temporada huracanes 2025 acercamos limite cientifico
CIENCIAS DE LA TIERRA / METEOROLOGÍA.
Históricamente, es raro que una tormenta tenga vientos que superen los 320 kilómetros por hora, pero estudios sugieren que podría no ser tan raro en un futuro próximo.
Cuando el huracán Milton se abatió sobre Florida a principios de octubre de 2024, su fuerza e intensidad aumentaron rápidamente, convirtiéndose en uno de los huracanes más intensos registrados en la cuenca atlántica y en el más fuerte que jamás haya azotado el Golfo de México a finales de la temporada de huracanes.
La tormenta se formó como depresión tropical sobre el suroeste del Golfo de México el sábado 5 de octubre. El lunes ya era de categoría 5, con vientos máximos sostenidos de 290 km/h. Aunque había descendido a categoría 3 al tocar tierra en la costa oeste de Florida, sus velocidades de hasta 190 km/h fueron suficientes para destruir más de 120 casas y arrancar el tejado del Tropicana Field.
Milton fue la segunda tormenta de categoría 5 de la temporada, tras Beryl en julio, lo que convierte a 2024 en el sexto año desde 1950 (tras 1961, 2005, 2007, 2017 y 2019) en el que se producen dos o más huracanes de categoría 5. Los datos científicos que relacionan el cambio climático con el empeoramiento de los huracanes son cada vez más claros; dos análisis recientes muestran que el calentamiento contribuyó a impulsar los huracanes Helene y Milton.
Dado que el calentamiento global no frena y que la temporada de huracanes 2025 está por comenzar, vale la pena preguntarse qué potencia podrían alcanzar las tormentas tropicales del futuro.
Poderosas tormentas como el huracán Katrina, que asoló Nueva Orleans en 2005, pueden causar graves daños a las ciudades que carecen de infraestructuras resistentes al cambio climático. Fotografía de Tyrone Turner, Nat Geo Image Collection
¿Cómo el aumento de las temperaturas potencia los huracanes?
Varios factores contribuyen a la formación de un huracán. Según Kerry Emanuel, del Instituto Tecnológico de Massachusetts, los dos más importantes son la temperatura del océano y la temperatura de la columna de aire hasta unos 20 kilómetros.
En general, dice, cuanto más calientes están esos dos elementos, más energía tiene disponible una tormenta para convertirse en ciclón tropical (conocidos como huracanes en el Atlántico y tifones en el Pacífico). Históricamente, añade, en ningún lugar del planeta el agua ha sido lo bastante cálida como para que la velocidad del viento de un ciclón tropical supere los 320 km/h, son raras las tormentas que se acercan a eso.
De hecho, dice, “quizá 1 % o 2 % de todas las tormentas se acercan a este límite”.
Sin embargo, “a medida que se eleva el contenido de gases de efecto invernadero en la atmósfera, provocando un aumento del calentamiento, ese límite crece. Así que es posible que a finales de siglo, si no conseguimos frenar los gases de efecto invernadero, el valor máximo esté más cerca de los 350 kilómetros por hora”.
En un estudio reciente, los climatólogos Michael Wehner, del Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley, y James Kossin, de la Fundación First Street, calcularon que, con dos grados centígrados de calentamiento global por encima de los niveles preindustriales, el riesgo de tormentas que se acerquen al actual límite teórico de velocidad aumenta hasta un 50% cerca de Filipinas y se duplica en el Golfo de México.
Como resultado, sugirieron la idea de una Categoría 6, para tormentas con vientos máximos sostenidos de 310 km/h o superiores, y descubrieron que, entre 1980 y 2021, cinco tormentas habrían alcanzado esa clasificación, todas ellas en los últimos nueve años del registro.
Los riesgos asociados a los huracanes.
En la actualidad, los huracanes se clasifican de categoría 1 a 5, en función de la velocidad máxima sostenida del viento, según la escala Saffir-Simpson. (Los tifones y los ciclones del océano Índico utilizan escalas diferentes). Los huracanes de categoría 1 tienen vientos de 119 a 152 km/h; los de categoría 5 superan las 250 km/h.
En su estudio, Wehner y Kossin sugirieron que, en un mundo que se calienta y en el que las tormentas intensas son cada vez más frecuentes, la naturaleza indefinida de la categoría 5 puede ser insuficiente para transmitir los riesgos asociados a los huracanes más potentes.
“La escala es útil para transmitir el mayor riesgo del cambio climático, porque refleja que las tormentas más ventosas tienen vientos más potentes”, sostiene Wehner. “Pero junto con eso vienen otros peligros que también son una amenaza: las marejadas ciclónicas costeras, las inundaciones de agua salada y las inundaciones interiores de agua dulce provocadas por las lluvias también se ven exacerbadas por el cambio climático”.
De hecho, señala, una gran tormenta que se agita lentamente, que se mantiene cerca de la costa y lleva grandes cantidades de agua a tierra puede ser al menos tan devastadora como una tormenta más compacta con vientos más fuertes.
“La supertormenta Sandy ni siquiera era de categoría 1 cuando tocó tierra en Nueva York y Nueva Jersey (en 2012)”, comenta. “Pero era tan grande espacialmente que fue devastadora”.
Otro problema de la escala, añade, es que anima a las personas en riesgo a centrarse en la velocidad del viento excluyendo otros factores de riesgo, y a veces a bajar la guardia cuando esa velocidad disminuye.
El mayor problema de los huracanes más peligrosos no es necesariamente el viento, afirma Emmanuel. Es el agua.
“Existe un consenso absoluto entre los científicos del clima en que el aumento de la temperatura incrementará las precipitaciones en los huracanes”, detalla. “Es física pura y dura. Por tanto, el verdadero aumento del peligro por el cambio climático no se debe tanto al aumento de la intensidad, aunque eso es importante. Se trata del aumento de la lluvia”.
Por: Kieran Mulvaney.
Sitio Fuente: National Geographic en Español