Inmunoterapia: una nueva forma de enfrentar el cáncer
CIENCIAS DE LA SALUD / ONCOLOGÍA.
Aprovecha y potencia las capacidades del organismo para combatir la enfermedad.
El cáncer es una de las enfermedades que más temor genera. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), sigue siendo una de las principales causas de muerte en el mundo. Aunque los intentos por entender y tratar este padecimiento se remontan a miles de años atrás, fue hasta finales del siglo XIX cuando comenzaron los estudios científicos de forma más sistemática. Desde entonces —especialmente durante el siglo XX y lo que va del XXI— se han logrado avances importantes en su diagnóstico y tratamiento.
Durante el siglo XX, la comunidad científica descubrió que el cáncer está relacionado con cambios en el ADN de las células, lo que permitió comprender mejor cómo y por qué se desarrolla. Este conocimiento abrió la puerta a nuevas formas de tratamiento, como la quimioterapia, la radioterapia y, más recientemente, la medicina personalizada, que adapta la terapia a las características genéticas de cada paciente.
Recientemente, uno de los avances más prometedores es la inmunoterapia, una técnica que estimula el propio sistema inmune del organismo para que reconozca y ataque a las células cancerosas, resume el doctor Alfredo Hidalgo Miranda, investigador del Instituto Nacional de Medicina Genómica (INMEGEN).
El sistema inmune: una defensa poderosa.
El investigador explica que el sistema inmune es la defensa natural del organismo contra cualquier elemento que considere una amenaza. Está formado por una red compleja de células, proteínas, órganos y tejidos que trabajan en conjunto para protegernos de virus, bacterias, hongos y parásitos, además de células dañinas del propio cuerpo, como las cancerosas.
Entre los componentes más importantes del sistema inmune se encuentran los leucocitos o glóbulos blancos. Existen varios tipos, como los fagocitos, que devoran a los organismos invasores y los linfocitos, que identifican a los enemigos y coordinan su destrucción.
Otro elemento clave son los anticuerpos, proteínas se forman cuando el sistema inmune detecta una sustancia extraña, llamada antígeno. Este antígeno puede ser un microorganismo o una toxina, pero también puede corresponder a células anormales del propio cuerpo, como las tumorales.
Una vez que el sistema inmune ha enfrentado a un patógeno, los anticuerpos pueden permanecer en el organismo brindando protección en caso de un nuevo ataque. Esta capacidad de "recordar" al invasor se conoce como memoria inmunológica y es la base del funcionamiento de las vacunas, enfatiza el responsable del Laboratorio de Genómica del Cáncer.
Los linfocitos se dividen principalmente en dos tipos:
Linfocitos B que actúan como el sistema de inteligencia del cuerpo: detectan a los invasores y los inmovilizan mediante la producción de anticuerpos
Linfocitos T, que funcionan como soldados: destruyen a los invasores identificados y son especialmente importantes para detectar y eliminar células anormales.
Las células tumorales, por ejemplo, son células del propio organismo que han sufrido mutaciones genéticas, cambios en su ADN. Estas mutaciones pueden provocar que comiencen a crecer y dividirse de forma descontrolada, lo que da lugar a la formación de tumores, que pueden ser benignos o malignos.
En muchos casos, estas células comienzan a producir o mostrar en su superficie proteínas anormales, llamadas antígenos tumorales. Estas proteínas “extrañas” no suelen estar presentes en células sanas, por lo que el sistema inmune puede reconocerlas como una amenaza y activar una respuesta para eliminarlas. En ese sentido, la inmunoterapia consiste en entrenar al sistema inmune para combatir el cáncer.

Un aliado con potencial.
Durante los últimos dos siglos, hemos sido testigos de numerosos avances significativos en la lucha científica contra el cáncer. Uno de los hitos conceptuales más relevantes fue propuesto por Paul Ehrlich en 1909, al sugerir que el sistema inmunológico podría detectar y eliminar células tumorales. Esta idea pionera dio origen a una línea de investigación que continúa hasta nuestros días.
