Cómo detener el mayor blanqueamiento de corales hasta ahora registrado

CIENCIAS DEL MAR / OCEANOGRAFÍA / BIOLOGÍA MARINA.-

El aumento del calor en el océano es grave para la vida de los corales.

Existen imágenes impactantes sobre los arrecifes de coral que maravillan por sus múltiples colores y formas. Estos animales –que parecieran plantas– han conformado comunidades simbióticas que les otorgan su belleza.

Habitan en los océanos desde aguas muy someras hasta muy profundas. Los que viven en los mares tropicales someros del planeta al ir creciendo conforman una matriz calcárea (que es básicamente roca), que es la base de los arrecifes de coral.

Este trabajo no lo hacen solos. Su crecimiento depende de una relación simbiótica con unas pequeñas microalgas que viven dentro de los tejidos de los corales, que hacen fotosíntesis y les proporcionan energía.

La mayoría de los corales están constituidos por organismos de tamaño milimétrico llamados pólipos (aunque existen algunas especies donde los polipos son más grandes y pueden medir de 1 a 5 cm) , que al irse agregando a la estructura calcárea van formando grandes colonias de coral. Este proceso lo realizan durante cientos o miles de años.

“Por ejemplo, en Cozumel podemos tener estructuras que llegan a medir varias decenas de metros, así como también tenemos las barreras arrecifales que vemos en las costas de Quintana Roo, los arrecifes de Veracruz y obviamente en el Pacífico, y todo esto viene de estas pequeñas relaciones entre unas microalgas y los corales que los van formando”, explica el doctor Lorenzo Álvarez Filip, del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM.

Estrés por calor.

Desde hace casi tres décadas, el blanqueamiento se ha convertido en una grave problemática ambiental que enfrentan los corales en todo el mundo.  Es una señal de estrés que lleva a la pérdida de la relación simbiótica entre las microalgas y los pólipos. Las primeras no sólo les dan energía a los corales también le proporcionan el color, por lo que al salirse de ellos el tejido queda transparente. 

“Lo que vemos y llamamos blanqueamiento es el esqueleto del coral a través del tejido transparente. Cuando decimos que un coral se puso blanco es que el tejido vivo queda ahí, pero estamos viendo el esqueleto, es como si nuestra piel y sangre de repente se pusieran transparentes y lo que viéramos son nuestros huesos”, explica el investigador, quien dirige el Laboratorio de Biodiversidad y Conservación Arrecifal (Barco Lab) del ICMyL.

El fenómeno es consecuencia del estrés. Aunque existen distintas causas, una de las más importantes es el incremento de la temperatura asociado con el cambio climático y los eventos de olas de calor extremas, es decir, los corales sufren estrés por calor.

“Cuando hablamos de blanqueamiento, estamos hablando que el coral está vivo, pero está estresado. Sin embargo, cuando el estrés dura mucho tiempo, los corales llegan a morir. Y desafortunadamente lo que hemos visto en los últimos años son estos eventos, primero de blanqueamiento masivo en todo el mundo, pero después han resultado en eventos de mortalidad masiva”.

Frente a esto el investigador destaca que es importante distinguir que una cosa es tener corales estresados, que pueden recuperarse y después continuar haciendo sus procesos vitales, aunque van a estar más débiles, y otra cosa es que mueran y se pierdan estos individuos.

-

El blanqueamiento avanza.

De 1999 a la fecha se han registrado cuatro eventos masivos de blanqueamiento de corales a escala mundial. El primero ocurrió en 1998, cuando se presentó muy fuerte el fenómeno meteorológico conocido como El Niño. Las olas de calor fueron extremas y por la primera vez la comunidad científica prendió las alarmas sobre el blanqueamiento de corales y las altas tasas de mortalidad de estos animales.

“Desde entonces los arrecifes de coral y los corales han sido conocidos como los canarios en la mina de carbón, los primeros en responder ante una señal de alarma, de estrés. Desafortunadamente, como lo hacemos muchas veces en las sociedades humanas, eso no se escuchó y los eventos de estrés han ido en aumento gradualmente y cada vez tenemos eventos de olas de calor más frecuentes, o sea, están ocurriendo a intervalos más cortos y están siendo mucho más intensos”.

El segundo evento se presentó entre 2009 y 2010, y el tercero entre 2014-2017. De acuerdo con datos de la National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA), de febrero de 2023 al 20 de agosto de 2025 se vive el cuarto evento.

El doctor Álvarez Filip destaca que antes de 1998, no se registraban eventos de tal magnitud e intensidad. No existe ningún registro histórico ni geológico que lo muestre: “en la escala de miles de años no tenemos registros tan intensos de estrés térmico”.

Monitoreo en mares mexicanos.

En el Laboratorio de Biodiversidad y Conservación Arrecifal (Barco Lab), dirigido por el doctor Álvarez Filip han monitoreado alrededor de 150 sitios distribuidos en todo el Atlántico mexicano, desde la frontera con Belice hasta Cancún, así como en el Banco de Campeche y en Veracruz.

