La IA llega al campo de batalla para redefinir la toma de decisiones en la guerra moderna
INTELIGENCIA ARTIFICIAL.
Anduril, fabricante de drones y misiles con IA, ha firmado un acuerdo con el Pentágono de EE UU para integrar sus sistemas en conflictos armados y optimizar la toma de decisiones, un aspecto que ya ha generado preocupación en organismos internacionales como Human Rights Watch.
Una tarde de finales de noviembre, realicé una visita a un campo de pruebas de armamento en las colinas al este de San Clemente, California (EE UU). El lugar estaba gestionado por Anduril, una empresa que fabrica drones y misiles impulsados por inteligencia artificial y que recientemente anunció una colaboración con OpenAI. El objetivo de mi visita era conocer un nuevo sistema en desarrollo que permite a terceros utilizar su software y optimizar la toma de decisiones en el campo de batalla. Si el contrato de tres años firmado con el Pentágono avanza según lo previsto, esto podría marcar una integración inédita de la inteligencia artificial en los conflictos armados.
Alrededor del centro de mando, rodeado de matorrales desérticos y plantas de salvia, se podían ver varios de los productos desarrollados por Anduril, la empresa valorada en 14.000 millones de dólares (unos 13.300 millones de euros). Entre ellos destacaba Sentry, una torre de vigilancia equipada con cámaras y sensores, actualmente desplegada en bases militares de Estados Unidos y en la frontera con México, junto con radares avanzados. También había drones entre los que se encontraba el modelo Ghost, conocido por ser inquietantemente silencioso. Sin embargo, mi visita tenía otro objetivo: presenciar un nuevo tipo de arma, anunciada a través de dos grandes pantallas instaladas en la estación de mando del centro de pruebas.
Mi objetivo era analizar el planteamiento de Anduril, de otras empresas tecnológicas de defensa y de un número creciente de estas voces dentro del Pentágono. Según ellos, en un futuro conflicto entre "grandes potencias" —término militar para referirse a una guerra global entre naciones rivales—, la victoria no dependerá de tener los drones más avanzados, la mayor potencia de fuego o incluso la más económica. La clave estará en quién sea capaz de procesar y compartir información con mayor rapidez. Para lograrlo, ese proceso tendrá que llevarse a cabo "en la periferia", allí donde surgen las amenazas, y no necesariamente en un centro de mando en Washington.
Prueba de un dron en pleno desierto.
"Hay que dar más poder a las personas en rangos inferiores para que puedan tomar decisiones, entender lo que está pasando y actuar", asegura Brian Schimpf, CEO de Anduril. "Este es un enfoque completamente diferente al actual". Hoy en día, la información no fluye bien entre quienes están en el campo de batalla y los responsables de tomar decisiones en los escalafones más altos.
Para mostrar cómo la nueva tecnología resolvería este problema, Anduril me llevó a una demostración de cómo su sistema derribaría un dron que amenazara una base militar estadounidense o aliada (el escenario en el que se centra su colaboración con OpenAI). El ejercicio comenzó con un camión a lo lejos, aproximándose a la base. La torre Sentry, equipada con inteligencia artificial, identificó automáticamente el objeto como una posible amenaza y lo marcó en la pantalla. El software de Anduril, Lattice, envió una notificación al operador humano preguntando si quería enviar un dron Ghost para vigilarlo. Al hacer clic con el ratón, el dron se dirigió de forma autónoma hacia el camión, guiado por la información sobre su ubicación que el Sentry había recopilado.
El camión desapareció detrás de unas colinas, lo que provocó que la cámara de la torre Sentry perdiera el contacto. Sin embargo, el dron de vigilancia ya lo había identificado y su ubicación continuó visible en la pantalla. A continuación, vimos cómo una persona del camión se bajaba y lanzaba un dron, que Lattice volvió a etiquetar como amenaza. El sistema preguntó al operador si quería enviar un segundo dron de ataque, que voló de forma autónoma y se dirigió al dron identificado como peligroso. Con un solo clic, el operador podía ordenarle que se dirigiera hacia él con suficiente rapidez para derribarlo. No obstante, nos detuvimos en ese momento, ya que Anduril no tiene permiso para derribar drones en este campo de pruebas. Toda la operación había sido gestionada por una sola persona utilizando un ratón y un ordenador.
Anduril está ampliando sus capacidades con Lattice Mesh, un software que permite a otras empresas conectar sus sistemas al de Anduril y compartir datos. Más de 10 empresas ya están integrando su hardware en esta red, que incluye desde submarinos hasta camiones autónomos. Además, Anduril ha lanzado un kit de desarrollo para facilitar esta integración. El personal militar que opera el hardware puede "publicar" sus propios datos en la red y "suscribirse" para recibir información de otros sensores de forma segura. El tres de diciembre, la Oficina de Inteligencia Artificial y Digital del Pentágono firmó con Anduril un contrato de tres años para trabajar con esta herramienta.
La oferta de Anduril también se integrará con Maven, un programa gestionado por el gigante de datos de defensa Palantir que combina información de diversas fuentes, como satélites y datos de geolocalización. Este fue el proyecto que provocó las protestas de los empleados de Google en 2018 por su vinculación con la guerra. El seis de diciembre, Anduril y Palantir anunciaron que los militares podrán utilizar de manera conjunta los sistemas Maven y Lattice.
Las ambiciones militares en materia de IA.
El objetivo es que el software de Anduril se convierta en una herramienta esencial para los responsables en el campo de batalla. Esto también supone un gran avance en la forma en que los militares están utilizando la IA. Podríamos pensar que el Departamento de Defensa de Estados Unidos, dada su avanzada tecnología, ya cuenta con este nivel de conectividad de hardware. En realidad, es algo que vemos con frecuencia en nuestra vida diaria, donde dispositivos como teléfonos, televisores inteligentes y ordenadores portátiles se comunican entre sí y comparten información. Sin embargo, el Pentágono aún se encuentra rezagado en este aspecto.
