Día Internacional de los Primates: esfuerzos científicos que empoderan a comunidades en Sudamérica para conservar especies y sus ecosistemas
CIENCIAS DE LA VIDA / ZOOLOGÍA.
- Ante la pérdida de hábitats y el tráfico de fauna, diferentes esfuerzos entre científicos y comunidades buscan la protección de especies de primates y sus ecosistemas.
- La Reserva Tesoro Escondido, en el Chocó ecuatoriano, capacita a actores locales como parabiólogos que inciden en las comunidades para la investigación y protección del mono araña.
- Especialistas en genética forense de Colombia y Argentina cuentan cómo trabajan con autoridades y centros de rescate para que los primates víctimas del tráfico de especies logran reintroducirse a sus hábitats.
- En el norte de la región amazónica de Perú, comunidades indígenas Awajún administran más de 80 000 hectáreas de bosque y selva amazónica, donde buscan no solo proteger a los primates sino mantener su modo tradicional de vida de forma sustentable.
Los proyectos de la Reserva Tesoro Escondido trabajan en la investigación y conservación del mono araña de cabeza café. Foto: cortesía Jonas Paurell
Latinoamérica es el hogar de 217 variedades de primates, pero del total de especies cerca del 42 % se encuentra amenazado, de acuerdo con la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN). La deforestación, la caza y el tráfico ilegal han orillado cada vez más a especies a la extinción. Sin embargo, existen esfuerzos a lo largo del continente que buscan su preservación.
Este Día Internacional de los Primates, Mongabay Latam reúne tres experiencias que destacan la importancia de la colaboración entre científicos y comunidades para proteger a estos animales y sus hábitats.
Desde el Chocó ecuatoriano, pasando por las comunidades indígenas Awajún en Perú y hasta laboratorios de Universidades en Colombia y centros de rescate en Misiones, Argentina, científicos cuentan sus experiencias de colaboración y aprendizaje con actores locales para la conservación de los primates latinoamericanos.
Parabiólogas del Chocó, agentes de cambio en Ecuador.
Para cuidar a una especie, primero hay que saber que está allí. Con esa idea nació un esfuerzo comunitario en las tierras bajas del Chocó ecuatoriano, en la provincia de Esmeraldas, para proteger al mono araña de cabeza café (Ateles fusciceps fusciceps).
Así es como Citlalli Morelos Juárez, bióloga y directora de la fundación Reserva Tesoro Escondido, explica el inicio del programa de parabiólogos, personas de las comunidades locales entrenadas para tareas de investigación.
“En 2012 no se sabía mucho de la población, no se sabía que todavía se les cazaba, que se les tenía de mascota”, explica la investigadora a Mongabay Latam.
Con esta forma de colaboración, Morelos señala que las personas parabiólogas se convierten en los mensajeros de la conservación, pues al ser cercanas a la comunidad se encargan de transmitir información importante, como el papel clave que tienen los monos araña para la conservación del bosque o por qué no deben ser utilizados como mascotas.
“Este modelo ha hecho que las comunidades locales los conozcan, saben quiénes son los monos araña, los peligros que enfrentan, que son los jardineros del bosque que dispersan las semillas”, sostiene.
La bióloga especializada en conservación de primates afirma que el programa nació con el objetivo de empoderar a las comunidades locales y cerrar la brecha que hay con el trabajo académico, especialmente en esta región de bosque lluvioso, una de las más biodiversas del mundo, y también de las más amenazadas. De las 22 especies de primates reconocidas en Ecuador, todas están bajo algún nivel de amenaza.
“El parabiólogo es quien cierra la brecha. Son agentes de cambio en sus comunidades. Muchos de ellos pasaban mucho tiempo en el bosque, sabían el tema de la dieta [de los monos] y tienen un conocimiento profundo de los árboles de la zona”, dice la investigadora tras casi 11 años de trabajo con este programa que ha empezado también a capacitar a mujeres rurales.
En un área de trabajo dominada tradicionalmente por hombres, Morelos destaca el trabajo de las parabiólogas en la región, pues enfrentan retos adicionales.
“Después de 10 años, inspiran a la nueva generación. Las niñas que tenemos en los clubes ambientales ven a nuestras parabiólogas como modelos a seguir, son sus vecinas, tías, familiares. Esto ha generado un cambio en las comunidades”, señala la especialista.
Además del programa de parabiólogos, la reserva cuenta con un proyecto de educación ambiental para siete comunidades de la región de forma permanente, y otro de fortalecimiento comunitario para el desarrollo de actividades como la meliponicultura, agroecología o restauración del ecosistema.
Si bien los proyectos de la Reserva Tesoro Escondido han logrado estimar una población de 120 monos araña en la zona, Morelos advierte que las amenazas para la especie continúan.
