5 métodos para no olvidar dónde dejamos un objeto

PSICOLOGÍA.-

En nuestro día a día, olvidar dónde dejamos un objeto —ya sean las llaves, el móvil o las gafas— es un problema tan común como molesto, pero diversas investigaciones científicas y prácticas sencillas pueden ayudarnos a reducir estos despistes.

La ciencia de la memoria espacial.

Memoria episódica y espacial.

La memoria espacial es la capacidad de registrar, codificar y recuperar información sobre el entorno y la ubicación de los objetos en él, un proceso fundamentado en la interacción entre el hipocampo y la corteza parietal. Esta rama de la memoria episódica nos permite formar mapas cognitivos internos que, cuando funcionan correctamente, nos ayudan a recordar dónde hemos dejado las llaves o aparcado el coche.

Procesos cerebrales implicados.

Los “place cells” del hipocampo se activan en función de la posición física del individuo, mientras que las “grid cells” de la circunvolución entorrinal proporcionan un sistema de coordenadas que facilita la navegación espacial. Además, la atención y la consolidación durante el sueño juegan papeles críticos en fijar estos recuerdos, de modo que un descanso insuficiente o la multitarea pueden mermar nuestra habilidad para recordar ubicaciones.

Estrategias prácticas para no olvidar dónde dejamos un objeto.

1. Asociaciones visuales y método de loci.

El método de loci, o “palacio de la memoria”, consiste en imaginar un recorrido familiar y situar mentalmente los objetos que deseamos recordar en lugares concretos dentro de ese espacio. Estudios demuestran que esta técnica, al aprovechar nuestra potente memoria espacial, mejora la codificación y recuperación de información al evocar visualizaciones vividas de la ubicación.

2. Anclajes contextuales y hábitos.

Designar un lugar fijo para cada objeto —por ejemplo, un cuenco junto a la puerta para las llaves— y convertirlo en un hábito reduce la carga cognitiva al automatizar el acto de “dejar y recordar”. La repetición constante fortalece la conexión entre el objeto y el contexto, facilitando su recuperación sin necesidad de esfuerzo consciente.

3. Mindfulness y atención plena.

Entrenar la atención plena mejora nuestra capacidad de enfocarnos en el presente, incrementando la calidad de la codificación de recuerdos breves, como el lugar donde colocamos un objeto. Con prácticas tan simples como un par de minutos de respiración consciente antes de guardar algo, podemos reforzar la huella mnésica y minimizar distracciones.

4. Tecnología como aliada.

Las aplicaciones de recordatorios basados en la ubicación, como Place-Its, utilizan el GPS del móvil para enviarnos alertas cuando llegamos o salimos de un lugar determinado, recordándonos revisar o recoger objetos. Estas herramientas resultan especialmente útiles en desplazamientos frecuentes o cuando cambiamos de escenario constantemente.

5. Ejercicios cognitivos y estilo de vida.

La práctica regular de ejercicio aeróbico mejora el flujo sanguíneo cerebral y favorece la neurogénesis en el hipocampo, beneficiando tanto la memoria espacial como la episódica. Asimismo, garantizar un sueño reparador facilita la consolidación de los recuerdos adquiridos durante el día, incluido el registro de ubicaciones.

Sitio Fuente: NCYT de Amazings