Luis Federico Leloir, el químico argentino que desentrañó el “camino del azúcar” y conquistó el Nobel

HISTORIA DE LA CIENCIA.-

En la historia de la bioquímica mundial, pocos investigadores combinan modestia, rigor científico y un impacto tan sustancial como Luis Federico Leloir (1906-1987). Su descubrimiento de los nucleótidos de azúcar y la elucidación de cómo se convierte el azúcar en energía le valieron el Premio Nobel de Química en 1970.

Pero más allá de la medalla, su trayectoria científica —en pleno corazón de Argentina— es una muestra de que la investigación de alto nivel puede florecer incluso en entornos adversos.

Foto: Wikimedia Commons

Orígenes y formación temprana.

Luis Federico Leloir nació el 6 de septiembre de 1906 en París, Francia. Sus padres estaban en Francia debido a una intervención quirúrgica del padre, y retornaron a la Argentina cuando él era muy pequeño. Creció en un ambiente de campo, lo que alimentó su curiosidad por la naturaleza y los fenómenos biológicos.

Estudió medicina en la Universidad de Buenos Aires (UBA), graduándose en 1932. Aunque comenzó su carrera como médico, pronto descubrió que su verdadera pasión residía en la investigación bioquímica.

En ese periodo también entró en contacto con el laureado científico argentino Bernardo Alberto Houssay, quien influyó decisivamente en su orientación hacia el metabolismo de los carbohidratos.

El inicio de una carrera en investigación.

Tras graduarse, Leloir se incorporó al Instituto de Fisiología de la UBA, trabajando bajo la dirección de Houssay. Posteriormente viajó al Reino Unido a realizar estudios postdoctorales en la University of Cambridge, donde trabajó con destacados investigadores.

Su primer gran tema de estudio fue la oxidación de ácidos grasos, y más ampliamente el metabolismo intermedio de los carbohidratos.

En 1947 fundó el Instituto de Investigaciones Bioquímicas de la Fundación Campomar en Buenos Aires (que luego tomó su nombre) y lo dirigió durante más de 40 años.

El gran descubrimiento: nucleótidos de azúcar y el “camino de Leloir”.

El núcleo de la obra de Leloir se centró en la elucidación de los denominados nucleótidos de azúcar —compuestos que actúan como transportadores de azúcares para su incorporación en moléculas más complejas— y en la ruta metabólica mediante la cual la galactosa (azúcar presente en la leche) se convierte en glucosa utilizable por el cuerpo.

Este descubrimiento permitió comprender enfermedades metabólicas como la Galactosemia (intolerancia severa a la galactosa) y abrir el camino a nuevos planteamientos sobre el metabolismo de carbohidratos, glicoproteínas y almacenamiento de energía.

La comunidad científica llegó a hablar del “Camino de Leloir” para describir la vía bioquímica que él ayudó a definir.

Reconocimientos y Nobel.

Por estas contribuciones, Leloir recibió numerosos premios internacionales: entre ellos el Louisa Gross Horwitz Prize, y en 1970 el Premio Nobel de Química. Esa distinción lo convirtió en uno de los científicos latinoamericanos más destacados del siglo XX.

Una curiosidad: pese al reconocimiento, Leloir mantuvo una rutina modesta. Cuenta la historia que, al recibir la noticia del Nobel, simplemente se vistió, condujo hasta su laboratorio en Buenos Aires y siguió trabajando como cualquier otro día.

Contexto, obstáculos y ética de trabajo.

Es importante destacar que Leloir desarrolló su investigación en un contexto de recursos limitados, en un país con fuertes tensiones políticas y económicas. Pese a ello, su labor fue constante, rigurosa y se apoyó en una cultura de colaboración, ética profesional y austeridad.

Por ejemplo, su instituto funcionó en sus inicios con equipamiento muy básico, y él mismo insistía en que los investigadores almorzaran en el laboratorio para ahorrar tiempo y recursos.

Como escribió él mismo: “La investigación posee muchos aspectos que la transforman en una aventura atractiva… la parte menos agradable… está compensada por los aspectos interesantes…”

Sitio Fuente: NCYT de Amazings