La sequía en el Cuerno de África: la FAO hace un llamamiento para reunir 172 millones de USD que ayuden a evitar la hambruna y una catástrofe humanitaria
FAO. ALIMENTACIÓN Y AGRICULTURA.
El Plan de respuesta rápida y mitigación se centra en cuatro epicentros: Djibouti, Etiopía, Kenya y Somalia.
Una agricultora en su casa de Saka Junction, en Garissa (Kenya). ©FAO/Patrick Meinhardt
Ante el creciente riesgo de hambruna en el Cuerno de África debido a las condiciones de sequía intensa y prolongada, se necesita asistencia urgente para salvaguardar las vidas y los medios de subsistencia de la población y evitar una catástrofe humanitaria, según ha advertido hoy la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
En vista de que el punto álgido de la crisis se acerca con rapidez, la FAO ha puesto en marcha un Plan revisado de respuesta rápida y mitigación, que se centra exclusivamente en los cuatro epicentros de la sequía en la región, esto es, Djibouti, Etiopía, Kenya y Somalia.
El plazo para el nuevo plan se ha ampliado de junio a diciembre de 2022 con el objetivo de prevenir el deterioro de las condiciones de seguridad alimentaria en la región y salvaguardar los medios de subsistencia y, por lo tanto, la vida de casi 5 millones de personas en las zonas rurales de los cuatro países.
La FAO ha solicitado un total de 219 millones de USD. Hasta ahora, el organismo de las Naciones Unidas ha recaudado unos 47 millones de USD, lo que deja un déficit de 172 millones de USD.
Aunque con los fondos recibidos hasta el momento se podrá socorrer a 700 000 personas aproximadamente cuyas vidas corren peligro, ofreciéndoles paquetes de asistencia en forma de dinero en efectivo y de apoyo a los medios de subsistencia ―por ejemplo, en las esferas de la sanidad animal y la rehabilitación de las infraestructuras―, se podría llegar a millones de personas si el plan se financiara en su totalidad.
“En las intervenciones humanitarias, los medios de vida agrícolas adolecen de un gran déficit de financiación, incluso durante sequías, cuyos efectos, en un 80 %, son sufridos por la agricultura”, dijo Rein Paulsen, Director de la Oficina de Emergencias y Resiliencia de la FAO. “Que todo siga igual ya no es una opción. Es hora de invertir adecuadamente en una asistencia más eficiente y con visión de futuro, vinculándola a la asistencia para el desarrollo a largo plazo”.
Agravamiento de la inseguridad alimentaria.
La sequía es uno de los peligros naturales más devastadores: paraliza la producción de alimentos, agota los pastos, altera los mercados y, en su forma más extrema, causa una mortandad generalizada de seres humanos y animales. Las sequías también pueden impulsar la migración de las zonas rurales a las urbanas y acrecentar así la presión sobre la producción de alimentos, ya en disminución. A menudo los pastores se ven obligados a buscar fuentes alternativas de comida y agua para sus animales, lo que puede crear conflictos entre las comunidades, que compiten por los pocos recursos disponibles.
Hasta principios de mayo de 2022, la temporada larga de lluvias en la región (marzo-mayo) había dejado escasas precipitaciones, con lo que se registró la cuarta temporada de lluvias por debajo de la media en Etiopía, Kenya y Somalia, situación sin precedentes que ha tenido graves repercusiones en la seguridad alimentaria. El régimen de precipitaciones de Djibouti difiere del de los otros tres países, aunque también allí las precipitaciones fueron irregulares en 2021.
La región sufre ya unos altos niveles de inseguridad alimentaria. Actualmente, se calcula que hay 16,7 millones de personas en situación de crisis, esto es, la Fase 3 de la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria en Fases (CIF), o aquejadas de un nivel aún peor de inseguridad alimentaria aguda debido únicamente a la sequía en Etiopía, Kenya y Somalia. Tan solo en Kenya, es probable que 4,1 millones de personas padezcan inseguridad alimentaria hasta junio de 2022, por encima de los 3,5 millones estimados inicialmente para el mismo período.
Del mismo modo, en Somalia unos 7,1 millones de personas (cerca de la mitad de la población) se enfrentan ahora a una situación de inseguridad alimentaria de crisis o peor al menos hasta septiembre de 2022, entre ellas 2,1 millones de personas en situación de emergencia (Fase 4 de la CIF) y 213 000 personas en situación de catástrofe (Fase 5 de la CIF).
Plan revisado.
El Plan de respuesta rápida y mitigación revisado sobre la sequía agrupa los componentes correspondientes a la FAO de los llamamientos humanitarios relativos a los países seleccionados. En él se proporciona más información sobre lo que debe hacerse con urgencia en la escala adecuada a partir de enero de 2022 y los riesgos que conlleva una intervención insuficiente o a destiempo.
En el documento también se explica que responder a una sequía consiste, ante todo, en poner en práctica el conjunto correcto de medidas en el momento adecuado del ciclo de la sequía. Los asociados tendrán que buscar un equilibrio entre los recursos dedicados a cada sector que ayude a salvar vidas, a saber: a) asistencia alimentaria y medios de vida; b) nutrición; c) agua, saneamiento e higiene; y d) salud. La falta de respuesta a uno de los cuatro sectores mencionados socavará los esfuerzos realizados en los demás.
“Se necesita de inmediato una aplicación oportuna y en la escala adecuada”, dijo David Phiri, Coordinador de la Oficina Subregional de la FAO para el África Oriental. “El costo de la acción humanitaria será exponencialmente mayor y las repercusiones en la vida de las personas serán tremendas si no actuamos a tiempo o en la escala necesaria para evitar una catástrofe”, añadió.
La FAO y sus asociados abogan por una planificación y una programación mejor coordinadas. Las intervenciones urgentes incluyen transferencias de efectivo incondicionales para que los hogares afectados por la sequía puedan cubrir los gastos básicos en alimentos, salud y vivienda; la distribución de paquetes de apoyo a los medios de vida compuestos de pienso para animales, vacunas, semillas de calidad y herramientas; la restauración de pozos de agua; y la capacitación sobre buenas prácticas agrícolas y nutrición.
Sitio Fuente: FAO