"En el campo de batalla hay tanta información, especialmente con el aumento de drones, cámaras y otros sensores remotos, que las personas están recibiendo cantidades enormes de datos", afirma Zak Kallenborn, analista de guerra en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales. Encontrar lo más relevante es todo un desafío. "Puede que haya información valiosa, pero es tal la cantidad de datos que no podemos dejar que un ser humano la procese por sí solo", añade.
Actualmente, los soldados también deben lidiar con la necesidad de traducir entre sistemas de diferentes fabricantes. Por ejemplo, un soldado puede tener que girar manualmente una cámara para inspeccionar una base en busca de una posible amenaza de dron, y luego enviar esa información a otro soldado encargado de derribarlo. Este proceso a menudo se realiza a través de aplicaciones de mensajería de baja tecnología, como AOL Instant Messenger, lo que retrasa la respuesta. Este es un problema que el Pentágono está intentando resolver con iniciativas como el Comando y Control Conjunto de todos los Dominios (JADC2, por sus siglas en inglés).
"Sabemos desde hace tiempo que nuestros sistemas militares no son compatibles entre sí", afirma Chris Brose, exdirector de personal del Comité de Servicios Armados del Senado y principal asesor del senador John McCain, que ahora es director de estrategia de Anduril. Gran parte de su labor ha consistido en convencer al Congreso y al Pentágono de que un problema de software debe ser tratado con la misma importancia que los reactores o portaaviones cuando se distribuye el presupuesto de defensa. En 2023, Anduril gastó casi 1,6 millones de dólares (1,53 millones de euros) en lobbies, según datos de Open Secrets, y tiene numerosos vínculos con la administración entrante de Trump. Palmer Luckey, fundador de Anduril, ha sido un firme partidario y donante de Trump. Mientras, el político conservador J.D. Vance encabezó una inversión en Anduril en 2017, cuando trabajaba en la firma de capital riesgo Revolution.
El hardware de defensa también enfrenta problemas de conectividad. Tom Keane, vicepresidente senior de la división de guerra conectada de Anduril, me lo explicó con un ejemplo sencillo: si recibes un mensaje de texto mientras el teléfono está apagado, lo verás en cuanto lo enciendas, ya que se conserva. "Pero esta funcionalidad, en la que ni siquiera pensamos, no está presente en muchos de los sistemas de hardware de defensa", afirma el experto. En las complejas redes militares, los datos y las comunicaciones pueden perderse con facilidad, pero Anduril asegura que su sistema almacena los datos de forma local para evitar este problema.
Un tesoro de datos impulsado por IA.
El impulso por crear más sistemas de hardware conectados a la IA en el ejército podría desencadenar uno de los proyectos de recopilación de datos más grandes en la historia del Pentágono, con empresas como Anduril y Palantir a la vanguardia.
"En la actualidad, se están perdiendo exabytes de datos de defensa, fundamentales para entrenar y hacer inferencias con IA", afirmó Anduril el seis de diciembre, justo después de anunciar su colaboración con Palantir para recopilar datos obtenidos a través de Lattice, incluidos los clasificados como de alta sensibilidad, para entrenar modelos de IA. El uso de una mayor variedad de datos, recogidos por todos estos sensores, potenciará los esfuerzos para crear modelos en su asociación con OpenAI. A principios de este año, Palantir también ofreció sus herramientas al Pentágono para ayudarles a realizar una mejor gestión de la información clasificada. En una entrevista, Palmer Luckey, fundador de Anduril, me comentó que no era posible entrenar modelos de IA con información sobre temas clasificados o conocimientos sobre armamento. Sin embargo, sus palabras parecen haber anticipado lo que su empresa está desarrollando ahora.
Aunque el ejército ya está recopilando algunos de estos datos, la inteligencia artificial los hará mucho más útiles. "La gran diferencia es que el Departamento de Defensa ahora puede utilizar esos datos de formas innovadoras. La combinación de más datos y la capacidad de procesarlos de manera eficiente podría mejorar la precisión, exactitud y velocidad en el procesamiento de la información", explicó por correo electrónico Emelia Probasco, investigadora principal del Centro de Seguridad y Tecnología Emergente de la Universidad de Georgetown (EE UU).
La combinación de estos avances podría llevar a que la inteligencia artificial se integre en la toma de decisiones militares. Esta posibilidad ha generado críticas, como cuando el año pasado se descubrió que Israel usaba modelos avanzados de IA para procesar datos de inteligencia y generar listas de objetivos. En un informe, Human Rights Watch señaló que estas herramientas "se basan en datos defectuosos y aproximaciones inexactas".
"Creo que ya estamos en el camino de integrar la inteligencia artificial, incluida la generativa, en el proceso de toma de decisiones", afirma Probasco, autora de un análisis sobre esta tecnología. En su estudio, examinó el Maven Smart System, un sistema desarrollado por el ejército en 2023 que permite a los soldados "acceder a diferentes sensores y aplicar algoritmos para identificar y seleccionar objetivos militares".
Probasco asegura que, por ahora, no existe un sistema de IA que controle todo el proceso de toma de decisiones en el ejército sin intervención humana. Además, recalca que "hay políticas claras en EE UU que lo impedirían".
Asimismo, un portavoz de Anduril explicó que el objetivo de Mesh no es tomar decisiones. "No prescribe acciones ni hace recomendaciones para decidir en el campo de batalla. Su función es proporcionar información que luego las personas podrán usar para tomar sus propias decisiones", afirmó la fuente de la empresa de drones.
Por: James O'Donnell.
Sitio Fuente: MIT Technology Review