¿Sería Dios una singularidad científica que trasciende el espacio y el tiempo?
CIENCIA Y SOCIEDAD.
Una generación de nuevos teístas busca el sentido de la vida en un contexto de crisis moral y espiritual.
Recreación artística del mito de Dios interpretado como singularidad en la era de la física cuántica. / IA/T21
Destacados intelectuales recurren a lo que la ciencia no puede explicar para hablar de un "hueco en forma de Dios" que existiría en el corazón humano, un vacío que la evolución ha moldeado y que las ideologías modernas no pueden llenar. Advierten sobre los peligros de una sociedad sin un marco ético-religioso y suponen que el universo tiene un origen y un destino definidos en un “ser sobrenatural” que proporciona una base racional para el cristianismo.
En un mundo postmoderno donde la secularización parecía avanzar de manera imparable, una sorprendente tendencia emerge: algunos de los intelectuales más influyentes de nuestro tiempo están redescubriendo la religión. Según Peter Savodnik, autor del artículo “How Intellectuals Found God,” esta transformación refleja un cambio cultural profundo y multifacético, marcado por la búsqueda de sentido en un contexto de crisis moral y espiritual.
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Hace casi 150 años, Friedrich Nietzsche proclamó la muerte de Dios, una declaración que inauguró una era de escepticismo hacia la religión. Desde entonces, figuras como Richard Dawkins y Christopher Hitchens popularizaron el ateísmo como una postura racional en una época dominada por la ciencia y la tecnología. Sin embargo, el vacío dejado por esta postura comienza a ser cuestionado. Savodnik argumenta que la pérdida de fe no solo debilitó los lazos comunitarios, sino que también dejó un vacío ético difícil de llenar.
El caso de Matthew Crawford, filósofo y autor, es emblemático de esta nueva ola de conversos, según Savodnik. Durante décadas, Crawford fue un escéptico que veía la religión como una reliquia del pasado. Sin embargo, un encuentro con la académica Marilyn Simon y su fe anglicana cambió su perspectiva. En palabras de Crawford, su conversión fue como “acceder a una capa de la realidad que antes no podía ver”. Hoy describe su nueva fe como una respuesta al hambre de significado que la ciencia y la razón no han logrado saciar.
La crítica de Frank J. Tipler: ¿razón o emoción?.
El profesor de Física Matemática en la Universidad de Tulane (USA) Frank J. Tipler aporta un enfoque distinto al debate sobre el resurgimiento religioso que Savodnik no menciona en su artículo. En su ensayo “How Intellectuals Should Find God,” que difunde en primicia Turing Church, Tipler señala que muchos intelectuales contemporáneos han llegado a la fe a través de sus emociones y experiencias personales, en lugar de utilizar la razón y el rigor intelectual.
Según Tipler, autor de dos libros emblemáticos y no menos polémicos, The Physics of Immortality y The Physics of Christianity (ambos publicados en Doubleday), este enfoque emocional contrasta con la tradición cristiana, que siempre ha sostenido que la existencia de Dios puede ser demostrada racionalmente.
Basándose en el trabajo de Roger Penrose y Stephen Hawking, Tipler considera que el universo está delimitado por una singularidad inicial en el pasado y otra en el futuro, ambas abarcando todo el espacio y el tiempo. Estas singularidades, fuera del universo y de las leyes de la naturaleza, actuarían como el origen y el destino último de todo lo que existe.
Al aplicar los principios de la cosmología y la mecánica cuántica, Tipler actualiza los argumentos clásicos de Santo Tomás de Aquino, como la "causa eficiente" y la "causa final," para mostrar que el universo tiene un origen y un destino definidos en un “ser sobrenatural.” Según Tipler, esta singularidad, que crea y sostiene el universo, refleja la naturaleza trinitaria de Dios y proporciona una base racional para el cristianismo.
El papel de la religión en la sociedad.
Savodnik también entrevista a figuras como el historiador británico Niall Ferguson y el psicólogo de la Universidad de Nueva York Jonathan Haidt, quienes destacan el papel insustituible de la religión en la construcción de comunidades y en la prevención del nihilismo. Haidt señala que existe un "hueco en forma de Dios" en el corazón humano, un vacío que la evolución ha moldeado y que las ideologías modernas no pueden llenar. Ferguson, por su parte, advierte sobre los peligros de intentar organizar una sociedad sin un marco ético religioso, citando ejemplos históricos como el comunismo y el fascismo.
Aunque algunos críticos sugieren que estas conversiones podrían ser motivadas por razones estratégicas o culturales, los nuevos creyentes insisten en la autenticidad de su fe. Para Paul Kingsnorth, un ambientalista convertido al cristianismo ortodoxo, la religión no es solo una herramienta social, sino una conexión directa con lo divino. Mientras tanto, Tipler subraya la importancia de complementar esa conexión con argumentos basados en la física y la razón, como una forma más completa de comprender y abrazar la fe.
La cuestión de la trascendencia.
Según esta interpretación, el resurgimiento de la fe no significa un rechazo total de la modernidad, sino una integración de la espiritualidad en un mundo hiperconectado y científico, según estos pensadores. Para figuras como Tipler, la física moderna no solo respalda la idea de un creador, sino que también ofrece nuevas formas de pensar sobre la naturaleza de lo divino. Este enfoque intelectual, combinado con experiencias personales y un sentido de comunidad, podría marcar el comienzo de una era donde razón y fe se complementen mutuamente.
Casi siglo y medio después de que Nietzsche declarara la muerte de Dios, y casi 35 años después de que Gilles Kepel, una de las principales autoridades europeas en materia de sociedades islámicas, hablara de “La revancha de Dios” (Seuil 1991) para señalar el resurgimiento de la fe religiosa en el mundo moderno, la pregunta sobre la trascendencia sigue viva, desafiando a una nueva generación de pensadores que reflexionan sobre el sentido de la evolución en medio de la gran confusión que reina en la humanidad actual.
El debate sigue abierto.
Por: Eduardo Martínez de la Fe / T21.
Sitio Fuente: Levante / Tendencias21