Los humanos evolucionaron para vivir en la naturaleza y no en ciudades, según un estudio

ANTROPOLOGÍA / ECOFISIOLOGÍA EVOLUTIVA.-

La sobreestimulación es particularmente alta en el ámbito urbano: no estamos hechos para eso, de acuerdo a las conclusiones de los científicos.

El investigador Colin Shaw (foto) estudió junto a su grupo de trabajo los efectos del medio ambiente en la salud. / Crédito: Thousand Year Trust.

Los investigadores sostienen que la vida moderna ha superado la evolución humana: el nuevo estudio sugiere que el estrés crónico y muchos problemas de salud modernos son el resultado de un desajuste evolutivo entre nuestra biología, principalmente adaptada a la naturaleza, y los entornos industrializados que habitamos actualmente.

Una investigación desarrollada por especialistas de la Universidad de Zúrich (UZH), en Suiza, plantea un enfoque que sus autores llaman la "hipótesis del desajuste ambiental": esto supone que la rapidez y magnitud de la industrialización habrían superado la capacidad adaptativa de nuestra especie, con consecuencias sobre la salud, la reproducción y la función cognitiva. Así lo indican en un nuevo estudio, publicado en la revista Biological Reviews.

Los antropólogos Daniel Longman y Colin Shaw recorren la evidencia experimental y observacional que vincula la urbanización y la contaminación por aire, ruido, luz y microplásticos, con efectos negativos en funciones biológicas de máxima importancia, como el sistema inmunitario, la fertilidad, la salud cardiovascular y el rendimiento cognitivo.

Presión constante y estrés excesivo.

Según los autores, la respuesta fisiológica diseñada para amenazas agudas, que se advierte en la clásica reacción de “lucha o huida” característica de nuestros antepasados evolutivos, se activa con la misma intensidad frente al tráfico, la sobreestimulación sensorial o las presiones laborales, pero sin la resolución que permitía la recuperación en los entornos ancestrales.

La respuesta al estrés agudo moviliza adrenalina y cortisol: en el pasado, mientras luchábamos por sobrevivir como cazadores-recolectores, esto era ideal para resolver un problema concreto y arribar a una solución. Sin embargo, no funciona igual para la avalancha permanente de estímulos de la vida moderna. "Nuestros cuerpos reaccionan como si todos los factores estresantes fueran leones que quieren devorarnos, ya sea una conversación difícil con nuestra pareja, la presión del jefe o el fuerte ruido del tráfico", explica Colin Shaw, uno de los autores del estudio, en una nota de prensa.

En un estudio de campo realizado en Suiza por el equipo de Shaw, 160 participantes pasaron tres horas en uno de estos tres escenarios: bosque mixto, monte de coníferas o una intersección urbana. Quienes estuvieron en el bosque mostraron descenso de la presión arterial, mejores respuestas inmunológicas y menor estrés psicológico en comparación con los que permanecieron en la ciudad.

Un pacto social y una nueva armonía.

Los investigadores creen que estos hallazgos sugieren que los entornos naturales contienen una serie de estímulos, como aire más limpio, sonidos y ritmos naturales o compuestos volátiles de los árboles, que favorecen la recuperación fisiológica del ser humano.

Esto no significa que la única solución sea abandonar las ciudades, sino reconocer el coste biológico del actual modo de vida y rediseñar nuestras sociedades para reducir su velocidad y mitigar los aspectos negativos. Entre las soluciones que plantean los expertos están la regeneración y protección de espacios naturales, políticas urbanísticas que reduzcan ruido y contaminación, y el diseño de entornos urbanos que incorporen elementos benéficos para la salud humana.

La idea es lograr que las ciudades sean más compatibles con nuestra biología y, al mismo tiempo, recuperar el valor "curativo" de la naturaleza. ¿Será posible en medio de la vorágine en la que vivimos y la enorme cantidad de presiones a afrontar? Sin dudas, para concretar un cambio se requieren más que decisiones o voluntades individuales: debe tratarse de un nuevo pacto social que ponga al bienestar humano como eje y a la economía a su servicio.

Por: Pablo Javier Piacente / T21

Sitio Fuente: Levante / Tendencias21