“La deforestación por la tala industrial sigue. Esto daña las poblaciones de los monos araña, se concentran más en las zonas que quedan de bosque. Sigue habiendo el mismo número [de monos], pero alrededor de nosotros está desapareciendo el bosque”, destaca, y agrega que la provincia de Esmeraldas requiere mayores esfuerzos para controlar la deforestación.
Destaca que la expansión de la frontera agrícola, los monocultivos o los cultivos de balsa también están contribuyendo a la pérdida de los bosques primarios en la región.
Morelos sostiene que a nivel local seguirá siendo clave el trabajo con las comunidades para mantener la conservación de las especies, por lo que planean extender los proyectos de educación ambiental y fortalecimiento comunitario.
“Creemos que los proyectos científicos siempre tienen el componente de capacitar, empoderar a las comunidades. Esto toma más tiempo y dinero, pero a largo plazo va a sostener la conservación”, advierte.
La Reserva Tesoro Escondido estima una población de 120 monos araña en la zona. Foto: cortesía Jonas Paurell
Colombia y Argentina: información genética, clave contra el tráfico de primates.
¿Cómo podría ayudar la ciencia a un mono víctima del tráfico ilegal a regresar a su hogar? Para científicas como Luciana Oklander, presidenta de la Sociedad Latinoamericana de Primatología (SLAPrim), la genética es clave para ayudar a las especies que viven esta situación.
Entre los grandes aportes que hace esta disciplina, está el poder distinguir especies aparentemente similares, así como guiar los programas de reintroducción o de reproducción. Sin embargo, la especialista destaca una poco conocida: la genética forense, la cual desarrolla análisis que permiten saber el origen de los animales.
“Si conocemos la genética de esos animales, podemos saber cuál es el [lugar de] origen, le llamamos hot spot o puntos calientes a donde va la gente y retira a los animales del monte. Estos análisis genéticos permiten saber de qué especie era el animal, si ya no está vivo. Si son animales de decomiso se puede saber de qué zona son”, explica Oklander, quien trabaja en un centro de rescate en la provincia de Misiones, en Argentina.
La investigadora cuenta a Mongabay Latam que ha trabajado principalmente en el mapa genético de los monos aulladores (Alouatta caraya), una de las especies más traficadas en Argentina y que se encuentra presente en las provincias de Misiones, Corrientes, Chaco, Formosa y norte de Santa Fe.
Este mapa genético, explica Oklander, funciona como una paleta de colores, que de acuerdo con la información genética de cada primate puede determinar a qué lugar pertenece.
“Cuando recibimos un animal de decomiso, le hacemos un análisis genético con una muestra de sangre o saliva. Vemos de qué color es su genética, sabemos a dónde pertenece porque tenemos el mapa base”, sostiene.
Este esfuerzo científico también se hace en Colombia, donde el uso de estos mapas genéticos ha brindado información importante a las autoridades ambientales para la rehabilitación y reintroducción de especies traficadas.
Iván Soto Calderón, biólogo y profesor de la Universidad de Antioquia en Medellín, cuenta que para responder a este reto han generado herramientas y bases de datos genéticas que permiten identificar no solo el origen de un animal y de dónde fue extraído, sino también dónde podría ser liberado, dependiendo de diversos factores.
Sin embargo, el especialista precisa que hay casos de especies que son objeto del tráfico en las que identificar la población del primate resulta más difícil.
“El problema no es identificar la especie, pero sí la población de donde fueron extraídos. En estos grupos identificamos huellas genéticas, variantes que están asociadas a una especie o población. Si en un mono secuenciamos su ADN podemos saber de qué especie y población es”, afirma el especialista.
Soto señala la complejidad de esta labor en especies como los monos búho o nocturnos (género Aotus) —traficados para ser mascotas o para investigación biomédica, y de los cuales hay 11 especies—; los monos cebus o cariblancos, con seis especies solo en Colombia; así como las tres diferentes especies de monos tití (Oedipomidas) que enfrentan diferentes niveles de amenaza.
“El tití gris (Oedipomidas leucopus) en 2010 era uno de los primates más traficados. El tití cabeciblanco (Saguinus oedipus) está críticamente amenazado y su tráfico ha aumentado en los últimos 10 años. El tití panameño (Saguinus geoffroyi) en la zona selvática del Darién, no está en un nivel de amenaza tan alto”.
Tití cabeciblanco con dos crías en relicto de bosque. Foto: cortesía Joao Marcos Rosa.
El especialista advierte que ordenar los datos genéticos de estas especies y sus poblaciones, algo también conocido como línea base genética, ha significado hasta décadas de trabajo.
