El secado del Mediterráneo, una catástrofe antigua con lecciones modernasreff

CIENCIAS DE LA TIERRA / GEOLOGÍA.-

Hace entre 5,96 y 5,33 millones de años, el mar Mediterráneo vivió uno de los episodios más dramáticos de su historia: un proceso de desecación casi completa conocido como la Crisis de Salinidad del Messiniense.

Lejos de ser una mera curiosidad geológica, este fenómeno marca un punto de inflexión en la evolución de la cuenca mediterránea, con implicaciones profundas para la tectónica, la vulcanología, y nuestra comprensión de cómo los sistemas marinos responden a cambios extremos.

Foto: Wikimedia Commons

¿Qué fue exactamente la Crisis de Salinidad del Messiniense?

La Crisis de Salinidad del Messiniense es un evento bien documentado por la geología: durante cerca de medio millón de años, la conexión entre el Mediterráneo y el océano Atlántico se cerró, disminuyendo drásticamente el intercambio de agua.

Este aislamiento habría desencadenado una evaporación descontrolada: sin un aporte suficiente de agua nueva, el mar se redujo drásticamente. Según estudios recientes, la cuenca mediterránea perdió hasta el 70 % de su volumen de agua.

¿Cómo lo sabemos? Evidencias geológicas.

Los investigadores han identificado enormes depósitos de sales evaporíticas en el fondo de la cuenca mediterránea: yeso y otros minerales que solo pueden formarse cuando grandes masas de agua se evaporan de forma sostenida.

Además, recientemente se han analizado isótopos de cloro en estas sales, lo que ha permitido reconstruir con más precisión el proceso de desecación. Esos estudios indican dos fases: una más lenta (de decenas de miles de años) en la que la evaporación fue parcial, y una segunda fase muy rápida (menos de 10.000 años) en la que el descenso del nivel del mar fue abrupto.

Según estas reconstrucciones, el Mediterráneo oriental pudo haber disminuido hasta 2,1 km de profundidad en algunos puntos, mientras que la parte occidental bajó aproximadamente 850 m.

Consecuencias geológicas: vulcanismo y presión tectónica.

Este enorme descenso del nivel del mar no fue un simple fenómeno superficial. Al perder tanta cantidad de agua, la presión ejercida sobre la litosfera disminuyó significativamente. Varios estudios apuntan a que esta descompresión pudo facilitar un aumento de la actividad volcánica en la región mediterránea.

La lógica es la siguiente: el peso del agua en los océanos ejerce presión sobre la corteza terrestre; si esa masa se reduce, la corteza se aligera y el manto subyacente puede responder con un mayor flujo de magma hacia la superficie.

¿Qué implicaciones tuvo para la vida y el clima?

La desecación del Mediterráneo también habría transformado radicalmente los ecosistemas y el paisaje. Algunas consecuencias probables:

- La salinidad aumentó tanto que solo organismos extremófilos podrían sobrevivir, al menos en zonas muy salinas.

- Se habrían formado puentes terrestres entre continentes. Por ejemplo, en el oeste mediterráneo, la caída del agua podría haber permitido que mamíferos europeos cruzaran hacia las islas Baleares.

- También hay hipótesis de que este cambio pudo alterar los patrones climáticos y atmosféricos, dado que la topografía y el nivel del mar influyen en la circulación del aire.

¿Cómo terminó esta crisis?

La desecación no fue permanente. El final del episodio llegó con una inundación catastrófica, conocida como la inundación del Zanclean, cuando el estrecho de Gibraltar se reabrió y el agua del Atlántico volvió a llenar la cuenca.

Este restablecimiento fue rápido, en términos geológicos, y marcó el regreso al Mediterráneo tal como lo conocemos hoy.

¿Por qué es relevante para nosotros ahora?

Aunque la desecación del Messiniense ocurrió hace millones de años, estudiar este episodio es más que una lección de historia geológica:

- Modelos de cambios extremos: entender cómo una cuenca marítima puede secarse casi por completo nos ayuda a modelar escenarios de cambio climático extremo o alteraciones importantes en las conexiones oceánicas.

- Interacción tectónica-climática: este caso es un claro ejemplo de cómo los procesos geológicos y climáticos están interconectados: cambios en el nivel del mar afectan la tectónica, y viceversa.

- Biodiversidad y resiliencia: saber cómo reaccionaron los ecosistemas ante este estrés extremo aporta información sobre la resiliencia biológica y cómo podrían adaptarse las especies hoy frente a perturbaciones drásticas.

Sitio Fuente:  NCYT de Amazings