Estudios en modelos animales y en humanos han demostrado que, en varios tipos de cáncer, es posible observar linfocitos T infiltrando los tejidos tumorales. Esto indica que el sistema inmune reconoce al tumor como una amenaza y responde en su contra.
Sin embargo, el hecho de que el sistema inmune reconozca a las células tumorales no garantiza su destrucción. Con el tiempo, muchos tumores desarrollan mecanismos para evadir esta vigilancia inmunológica, lo que les permite crecer y diseminarse.
“La inmunoterapia busca precisamente revertir esta situación. Se trata de un tratamiento que fortalece o reactiva el sistema inmune del paciente, ayudándolo a identificar y destruir células cancerosas de manera más eficaz. A diferencia de la quimioterapia, que actúa directamente sobre las células tumorales, la inmunoterapia estimula al propio organismo para que haga ese trabajo”, comenta el especialista.
Existen distintas estrategias de inmunoterapia. Algunas de las más importantes son:
1. Inhibidores de puntos de control inmunitario.
Las células inmunes, especialmente los linfocitos T, cuentan con mecanismos de regulación que actúan como frenos naturales para evitar que dañen tejidos sanos. Sin embargo, muchas células cancerosas aprenden a activar estos frenos para protegerse del ataque inmunológico.
Los inhibidores de puntos de control son medicamentos que bloquean estas señales inhibitorias, reactivando la capacidad de los linfocitos T para destruir las células tumorales.
2. Terapia con células CAR-T.
En esta técnica, se extraen linfocitos T del paciente y se modifican genéticamente en el laboratorio para que reconozcan con precisión las células cancerosas. Luego se reintroducen en el cuerpo del paciente para que actúen como una fuerza especializada contra el tumor. Ha mostrado gran eficacia en algunos tipos de leucemia y linfoma.
3. Vacunas terapéuticas contra el cáncer.
Estas vacunas no previenen la enfermedad, sino que están diseñadas para activar el sistema inmune contra un tumor ya existente. Enseñan al cuerpo a reconocer proteínas específicas del cáncer para que las ataque.
4. Anticuerpos monoclonales.
Son proteínas diseñadas en el laboratorio que se adhieren a partes específicas de las células cancerosas. Algunas actúan marcándolas para que el sistema inmune las destruya; otras llevan medicamentos directamente al tumor, minimizando el daño a tejidos sanos
La inmunoterapia ha demostrado que es posible reactivar las defensas naturales del cuerpo para combatir incluso tumores resistentes a los tratamientos tradicionales. Aunque aún enfrenta desafíos importantes —como los efectos secundarios y la variabilidad en la respuesta entre pacientes—, esta estrategia representa una esperanza para millones de personas.
El doctor Hidalgo Miranda agrega que en el laboratorio que encabeza en el INMEGEN se realizan estudios que combinan la genómica del cáncer con estrategias inmunológicas. Su equipo analiza las mutaciones presentes en distintos tumores para identificar antígenos específicos, lo que permite diseñar terapias personalizadas que ayuden al sistema inmune a reconocer con mayor precisión a las células malignas. Estos trabajos buscan, a mediano plazo, hacer más accesible la inmunoterapia para los pacientes mexicanos.
Asegura que en México existen diversas instituciones que desarrollan proyectos de inmunoterapia de gran relevancia. En particular, en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) hay grupos de investigación en el Instituto de Investigaciones Biomédicas y en la Facultad de Medicina, donde especialistas en inmunología trabajan en vacunas experimentales contra cáncer, enfocadas en tumores relacionados con infecciones virales como el cáncer cervicouterino asociado al VPH.
De igual forma, en el Instituto de Ciencias Nucleares y en centros como en Instituto de Ciencias Aplicadas y Tecnología (ICAT) se exploran enfoques innovadores que combinan la inmunoterapia con la bioingeniería y la nanotecnología, abriendo nuevas rutas hacia tratamientos más eficaces y con menos efectos adversos.
Por: Consuelo Doddoli.
Sitio Fuente: Ciencia UNAM