“Implica un trabajo muy grande: identificar dónde está la especie, las poblaciones, capturar a los monos, tomar muestras, optimizar protocolos de laboratorio para generar bases de datos, y a partir de eso cotejar el perfil genético del animal traficado”, dice a Mongabay Latam.
Este trabajo es el que permite rastrear el origen del animal capturado y generar información suficiente para que las autoridades ambientales agrupen animales genéticamente compatibles y puedan liberarlos en zonas aptas.
Tanto Oklander como Soto coinciden en que el trabajo de genética forense requiere recursos y seguimiento de las respectivas autoridades para enfrentar las consecuencias del tráfico ilegal de primates. Sin embargo también apuntan a medidas que eviten la deforestación, así como de educación ambiental para frenar el contrabando de estos animales.
“La base de todo es la demanda. Si ninguno de nosotros quiere tener un mono, no existiría el tráfico. Es la base de lo que tendríamos que combatir”, dice Oklander y agrega que el trabajo de científicos y veterinarios en los centros de cautiverio también le motiva a trabajar en esta disciplina: “Ver que vuelven a la vida en silvestría me inspira”.
Comunidades Awajún: protectoras del bosque y los monos araña en la Amazonía peruana.
Para el pueblo Awajún de Perú, los primates como el mono machín blanco (Cebus yuracus) y el maquisapa de vientre amarillo (Ateles belzebuth) son recordados como protectores ante la amenaza de Iwa, un ser caníbal que cazaba a sus ancestros.
Actualmente, comunidades Awajún honran ese vínculo cultural con los primates protegiendo miles de hectáreas de bosque amazónico a través de dos concesiones de conservación, autorizaciones del Estado que otorgan a comunidades el derecho de custodiar tierras públicas durante 40 años con el fin de preservar la biodiversidad.
Reconocidas por el Gobierno Regional de Amazonas, las comunidades administran las concesiones Pamau Nain (Cerro del tapir) y Tiaje Nain (gente del cerro no contactada), que en total abarcan 80 000 hectáreas de bosque montañoso y selva amazónica virgen.
Además de proteger el hábitat de al menos 10 especies de primates que viven en estas regiones, este esquema le permite a las comunidades Awajún preservar su estilo de vida tradicional.
La organización Naturaleza y Cultura Internacional (NCI) acompaña a las comunidades para el desarrollo de actividades productivas sustentables, proyectos de viveros y huertos comunitarios, así como talleres de educación ambiental.
“En nuestra cultura siempre hemos vivido del monte, del bosque, esa costumbre todavía existe, pero hemos tenido contacto con NPC, nos están apoyando en [siembra de] cacao orgánico para solventar las necesidades. La gente va dejando un poco la caza, para que se inclinen hacia la producción y comercialización”, dice a Mongabay Latam Demóstenes Jima, técnico agropecuario que apoya a las comunidades que habitan en las concesiones.
Además de buscar otro tipo de actividades sustentables que les permitan recibir un ingreso por aprovechamiento del bosque, Jima cuenta que las acciones también van dirigidas a los niños de las comunidades en temas de conservación de la biodiversidad para que puedan identificarla.
Sin embargo, explica que para mantener la concesión de conservación, las comunidades deben presentar varios estudios técnicos que no pueden solventar por ahora.
“Para que continúe la concesión nos exigen presentar un plan de manejo del área y un levantamiento de la diversidad existente. Ese es el problema, no tenemos recursos para contratar a profesionales para que puedan elaborar ese trabajo y por falta de equipos no lo hemos logrado, es el gran trabajo que nos queda”, señala Jima.
Esto aplica también para las acciones de vigilancia de las concesiones, pues no hay recursos suficientes para recorrer las grandes extensiones del territorio concesionado.
“Tenemos ganas de salir a hacer patrullaje, pero nos impide la falta del recurso económico, no tenemos suficiente para conseguir equipos de GPS, materiales. Salimos, pero se necesitan esos equipos”, explica el técnico.
De acuerdo con la organización NCI, actualmente se busca financiamiento adicional para implementar proyectos sociales y de desarrollo en beneficio de las comunidades.
Para Jima, las comunidades aún requieren herramientas y sensibilización hacia la cultura indígena y agrega que gracias al trabajo socioambiental con NCI se revalora el trabajo de protección ambiental que realizan las comunidades Awajún.
“Esta concesión es de vital importancia para la generación que viene, seguirá siendo de beneficio de muchas personas. Tenemos un área extensa, de ahí extraemos plantas medicinales para el dolor de estómago, dolor de cuerpo, para la gastritis, son muchas plantas como la sangre de drago, uña de gato, son beneficiosas”, resalta.
Por: Ana Cristina Alvarado / Gonzalo Ortuño López.
Sitio Fuente: Mongabay