Los agujeros negros más grandes y antiguos del Universo podrían tener ya una explicación
COSMOLOGÍA.
¿Cómo es posible que los agujeros negros más grandes, que requieren tanto tiempo para formarse, existieran desde el inicio? Aquí una explicación.
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El problema que representa dar una buena explicación a cómo es que los agujeros negros más grandes ya existían en el Universo primitivo ha dado varios dolores de cabeza a miembros de la comunidad científica.
En sí, la dificultada del tema yace en que los agujeros negros supermasivos deben formarse a partir de los restos de estrellas muertas. Solo así, y con el paso de mil millones de años, estos objetos podrían alcanzar las colosales dimensiones. Entonces, ¿cómo es posible que estas entidades cósmicas existieran en los albores del Universo? Al parecer ahora tenemos una respuesta.
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Con el fin de ofrecer una explicación al enigma, un grupo astrónomos de la Universidad de California y de la de Tokio realizó una simulación del Universo primitivo para analizar qué componentes lo integraban. El registro de la investigación aparece en la base de datos de preimpresiones, arXiv. Aún requiere de la revisión de pares.
De los pequeños nacieron los grandes.
De acuerdo a la conclusión de estos científicos, todo parece indicar que los agujeros negros diminutos tienen mucho que ver con la formación de sus hermanos más grandes. Lo que vieron los astrónomos es que en las épocas iniciales del Universo, las primeras estrellas, galaxias y agujeros negros pudieron ser mucho más abundantes. En relación a lo que nos interesa, estos últimos habrían tenidos las condiciones necesarias para evitar que una nube gigante de gas se fragmentara en cúmulos de hidrógeno molecular, permitiendo así que esta colapsara lenta y constantemente en un único agujero negro supermasivo.
Los investigadores reconocen que todavía requieren de una mejor simulación para asegurar su hipótesis. Al mismo tiempo, tienen proyectado valerse del telescopio espacial James Webb a fin de encontrar vestigios que den mayor validez a su supuesto.
Por: Alberto Milo.
Sitio Fuente: National Geographic en Español