El estrés en animales y plantas: Cómo la naturaleza también sufre y se adapta a la presión ambiental
CIENCIAS DE LA VIDA / ZOOLOGÍA / BOTÁNICA.
Cuando hablamos de estrés, la mayoría pensamos en personas con exceso de trabajo o preocupaciones cotidianas. Sin embargo, la ciencia moderna ha demostrado que el estrés no es exclusivo de los seres humanos. Animales —desde elefantes hasta abejas— y plantas —desde los pinos hasta los tomates— también experimentan respuestas biológicas y químicas frente a condiciones adversas.
El estudio del estrés en los seres vivos no humanos es clave para entender la resiliencia de los ecosistemas, la productividad agrícola y el impacto del cambio climático en la biodiversidad.
Estrés en animales: una respuesta ancestral.
En los animales, el estrés es una reacción fisiológica y conductual ante una amenaza real o percibida. Este mecanismo, conocido como respuesta de lucha o huida, está regulado principalmente por el sistema endocrino.
Cuando un animal detecta peligro, su cuerpo libera hormonas como el cortisol y la adrenalina, que aumentan el ritmo cardíaco, la presión arterial y la concentración de glucosa en sangre. Esto le permite reaccionar rápidamente ante un depredador o una situación peligrosa.
Sin embargo, si este estado se mantiene durante mucho tiempo —por ejemplo, en animales en cautiverio o expuestos a la contaminación acústica y lumínica— el estrés puede volverse crónico. En esos casos, provoca:
- Disminución de la inmunidad.
- Problemas reproductivos.
- Cambios de comportamiento (agresividad, apatía, ansiedad).
- Reducción de la esperanza de vida.
Los estudios sobre mamíferos marinos, por ejemplo, han demostrado que el ruido de los barcos altera su comunicación y eleva sus niveles de estrés, afectando su capacidad de orientarse o reproducirse.
Estrés vegetal: el silencio de las plantas no significa calma.
Aunque las plantas no tienen sistema nervioso ni emociones, sí cuentan con mecanismos bioquímicos de respuesta al estrés. Cuando una planta enfrenta condiciones desfavorables —sequía, exceso de salinidad, calor extremo o ataque de insectos— activa una compleja red de señales hormonales (como el ácido abscísico o el etileno).
Estas señales desencadenan cambios fisiológicos, por ejemplo:
- Cierre de estomas para evitar la pérdida de agua.
- Producción de proteínas de choque térmico para proteger las células.
- Síntesis de compuestos defensivos ante herbívoros o patógenos.
Investigaciones recientes incluso sugieren que las plantas emiten sonidos ultrasónicos cuando están bajo estrés hídrico. Aunque inaudibles para el oído humano, otros organismos podrían percibirlos, lo que abre una fascinante línea de estudio sobre la comunicación vegetal.
Estrés ambiental y cambio climático: una amenaza global.
El cambio climático actúa como un multiplicador del estrés en todos los niveles del reino natural. El aumento de las temperaturas, las sequías prolongadas, la contaminación y la pérdida de hábitat están forzando a animales y plantas a adaptarse rápidamente o desaparecer.
Por ejemplo:
- Los corales sufren “blanqueamiento” por estrés térmico.
- Las aves migratorias alteran sus rutas por los cambios estacionales.
- Los bosques tropicales reducen su capacidad de absorber CO₂ cuando están sometidos a sequías prolongadas.
La ciencia advierte que si estas presiones continúan, podríamos ver una reducción masiva de la biodiversidad en las próximas décadas.
Sitio Fuente: NCYT de Amazings