La mortalidad infantil fue devastadora en el siglo XIX

ANTROPOLOGÍA E HISTORIA.-

Durante el siglo XIX, la mortalidad infantil fue alarmantemente alta debido a varios factores.  Las enfermedades cobraron un alto número de niños menores de cinco años.

Fuente: Dominio público.

Las condiciones de vida en el siglo XIX provocaron un alto índice de mortalidad infantil. Factores como la falta de higiene, la desnutrición y la limitada comprensión de enfermedades contribuyeron significativamente. Datos de la época revelaron que patologías como la diarrea, cólera, viruela, sarampión y tuberculosis eran parte de las causas de muerte en niños menores de cinco años.-

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Los niños morían antes de los cinco años.

Fuente: Dominio público.

La mortalidad de menores de cinco años ha disminuido un 59% desde 1990, pasando de 93 muertes por cada 1000 nacidos vivos a 37 en 2022. Cuando comparamos estas cifras con lo que ocurría hace 200 años, los datos suelen ser devastadores. En 1800, la situación era aún más crítica, en Estados Unidos cerca del 50 % de los niños morían antes de cumplir cinco años, la tasa alcanzaba 462,9 muertes por cada 1000 nacimientos.

Del otro lado del mundo, en el Reino Unido, aunque la cifra general era menor, en los barrios más pobres casi el 50% de los niños no sobrevivía. Estas cifras reflejan la precariedad sanitaria y social de la época.

Las amenazas de enfermedades eran numerosas en ese periodo. La tuberculosis mató a una de cada siete personas en Europa y Estados Unidos, y en este último se convirtió en la principal causa de muerte durante las primeras décadas del siglo XIX. La viruela también representaba un alto riesgo, alrededor del 80% de los niños infectados morían por esta causa.

La difteria, con su alta tasa de mortalidad infantil y su aparición aparentemente aleatoria, generó pánico en la prensa británica cuando surgió en el Reino Unido a finales de la década de 1850.

La mortalidad infantil se extendió a mitad del siglo.

En la década de 1870, durante la cuarta pandemia de cólera, los brotes de viruela y fiebre amarilla aumentaron, causando la pérdida de muchos niños. A finales de la década de 1910, la pandemia de gripe española agravó esta tragedia.

La literatura victoriana reflejaba el dolor de las familias por la muerte de un hijo y el sufrimiento causado por enfermedades devastadoras. El científico Charles Darwin experimentó una gran pérdida cuando su hija Annie, de 10 años, falleció de tuberculosis en 1851. El presidente de Estados Unidos, Abraham Lincoln, vio a su hijo Willie, de 11 años, morir de fiebre tifoidea en la Casa Blanca.

Por: Erika Montejo.

Sitio Fuente: National Geographic en Español