Scooby y el maltrato animal
DERECHOS DE LOS ANIMALES.
Una cámara captó el momento infernal que muchos noticieros repitieron morbosamente hasta el cansancio, de principio a fin: un sujeto sale de una carnicería, visiblemente afectado, toma a un perrito que iba pasando por ahí, lo carga y lo avienta a una cazuela con aceite hirviendo.
El perrito muere dolorosamente y el caso se hizo viral. Horas después, el país entero supo que el can se llamaba Scooby, que también le decían Benito, que un niño y su familia lo cuidaban de repente. También supimos que el asesino era un policía de la CDMX que cobraba derecho de piso en la carnicería, que golpeaba a su mujer y que le dieron tres años de prisión. El país entero volteó a ver el maltrato animal por algunas horas. Meses antes de la historia de Scooby, conocimos la de Stitch, un perrito sin raza que fue golpeado brutalmente por meterse a robar un pan a una panadería en Puebla. Una chica que lo alimentaba con frecuencia denunció el caso y el país vio el sufrimiento de ese otro perrito.
La columna de este mes es dedicada al perrito Scooby.
México es de los países donde más se comete maltrato animal.
De hecho, somos el primer país de América Latina y el tercero del mundo en el que se documenta más maltrato animal, de acuerdo con datos del Inegi y de la organización Anima Naturalis México. Para esta organización, siete de cada 10 animales domésticos sufren algún tipo de maltrato, y de acuerdo con el mismo Inegi, en México había más de 80 millones de animales de compañía (perros, gatos, liebres, pericos, etc.) conviviendo en hogares de familias. En algunos de estos casos esos animales caen en hogares donde son considerados parte de la familia, hasta el grado de que ya empieza a hacerse más común el término “familias interespecies”, como un recordatorio de que todos somos animales, solo que de distintas especies.
No puedo imaginarme una vida sin perros.
Mi espacio seguro es mi cama con mis tres perros en ella. La poetisa estadounidense Mary Oliver tiene un exquisito poemario dedicado a los perros de su vida, al vínculo extraordinario que los humanos creamos con los perros. Canciones de perritos es un deleite para quienes amamos a los perros, pero lo mismo podría escribirse sobre cualquier otro animal. Chagall pintaba muchos gallos en sus obras, mientras que George Orwell escribió una revolución animalista desde una granja. El joven Bernardo Zannoni ganó a sus 27 años el premio Campiello, uno de los más importantes en Italia, con Mis estúpidos intentos, una grandiosa pequeña novela sobre la vida de una marta. Los intentos de varios humanos por empatizar con los demás animales están en la literatura, la filosofía, el cine, la pintura y todas las artes. Para mí, dos lecturas fundamentales son Liberación animal, del filósofo Peter Singer, y mi novela favorita, Elizabeth Costello, escrita por J.M. Coetzee. Esas lecturas me han ayudado a entender que no hay diferencia alguna entre el maltrato que sufre un perro en la calle y el de un cerdo en una granja porcina toda su vida, hasta que su cuerpo, al igual que el del perro Scooby, es arrojado a una cazuela hirviendo para freír unas carnitas.
El caso de Scooby nos afecto a todos los que amamos a los animales. Redes sociales
La violencia contra los animales es violencia.
El asesinato de un toro en la llamada “fiesta brava” es violencia. Afortunadamente, en México avanza la prohibición de las corridas de toros. Las generaciones más jóvenes van a desaparecer esta brutalidad. La violencia contra los animales es violencia. La industria cárnica no solo termina con el agua del planeta y produce calentamiento global con emisiones de dióxido de carbono, sino que además es violencia. Coetzee ha llegado al grado de decir que todos los días vivimos silenciosamente un “holocausto animal”. Millones de especies de otros animales son asesinados cada día para que el fin de semana no falte una “carnita asada”. A pesar de la violencia que llevó ese proceso, a pesar del daño que le hace al medio ambiente, a pesar del daño que le hace a nuestra salud, mucha gente defiende su derecho al asado y no hace esa conexión, prefiere minimizarla o incluso justificarla.
En un mundo ideal, todos deberíamos tener una alimentación basada en plantas y detener el maltrato animal.
Es mucho más económico, libre de crueldad y responsable con el planeta. Si haces la conexión entre el maltrato a los perros de la calle y la salchicha de cerdo que está en tu hot dog, seguramente reducirás tu consumo de esos productos animales y esto es ya revolucionario.
Si no logras hacer esa conexión entre lo que comes y el maltrato, te invito a visitar sinmaltrato.org y conoce las leyes que aplican contra el maltrato animal, las penas de cárcel y las sanciones económicas en cada una de las entidades del país. Te invito a fomentar la denuncia del maltratoanimal y a apoyar a las organizaciones que defienden a los animales y a rescatistas de gatos, perros, burros y demás especies. El 21 de julio se conmemora el día del perro sin raza, ojalá te animes a rescatar a uno y verás cómo te rescatan ellos a ti. La violencia contra los animales es violencia y en muchos casos es el inicio de la terrible espiral de violencia que vivimos en México.
Por: Genaro Lozano.
Sitio Fuente: Esquire