucionó para que los niños de 8 años estén sentados en un salón escolar procesando contenido abstracto durante 8 horas sin hablar y sin pararse a correr. Más bien, el cerebro y la conducta se adaptaron para ser mucho más dinámicos en ambientes cambiantes. Entonces tenemos que entender eso para reconsiderar si lo vamos a llamar trastorno o simplemente es una neurodiversidad”.

Del diagnóstico a la intervención.

Existe un problema de sobrediagnóstico que llega a docentes o familiares que se ven influenciados, a veces, por las redes sociales, series o películas que romantizan e idealizan algunas diferencias. Por ejemplo, creer que cierta condición puede darles un poder especial de creatividad, innovación, inteligencia o fama.

El investigador recalca que los diagnósticos objetivos los realizan especialistas en psicología, psiquiatría, genética y neurobiología.

“El giro histórico en términos clínicos y sociales ha sido que no se busca una “cura”, sino saber que alguien es neurodivergente y por qué, podemos ayudar a buscar herramientas para adaptar/cambiar su entorno lo más posible y exigir equidad e inclusión”.

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“La intervención que busquemos con una persona depende mucho de sus gustos y actividades. Va a ser muy distinto lo que haremos con alguien que está en el mundo de las artes a la que está en un mundo empresarial o de oficina, o la de alguien que se dedica a hacer investigación en matemáticas, por ejemplo”.

Tovar y Romo aclara que el movimiento de la neurodiversidad también ha sido reflexivo respecto al uso de fármacos en personas neurodivergentes o en la neurodiversidad:

“Hay que reconocer que no hay fármacos que tengan que usarse necesariamente para todos y todas. En cambio, puede ser que tenemos un caso de una persona que está presentando autismo y una de las comorbilidades más altas en el autismo son niveles muy altos de ansiedad; entonces mandamos algunos fármacos que ayudan a tener un control en la ansiedad que puede tener efectos en cascada sobre algunas de las características del autismo y le ayude a ser “más funcional” en ciertos aspectos”.

Precisa que lo que sí es un error es pensar en la intervención farmacológica como algo que va a remediar o curar una condición como el autismo. Y en general, recordó que cada caso es único y las intervenciones deben ser así, pero vistas de forma integral.

Un asunto de derechos humanos.

La otra cara de la moneda es que en el espectro de diferencias —en términos capacitistas—, la condición de las personas puede ser más marcada, como “menos capaz de…”; por lo que históricamente han sido apartadas, discriminadas o excluidas de las mismas oportunidades que las demás.

Actualmente neurodiversidad y neurodivergencia son términos no médicos que surgieron como movimientos sociales contra:

Percepciones estereotipadas que afectan cómo los tratan

Desigualdad de condiciones, basadas en la forma “neurotípica” más capaz

Usar diagnósticos para etiquetar, simplificando todo su ser a un término. Ejemplo: discapacitado intelectual

“El término de discapacidad ha ido adquiriendo una connotación negativa, pero debemos discutir si se elimina por completo, pues también se ha visto como una categoría legal o social que permite acceder a ciertos apoyos o beneficios derivados de políticas públicas, muchas veces impulsadas por demandas de la sociedad civil. Visibilizar las barreras que enfrenta la gente, en un lenguaje apropiado, contribuye a promover cambios que favorezcan la inclusión”, destaca el doctor Ángel Eugenio Tovar y Romo.

La bandera de lucha de los activistas en el tema es la diversidad, como un hecho humano natural que busca colocarnos en igualdad de condiciones a todos. Sus metas son alcanzar la equidad y la inclusión.

La equidad significa dar respuesta diferenciada a las necesidades de cada persona, para que logren el mejor desempeño de acuerdo con sus habilidades y capacidades. Se aplica en la vida familiar, la comunidad, el trabajo, la diversión y el deporte. 

Cuando se habla de inclusión se hace referencia a ofrecer las mismas oportunidades de participación que tienen las otras personas “típicas” de una comunidad, también los mismos derechos y obligaciones. Es un conjunto de procesos y de acciones orientados a eliminar o minimizar las barreras que dificultan el aprendizaje y la participación.

Por: Liliana Morán Rodríguez.

Sitio Fuente: Ciencia UNAM