El ocaso de los glaciares mexicanos, una realidad en marcha: Lorenzo Vázquez

CIENCIAS DE LA TIERRA / GEOLOGÍA.-

Si desaparecen, todos perdemos, advierte el especialista desde su mirada de geógrafo.

Los glaciares constituyen uno de los indicadores más sensibles del cambio climático global. En México, estas imponentes masas de hielo han existido durante siglos en las cumbres más elevadas del país, pero en las últimas décadas han sufrido un proceso acelerado de retroceso; unos ya se perdieron y otros podrían desaparecer en el corto plazo.

El doctor Lorenzo Vázquez Selem es investigador del Instituto de Geografía de la UNAM, especialista en geomorfología glacial y ambientes cuaternarios. Su trabajo se centra en reconstruir la historia de los glaciares en los últimos siglos, interpretar sus huellas en el paisaje y aportar evidencia científica sobre los impactos del calentamiento global.

Desde su mirada de geógrafo, analiza estos sistemas frágiles en su dimensión física y espacial, nos revela su función vital en la regulación hidrológica y nos confirma una realidad en marcha: el ocaso de los glaciares en México y los desafíos de esta pérdida.

¿Qué son los glaciares y por qué son importantes?

Los glaciares son masas de hielo que permanecen durante todo el año, incluso en las estaciones cálidas. Se forman cuando la nieve que cae en una zona fría no se derrite por completo, sino que se acumula año tras año. Con el tiempo, estas capas de nieve se compactan y se transforman en hielo, formando masas que pueden tener desde decenas hasta cientos de metros de espesor, como ocurre en los polos.

Para que exista un glaciar, el clima debe ser constantemente frío, con temperaturas promedio anuales por debajo de los 0 °C. Esto permite que se conserve más nieve de la que se derrite. A diferencia de una simple nevada que desaparece en pocos días, los glaciares son permanentes y dinámicos: no son masas estáticas, sino que, por su propio peso, se deslizan lentamente ladera abajo, a razón de unos pocos metros por año.

Desde el punto de vista hidrológico, los glaciares cumplen una función vital. Son como tanques naturales de agua dulce en lo alto de las montañas. Durante la primavera y el verano, una parte de ese hielo se derrite y alimenta ríos y arroyos, regulando el ciclo del agua en las cuencas montañosas.

Se estima que cerca del 70 % del agua dulce del planeta está almacenada en los glaciares, principalmente en Groenlandia y la Antártida. Sin embargo, también hay reservas muy importantes en las altas montañas del mundo, que pueden encontrarse en cualquier latitud, desde las regiones polares hasta zonas tropicales como los Andes o incluso México.

Además, entre mil y dos mil millones de personas dependen directamente del agua que los glaciares liberan. Esta agua es clave para el riego agrícola, el abastecimiento de comunidades y el equilibrio ecológico, sobre todo en épocas del año con pocas lluvias, y con altas temperaturas.

Cuando un glaciar desaparece debido al calentamiento global (porque se derrite más nieve de la que se acumula) las cuencas dejan de contar con ese regulador natural. Además, debido al calentamiento las montañas reciben menos agua en forma sólida (nieve) y más en forma líquida (lluvia). El agua fluye rápidamente durante la temporada de lluvias, sin almacenarse en forma de nieve o hielo. Por eso, los glaciares son fundamentales: almacenan el agua y la liberan poco a poco, justo cuando más se necesita.

¿Cuántos existen en México y cuál es su estado actual?

Hace unos 60 años existían glaciares en las tres montañas más altas de México: Citlaltépetl también conocido como el Pico de Orizaba, el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl, todas ellas con alturas superiores a los 5000 metros. En estas montañas, debido a su altitud y clima frío, había condiciones para la existencia de glaciares permanentes. Sin embargo, en las últimas décadas estos glaciares han sufrido una gran degradación por el cambio climático.

Desde el primer inventario realizado en 1960, se observó una clara tendencia a la reducción de estos glaciares, tanto en área como en volumen. Esta reducción se volvió aún más acelerada a partir de los años 90. Por ejemplo, en el Popocatépetl, además del calentamiento global, la erupción volcánica que inició en 1994 aceleró aún más su desaparición por el calor y las cenizas volcánicas, llevando a que actualmente ya no exista ningún glaciar en esta montaña.

En el caso del Iztaccíhuatl, que no está activo volcánicamente, el retroceso de sus glaciares es resultado directo del calentamiento global. En 1960 se identificaron 12 masas de hielo permanentes que cubrían en conjunto alrededor de 120 hectáreas (1.2 km²).

