Enrique el Navegante: El príncipe visionario que inició la era de los descubrimientos

HISTORIA DE LA CIENCIA.-

En la historia de la humanidad, hay figuras cuya influencia trasciende su época y territorio.

Uno de esos personajes clave es Enrique el Navegante (1394–1460), un infante portugués cuyo impulso visionario sentó las bases para la expansión marítima europea. Aunque nunca comandó personalmente una expedición, su legado perdura como uno de los principales artífices de la Era de los Descubrimientos. Su historia, a menudo eclipsada por nombres como Cristóbal Colón o Vasco da Gama, merece un lugar destacado en la narrativa global del progreso científico y geográfico.

Foto: Wikimedia Commons.

¿Quién fue Enrique el Navegante?

Nacido en Oporto en 1394, Enrique era el tercer hijo del rey Juan I de Portugal y de Felipa de Lancaster, hija de Juan de Gante de Inglaterra. Desde temprana edad, Enrique mostró un interés notable por la ciencia, la cartografía y el conocimiento del mundo más allá del Mediterráneo. Su título de "el Navegante" fue otorgado siglos después, pero refleja su papel clave en el desarrollo de la exploración marítima portuguesa.

El impulso científico detrás de sus empresas.

Contrario a la imagen romántica de un príncipe navegante, Enrique operaba desde tierra firme, específicamente desde la ciudad de Sagres, en el suroeste de Portugal. Allí fundó lo que muchos historiadores consideran una especie de “escuela náutica”, aunque no existió como institución formal. Sin embargo, es incuestionable que reunió a astrónomos, cartógrafos, navegantes y constructores navales en un centro de conocimiento que revolucionaría la navegación.

Gracias a estos esfuerzos se perfeccionó el uso del astrolabio y se desarrolló la carabela, una embarcación ligera, maniobrable y capaz de navegar contra el viento, ideal para los viajes oceánicos.

Descubrimientos clave durante su patrocinio.

Bajo el auspicio de Enrique, las naves portuguesas exploraron sistemáticamente la costa occidental de África. En 1419, se redescubrieron las islas Madeira, y en 1431 las Azores. Más importante aún, en las décadas siguientes sus expediciones navegaron más allá del cabo Bojador, en el Sahara Occidental, una barrera psicológica y geográfica que había contenido la expansión europea durante siglos.

Este avance no solo significó la ampliación del mundo conocido para los europeos, sino también el inicio del comercio con el África subsahariana, incluyendo oro, marfil y, tristemente, también esclavos. Enrique es una figura compleja: promotor del conocimiento y también impulsor del comercio de esclavos africanos en sus primeras etapas.

Enrique murió en 1460 sin haber visto el pleno éxito de su visión. No obstante, sus iniciativas allanaron el camino para que navegantes portugueses como Bartolomé Díaz y Vasco da Gama llegaran más lejos que nadie hasta entonces: al sur de África y, finalmente, a la India.

Su legado es doble: por un lado, fue un pionero de la ciencia náutica y un mecenas del conocimiento geográfico; por otro, su figura está ligada a las primeras estructuras del colonialismo moderno. Ambos aspectos deben ser considerados para comprender su papel en la historia con justicia.

Enrique no fue un explorador en el sentido tradicional, pero sin él, la cartografía del mundo y la historia misma hubieran seguido un rumbo muy diferente.

Sitio Fuente: NCYT de Amazings