Revelan el proceso creativo detrás del mural del Museo Paleontológico de Santa Lucía Quinametzin

ANTROPOLOGÍA E HISTORIA.-

- Los descubrimientos paleontológicos en terrenos del AIFA confirmaron que la Cuenca de México fue un oasis para la megafauna del Pleistoceno Tardío

- Aslam Narváez recreó el paleopaisaje de la región, así como las interacciones de las especies animales y vegetales en el entorno lacustre.

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El pasado 10 de febrero abrió sus puertas el Museo Paleontológico de Santa Lucía Quinametzin, localizado en el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), en el Estado de México, con el objetivo de mostrar la información que se conoce sobre la Cuenca de México, la geología, la biodiversidad del pasado, el poblamiento humano y, principalmente, los resultados del salvamento arqueológico-paleontológico durante la construcción de la terminal aérea.

De los descubrimientos, resultado de la colaboración entre el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), destaca la recuperación de megafauna del Pleistoceno Tardío.

Por tal motivo, entre los aspectos que contempló el museo estuvo la creación de un mural que, basado en la interpretación de los datos científicos, permitiera recrear el paleopaisaje de la región. Esta empresa recayó en el ilustrador y paisajista Aslam Narváez Parra (Ciudad de México, 1981).

Aslam Narváez compartió su proceso creativo en el ciclo de videoconferencias “De la ciencia al arte: paleoartistas en acción”, que organizó el Consejo de Paleontología del INAH y el Museo Nacional de las Culturas del Mundo. Mencionó que sus temas estaban dirigidos inicialmente hacia los ecosistemas prístinos, pero con el tiempo no pudo evitar adentrarse en la relación de los humanos con los distintos ecosistemas, la perturbación de la naturaleza actual, así como hacer notar en el presente la resonancia de la historia natural.

El artista, biólogo de formación, destacó que la composición del mural del Museo Quinametzin –obra que mide alrededor de 15 por 5.5 m– recayó en él, pero la ejecución fue compartida con su tío, Carlos Leobardo Parra Sánchez.

Acostumbrado a pintar orografía agreste, un primer reto fue representar un entorno lacustre, perspectiva sobre la que debía deambular una manada de mamuts. Para ello fue necesario recurrir a referencias –concretamente tractores sobre un terreno plano–, para considerar proporciones y tamaños, respecto a las distancias y el paisaje mismo.

Un primer boceto tomó como inspiración las ilustraciones de mamuts realizadas por Sergio de la Rosa, donde se observa una manada en primer plano, especies vegetales del Pleistoceno Tardío (sugeridas por los especialistas) y al fondo un volcán activo, definiendo las características fisiográficas de la Cuenca de México. Al respecto, otro elemento interesante del boceto es un “corte de agua” que representa la fauna y vegetación acuática, como ciperáceas y tules, dado que se trata de una región lacustre.

Narváez Parra comentó que parte de su interés fue mostrar la interacción de los mamuts, de crías a adultos, con este ambiente acuático, pues es una manera de explicar el porqué de tal cantidad de restos localizados en zonas extintas del Lago de Xaltocan. Asimismo, para la composición de la manada de mamuts observó videos de sus descendientes, los elefantes, andando libres en reservas, y consideró las referencias de especialistas en arqueozoología sobre las proporciones de su osamenta.

“Un mural es representar un contexto”, sostuvo. Si bien los mamuts son protagonistas de la obra, el público debe advertir e internarse en el ambiente del Pleistoceno, con su vegetación, orografía y demás fauna presente, incluyendo aves zancudas y en pleno vuelo, elementos que no deben perderse en el juego de distancias y proporciones.

Por lo anterior, el visitante puede dirigir su mirada hacia otras escenas que agregan dramatismo a la composición, por ejemplo, la de un dientes de sable acechando a una manada de caballos en el borde del lago.

La principal fuente de inspiración de Aslam Nárvaez Parra, fue admirar directamente los hallazgos paleontológicos en Santa Lucía, sobre todo cráneos y defensas de mamut. La sorpresa que hoy nos producen, no es menor a la que debieron experimentar las culturas prehispánicas cuando encontraban algún resto óseo de estos “gigantes”, de ahí el vocablo nahua “Quinametzin”.

El creador compartió otros de sus murales que pueden encontrarse, por ejemplo, en la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad Autónoma de Querétaro; actualmente, continúa con trabajos de ilustración, perfiles de vegetación, paisajes actuales o prehistóricos, futuros o hasta metafóricos, a través de los cuales aborda el conflicto del ser humano en su relación con la naturaleza.

Sitio Fuente: INAH