Este trabajo lo han realizado desde hace 12 años. Aunque en sitios como Puerto Morelos, desde los años 80, otros grupos de investigación ya habían monitoreado los corales, por lo que de ese lugar se cuenta con más de cinco décadas de información. Entre las cosas que han notado es que ha disminuido drásticamente la cantidad de corales, y aunque una de las causas principales es el cambio climático, también influye el desarrollo costero.

Asimismo han encontrado que las comunidades de corales han cambiado mucho, pues las especies que eran abundantes hace varios años, algunas, hoy en día están casi desaparecidas y el ecosistema está dominado por otras especies de corales.

El investigador relata que en el Barco Lab se han enfocado en estudiar los corales desde un enfoque funcional, es decir, no sólo estudian la parte biológica de las especies, sino cuál es el impacto que tienen en su sistema.

“Una de las funciones que más nos importa es la capacidad de construir arrecife y de proveer hábitat para muchas otras especies. Hemos evaluado cómo ha cambiado esta funcionalidad, que llamamos física, a lo largo del tiempo y desafortunadamente hemos visto que se ha perdido drásticamente la capacidad de construir arrecife y de proveer hábitat a otras especies”.

Los investigadores lo atribuyen a dos causas. La primera, es porque hay menos corales, y la segunda, es porque aquellos que se perdieron eran los que más rápido construían arrecife, y los que existen en la actualidad son especies pequeñas que no construyen mucho arrecife y funcionalmente no tienen ese mismo beneficio.

-

Recuperar a los corales.

Aunque 1998 fue un año con altas olas de calor provocado por el fenómeno de El Niño, el investigador comenta que como la temperatura ha ido subiendo, en la actualidad cuando el océano está más frío de lo normal, llega a estar más caliente que lo que estaba en 1998. “Eso es una señal muy importante, porque estamos cambiando las reglas del juego para los ecosistemas”.

Una pregunta que ronda en el ambiente científico es cómo enfrentarán los corales estos cambios tan drásticos en tan poco tiempo.

Una de las intervenciones que se han realizado desde hace dos décadas para recuperar los corales es plantar algunos en zonas donde se han estado perdiendo. En un inicio se realizó esta acción sobre todo ante una respuesta del daño que sufrían los corales a causa de los huracanes o porque un barco encallaba en un arrecife y los rompía.

Cuando esto ocurría se recogían los pedazos de corales y se volvían a plantar. También se realizó poda de corales y los que cortaban eran plantados en lugares con condiciones normales de temperatura. Con ambas acciones se notó que sí pegaban y empezaban a crecer, aunque algunos de los problemas que se observaron es que también eran susceptibles a sufrir enfermedades y morir.

El investigador destaca que el problema con algunas de estas intervenciones es que es necesario ser conscientes de dos elementos: la escala espacial y la temporal. En relación con la primera explica que un coral crece en un año pocos milímetros, por lo tanto, uno que mide de un metro a metro y medio de alto probablemente tiene decenas de años.

“Si nosotros estamos plantando o generando ciertas intervenciones para recuperar los corales, esos resultados, de ser exitosos, no van a llegar mañana. Van a llegar en décadas Y los efectos positivos no necesariamente se van a percibir o ser tangibles en el corto tiempo”.

En cuanto a la escala espacial, cuando se plantan corales esta acción se realiza es espacios que abarcan cientos de metros, a lo mucho un par de kilómetros, pero los eventos de mortalidad de corales abarcan miles de kilómetros.

“Entonces, estamos a varios órdenes de magnitud, entre el esfuerzo por recuperar y la cantidad de corales que se perdieron. Con esto no quiero desalentar que se hagan estos esfuerzos, pero quiero que reconozcamos que hay esa diferencia Y eso nos tiene que llevar a pensar en otras soluciones”.

En la actualidad, algunas investigaciones mundiales están enfocadas en la evolución asistida, a través de la cual combinan corales o simbiontes de diferentes especies y lugares para tratar de integrar todas esas propiedades de resistencia al calor en ambos.

También se ha trabajado en la reproducción sexual, cuyos beneficios son que hay recombinación genética de individuos de la especie, así como también se trabaja en la identificación de probióticos (microbios) en los corales que pueden tener propiedades benéficas como ayudarlos a ser más resistentes y a crecer más rápido.

“Desde el punto de vista de soluciones se están haciendo muchos esfuerzos, algunas de esas cosas son muy costosas porque estamos hablando de biología molecular, recombinación genética, probióticos, es ciencia que se hace en laboratorios con mucho equipo, con análisis costosos, alguna está pasando en México, la mayoría está pasando fuera de México, pero sí estamos yendo en ese sentido”.

-

Por: María Luisa Santillán.

Sitio Fuente: Ciencia UNAM