Un ejército de 'periodistas' civiles lucha contra el narcotráfico en México gracias a Twitter
/ COMUNICACIÓN Y PERIODISMO
Más de 65.000 personas intentan llenar el vacío informativo de los medios locales amenazados por los cárteles de la droga mexicana.
La lucha mexicana contra el narcotráfico es un conflicto continuo que comenzó en el año 2006 cuando el Gobierno comenzó a realizar un esfuerzo sistemático para desmantelar los cárteles de narcotráfico que dominan el mercado de las drogas ilícitas. Esta guerra ha costado un alto precio en la sociedad mexicana. Más de 120.000 personas han muerto, y más de 27.000 siguen desaparecidas.
La libertad de expresión ha sufrido también. Los cárteles han hecho de la prensa un objetivo, matando a periodistas, amenazado al personal y quemado las oficinas centrales de algunos periódicos. Muchos periódicos locales simplemente han dejado de publicar los detalles de la violencia relacionada con el narcotráfico, dando como resultado un bloqueo informativo casi total.
Pero en ausencia de fuentes oficiales de noticias, ha sucedido otra cosa: los ciudadanos de a pie han empezado a compartir información acerca de esta violencia por Twitter. Esto sirve para advertir a la población sobre el peligro que existe dentro de sus comunidades.
Algunas de estas cuentas de Twitter han alcanzado una enorme popularidad. También se han convertido en importantes fuentes de nuevas informaciones y además hacen eco de los mensajes útiles de los seguidores. Y las personas que hay detrás de estas cuentas se han convertido en una nueva especie de periodista civil parecido al tradicional corresponsal de guerra.
Esto ha captado la atención de Andrés Monroy-Hernández y sus colegas de Microsoft Research en Seattle, Washington (EEUU). Han estudiado los corresponsales urbanos de Twitter, rastreando cómo han surgido en Méjico e incluso contactaron con varios para explorar sus motivaciones.
Estos investigadores comenzaron su trabajo de campo con la simple observación de las conversaciones en Twitter, buscando hashtags que apunten hacia informaciones relativas a la violencia. Esto les dirigió hacia cuatro ciudades que son centrales a las discusiones acerca de la guerra mejicana contra la droga.
Son las ciudades de Monterrey, Reynosa, Saltillo y Veracruz, y en todas ellas existían hashtags que se empleaban con frecuencia para transmitir informaciones acerca de la violencia. Esto permitió al equipo de Monroy-Hernández filtrar la manguera de contraincendios de Twitter en busca de tuits que contenían estos hashtag durante 16 meses entre los años 2010 y 2011.
Una cosa sobre este contenido se hizo evidente de inmediato - hasta el 40% de los mensajes eran retuits, lo que supone una proporción inusualmente alta. El equipo de Monroy-Hernández lo consideran una prueba convincente de que la manera preferida de contribuir a este debate consiste en retransmitir el contenido publicado por otros en vez de crear contenidos nuevos.
El equipo también encontró que el número de tuits se dispara al producirse un encuentro violento, y decae mientras las ciudades estén tranquilas. El mayor pico de actividad en Monterrey consistió en más de 7.027 tweets el 25 de agosto de 2011 cuando el ataque a un casino dejó 53 víctimas mortales. Los mensajes contenían imágenes de la escena y luego los nombres de las personas desaparecidas.
Los mensajes procedían de más de 65.000 personas distintas de las cuatro ciudades, que por medio publicaron más de nueve tuits cada uno. Sin embargo, una pequeña fracción de estas personas publicó más de 1.000 mensajes cada uno.
Y muchos de estos superusuarios se han convertido en núcleos importantes de esta red. En efecto, estos Twitteros representan una nueva especie de periodistas civiles.
Una cuestión interestante es por qué estas personas se prestan voluntarios para escribir en condiciones tan peligrosas, con un claro riesgo para su propio bienestar. Monroy-Hernández y su equipo contactaron con ellos para entrevistarles y conocer sus motivaciones.
De inmediato se toparon con una importante falta de confianza. La mayoría de estas personas cuestionaron la motivación del equipo, por motivos obvios. Sólo cuatro estuvieron dispuestos a ser entrevistados, y de forma anónima, por Twitter. Uno accedió a una entrevista por Skype.
Estas conversaciones revelaron que estas personas estaban motivadas en gran parte por un deseo altruista de ayudar a sus comunidades. Pero también competían entre sí y querían ser los primeros en publicar las informaciones, y esto llevó a una falta de confianza entre ellos.
Todos también guardaban sus identidades con mucho recelo. No es de extrañar puesto que dos cuerpos sin vida se habían encontrado recientemente, con señales evidentes de tortura y con una nota que se leía: "Esto es lo que les pasará a todos los entrometidos de internet".
Esto representa un reto importante para los diseñadores de sistemas de comunicación como Twitter. Está claro que los corresponsales de la guerra urbana necesitan una manera de establecer una relación de confianza entre ellos y otros individuos sin tener que revelar su identidad. Esto simplemente no se consigue fácilmente hoy en día.
Twitter dispone de un mecanismo para verificar a los usuarios de su servicio, pero no es accesible normalmente y, en cualquier caso, no acaba de conservar el anonimato del usuario. "Mientras que la verificación puede representar un proxy decente, todo lo que realmente se necesita saber es si la información que se presenta es creíble", dice Monroy-Hernández.
Existe otro problema. El mismo sistema automatizado que facilitaría las comunicaciones para corresponsales urbanos de guerra en México podría también hacer posible otro tipo distinto de actividad criminal en otra parte.
Cómo gestionar estas fuerzas que compiten entre sí supondrá un rompecabezas para quien se encargue del tema.
Sitio Fuente: Technology Review