Mujeres en los Juegos Olímpicos
En el terreno olímpico la participación de las mujeres fue poca en un principio. En la primera edición, Atenas 1896, no compitieron, y sólo hasta la segunda pudieron hacerlo a pesar de las enormes críticas. Pero fue hasta los años veinte del siglo XX cuando intervinieron de manera constante aunque en un número muy reducido y en pocas actividades.
Por: Dr. Erasmo Zarazúa Juárez, académico del Departamento de Estudios Internacionales de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México.
Miles de supuestos estudios determinaban que el cuerpo de la mujer, e incluso su cerebro, no eran aptos para el deporte, que resultarían lesionadas, o con daños para ser madres, que se consideraba la principal aspiración.
Fue hasta Londres 2012, o sea en la segunda década del siglo XXI, donde por fin hubo mujeres en todas la delegaciones participantes, debido a que Arabia Saudita, Qatar, Afganistán, entre otras naciones, tuvieron representación femenina, y alcanzaron 45 por ciento del total de atletas.
Sigue habiendo una gran deuda con las mujeres. Su participación aún es menor, una misma prueba puede tener más representantes masculinos que femeninos debido a que hay delegaciones que tienen pocas mujeres, debido a valores culturales o sociales que no permiten que todos los países tengan el mismo número de hombres y mujeres. La liberación femenina no existe en todo el planeta.
Las atletas deben llevar un ritmo diferente de entrenamiento y preparación. Ser madre es una decisión que debe calcularse y efectuarse de acuerdo con los ciclos olímpicos, y el cuidado de los menores debe tener el apoyo de su pareja, lo que depende de cómo se lleva esto en la cultura de esa familia; o bien pueden desarrollar una familia hasta después de su vida olímpica.
En esta edición de Río 2016 el problema del zika las afecta más a ellas que a los hombres. Aunque ambos pueden ser contagiados por la enfermedad, las mujeres por ser capaces de ser madres tendrían hijos no sanos.
Sólo siete mujeres han encendido el pebetero olímpico de verano, pero son recordadas principalmente dos por hacerlo en solitario, las demás lo hicieron en conjunto. La primera en México ’68, Enriqueta Basilio Sotelo, fue de las mejores atletas mexicanas, sobre todo en carrera con vallas, pero pesó mucho más su género para ser elegida; la liberación femenina de la época alcanzó el pebetero. La cuarta fue Cathy Freeman en Sídney 2000, que no sólo representaba a la mujer del siglo XXI, sino que también tenía su carga racial, al representar a los aborígenes australianos.
La segunda, la tercera y las demás son poco conocidas. En Montreal ’76 Sandra Hendeison, de 15 años, encendió junto con un chico el pebetero; la pareja representaba a las dos lenguas y pueblos fundadores de Canadá: ella de habla inglesa, él de habla francesa. Sohn Mi-Chung en Seúl ’88 realizó el encendido junto con otros dos atletas hombres; ella representaba a la juventud femenina de su Corea, cultura acusada de tradicionalista y machista.
En Londres 2012 tuvimos a tres chicas: Kelly Holmes, Mary Peters y Shirley Robertson, que junto con cuatro chicos encendieron el pebetero. Ellas fueron elegidas por atletas veteranos de Reino Unido, a cuyo nombre realizaron este honor. Fue una manera de simbolizar el paso de la luz y la llama de la antigua generación de atletas a los jóvenes que aún no ganaban medalla. En Río 2016 no sabemos quién hará el encendido. ¿Será una mujer? La duda existirá hasta el último momento, muchos creemos que será Pelé, el rey del fútbol.
Aún no hay cifras cerradas de participantes mujeres para 2016, debido a que algunos deportes aún transitan la tapa de clasificación; pero el número va en aumento, y esperamos tener un nuevo récord. En el caso de México, las más recientes ediciones hemos tenido más campeonas olímpicas; todo un orgullo.
Sitio Fuente: Ibero/prl/ ah