Hoy en día solo quedan fragmentos de tres glaciares, que sumados alcanzan apenas 12 hectáreas (el 10% de lo que había originalmente). Estos glaciares ahora son muy delgados, de unos cuantos metros de espesor, y están desapareciendo literalmente día con día. Se calcula que podrían desaparecer completamente en aproximadamente 5 años.

El Pico de Orizaba, al ser la montaña más alta, ha logrado conservar un poco mejor sus glaciares. En 1960 contaba con aproximadamente 204 hectáreas de hielo distribuidas en varias lenguas glaciares. Actualmente quedan solo unas 37 hectáreas (el 18% original) y se están reduciendo rápidamente.

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"Aunque se creía que estos glaciares sobrevivirían más tiempo; investigaciones recientes indican que también desaparecerán dentro de los próximos 10 a 15 años". Lorenzo Vázquez Selem.

Actualmente, el límite inferior del hielo glaciar en México se encuentra alrededor de los 5100 metros. Para dar una referencia, hace 65 años se encontraba entre 4600 y 4700 metros. Esto significa que, antes, un excursionista podía encontrar glaciares a menor altitud, mientras que ahora debe subir mucho más alto para llegar a ellos.

Es importante aclarar que la nieve temporal o el granizo que a veces cubren estas montañas durante unos cuantos días o un par de semanas no son glaciares, aunque hagan que las montañas se vean blancas temporalmente. Un glaciar es una masa de hielo permanente, gruesa y que se mantiene durante años, algo que lamentablemente está a punto de desaparecer en México debido al cambio climático.

Desde su área de especialidad ¿Cómo se acerca al estudio de los glaciares?.

Para medir cómo avanzan o retroceden los glaciares existen diferentes métodos. En particular, mi trabajo se ha enfocado más en analizar cómo han cambiado históricamente, en lugar de medir directamente glaciares actuales, lo cual es labor de colegas especializados en geofísica.

Mi investigación se centra en estudiar cómo fueron los glaciares en el pasado reciente, especialmente durante la Pequeña Edad de Hielo, desde el siglo XV hasta mediados del XIX. Para esto, utilizamos imágenes aéreas y satelitales, identificando hasta dónde llegaron los glaciares en épocas anteriores mediante evidencias geomorfológicas, como las marcas en el terreno que dejó el hielo al avanzar.

Posteriormente, hacemos recorridos en campo para confirmar estas observaciones. Usamos drones para obtener mapas más precisos y documentar con mayor detalle las huellas que dejó el hielo. Con esta información, elaboramos mapas que muestran la extensión y espesor de los glaciares en diferentes momentos históricos.

Gracias a estos mapas, podemos calcular cómo ha cambiado el área de los glaciares con el tiempo, determinando la velocidad de su retroceso. Por ejemplo, podemos estimar cuántos metros por año ha disminuido un glaciar entre distintos periodos. Estos datos nos permiten vincular el retroceso glaciar con cambios climáticos.

Aunque sabemos que la temperatura es el factor principal que determina el tamaño de los glaciares, estudiar cómo ha cambiado esta relación en el tiempo nos ayuda a comprender mejor la acelerada disminución actual de los glaciares. Si bien los glaciares han retrocedido naturalmente durante los últimos siglos, el ritmo de desaparición observado en las últimas décadas es excepcionalmente acelerado y no tiene precedente en tiempos recientes.

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¿Existe alguna ley o política específica para protegerlos?

Hasta donde sé, no existe una ley específica que proteja a los glaciares en México. Lo que hay son políticas ambientales generales que resguardan áreas naturales y bosques, donde aún sobreviven algunos pequeños glaciares, como en el Iztaccíhuatl. Sin embargo, son tan reducidos (menos de un kilómetro cuadrado en total), que no suelen considerarse de forma particular en la legislación.

Y aunque existiera una ley exclusiva, no cambiaría su destino. El problema es global: el calentamiento climático. No hay medida local que impida que el aire cálido los derrita. La única forma real de conservarlos sería frenar el calentamiento global, y eso solo es posible reduciendo las emisiones de CO2 provenientes de la quema de combustibles fósiles.

El CO2 actúa como una manta que deja pasar la luz solar, pero retiene el calor en la atmósfera. Cuanto más CO2, más se calienta el planeta. Si no se toman medidas a escala mundial, se estima que un tercio de los glaciares del planeta desaparecerán para 2050. En México, por desgracia, eso ya es una realidad en marcha.

Por: Karina Oropeza Estrada

Sitio Fuente: Ciencia UNAM