¿Cómo estudiar para un examen tipo test? 6 consejos para prepararlos y 7 claves para resolverlos

ORIENTACIÓN VOCACIONAL.-

¿Odias los exámenes tipo test? Si no sabes cómo enfrentarte a esta clase de examen, te vamos a explicar cómo estudiar y cómo prepararlo, y una serie de consejos para resolverlo con garantías.

De entre todos los tipos de examen que te vas a encontrar en tu vida, los exámenes tipo test son, quizás, los que más respeto llegan a infundir. Son exámenes en apariencia sencillos, que se pueden llegar a aprobar «respondiendo al azar» (o eso dicen las malas lenguas), pero que pueden llegar a ser increíblemente complicados e injustos.

Estudiar para un examen tipo test tiene sus particularidades. No es necesario memorizar toda la materia, porque la respuesta correcta está a la vista siempre. Pero sí es necesario dominar en profundidad la asignatura, comprenderla en su totalidad. Y, en el fondo, debes memorizar definiciones, fórmulas, datos concretos…

¿Cómo estudio para un examen tipo test?

Estudiar bien siempre es garantía de éxito. Evitando caer en obviedades como esta, estudiar para un examen tipo test requiere procesos diferentes a los de un examen tradicional. La razón es que necesitaremos tirar de nuestra memoria de reconocimiento, más que de la memoria de recuerdo.

En cada pregunta tendrás la respuesta correcta, así que debes identificarla. ¿Cómo? De dos formas principales: conociendo el concepto que se te pregunta; y descartando respuestas incorrectas.

Conocer el concepto implica no sólo entender qué se nos pregunta, sino saber identificar exactamente qué significa cada respuesta, y si es exactamente lo que se pregunta. Ese es el «truco» de los exámenes tipo test, y los más difíciles te pondrán en aprietos con varias respuestas aparentemente válidas que se diferencian en la redacción. Un adverbio podría aportar el matiz exacto que hace de una respuesta la correcta, y de las demás las incorrectas.

Hay millones de maneras de preparar un examen tipo test. Vale, millones no, pero sí unas cuantas. Veámoslas:

- Practica el estudio activo, es decir, identifica siempre el concepto clave, aíslalo y apréndetelo bien.
- El concepto es fundamental. Al leer los temas escanea y anota la información relevante (es más, quédate con lo esencial y elimina la «paja»). Es fundamental comprender muy bien la materia.
- Identifica posibles preguntas de examen mientras estudias. Esto es algo que perfeccionarás a medida que acumules experiencia, pero haz ese ejercicio desde el principio. Así irás integrando la mecánica del examen sin apenas darte cuenta.
- Haz tarjetas de estudio escribiendo en una cara el enunciado y la otra la respuesta correcta. Esta técnica ameniza el estudio y está probado que es muy efectiva para preparar exámenes tipo test.
- Practica con exámenes antiguos. Intenta conseguirlos de alguna manera, y de cuando en cuando ponte un examen cronometrado. A veces, incluso, se repiten preguntas entre exámenes de diferentes convocatorias.
- Ten claros los conceptos, pero también ten claro lo que no son. Es decir, mientras estudias, anota aquello que un concepto determinado no es. Algo que te puede ayudar a entender esto es pensar en lo siguiente: si llueve, el suelo se moja. Está totalmente claro, ¿verdad? Pero si te planteo que el suelo está mojado, ¿es porque ha llovido? No necesariamente. Sucede lo mismo con muchos conceptos que te encontrarás en el estudio, y debes tener muy claro tanto a qué se refieren y qué implican, como a lo contrario.

Aprobar un examen tipo test.

Ya sabes que estudiar no implica aprobar, necesariamente. A veces, necesitas algo de suerte, a veces una técnica, a veces un truco que te dé el impulso.

Vamos a ver diferentes maneras de enfrentarte a un tipo test con ciertas garantías. Sabrás que existen diferentes modalidades de examen, que podemos resumir así:

- Las respuestas incorrectas no penalizan.
- Las respuestas incorrectas y las preguntas no respondidas penalizan una fracción de lo que aportan las correctas.
- Se penalizan las respuestas incorrectas, pero las preguntas no respondidas no influyen.

En el primer caso, responder todas las preguntas es imperativo; en el tercero, si no sabes una respuesta, déjala en blanco; el segundo caso es el más difícil. Imagina que cada respuesta incorrecta o pregunta no contestada resta un tercio de lo que suma una correcta.

En ese caso, por cada respuesta correcta segura, tienes tres posibles preguntas que puedes fallar. Si el examen tiene 20 preguntas, necesitas 10 correctas y ninguna incorrecta o en blanco para aprobar (en el caso tres, basta con ninguna incorrecta). Si respondes bien 11 (seguro), tienes un margen de tres adicionales que responder sin suspender; si son 12 seguras, añades tres más, etcétera.

Dicho esto, te dejamos el decálogo de claves para enfrentarte a un examen tipo test con garantías:

- Primero lo obvio: prepárate.
- Lee las instrucciones del examen. Así sabrás el tiempo de que dispones; lo que se permite y lo que no; cómo se puntúan los aciertos, abstenciones y errores.
- Lee bien cada pregunta. Haz una primera lectura calmada de todas las preguntas, marcando las que sabes seguro, las que «casi seguro» y las difíciles a priori.
- Responde primero a las preguntas más fáciles. Ve anotando aparte la puntuación que has asegurado.
- Pasa a responder las que te generaban alguna duda, pero que crees que sabrás solucionar. Si te atascas en alguna, pásala al grupo de las difíciles y avanza a la siguiente pregunta.
- Una vez que has respondido con seguridad a todas las que ya sabías que podrías contestar bien, haz recuento de tu puntuación y, dependiendo del tipo de examen que sea, echa cuentas de cuántas preguntas difíciles más podrías intentar para que, en el peor caso, la resta de puntos no haga que suspendas el examen.
- ¡Repasa siempre! Pero ten en cuenta que, muchas veces y si estamos bien preparados, el instinto no fallará.

¡Éxito!

Sitio Fuente: Universia México