Patrones energéticos, ¿la clave definitiva para detectar vida en otros mundos?
ASTROBIOLOGÍA.
¿Estamos solos en el universo? La respuesta a una de las mayores preguntas de la humanidad se complica por una cuestión fundamental: si hay vida en otros mundos, puede que no la sepamos reconocer como tal por ser demasiado distinta a la de la Tierra, que es la única que conocemos.
En opinión de bastantes científicos, es casi seguro que una muestra de rocas de Marte o de otro astro no tendrá fósiles reconocibles u otro signo igualmente obvio de organismos vivos. Pero el hecho de que no reconozcamos signos de vida en otro mundo no significa que carezca de vida.
Los patrones energéticos podrían ser la vía definitiva para detectar vida en otros mundos. Ilustración: Amazings / NCYT.
De esto último están convencidos los autores de un estudio reciente sobre una nueva vía estratégica para detectar señales de vida aunque esta sea radicalmente distinta a todo lo que conocemos.
El estudio es obra de Mikhail Tikhonov, de la Universidad Washington en San Luis de Misuri en Estados Unidos, y Akshit Goyal, del Centro Internacional de Ciencias Teóricas, dependiente del Instituto Tata de Investigación Fundamental en la India.
Buscar vida que no sabemos cómo es no resulta una tarea fácil, ciertamente. No sabemos nada sobre el aspecto que pueden tener las formas de vida extraterrestres. Y ni siquiera hay garantías de que su composición química sea similar a la de formas de vida de nuestro mundo. Además, es importante recordar que los compuestos que llamamos “orgánicos” no son exclusivos de la vida. También pueden formarse sin ningún proceso biológico.
Pero entonces, ¿cómo podemos encontrar vida en otros planetas si no sabemos lo que buscamos?.
Aquí entra la estrategia explorada en el nuevo estudio. Tikhonov y Goyal proponen que, en vez de buscar compuestos químicos concretos asociados a la vida tal y como la conocemos, se examinen ciertos patrones de energía.
La definición más fundamental de la vida indica que una de las características que un objeto debe cumplir para que se le considere vivo es que tiene que consumir y transformar energía. Esta condición no es tan popular como la de que el objeto debe ser capaz de replicarse (reproducirse), pero lo que conlleva resulta más fácil de detectar que lo que conlleva la reproducción.
Los compuestos químicos tienen diferentes cantidades de energía almacenada. En la Tierra, los seres vivos descomponemos los compuestos de alta energía, como la glucosa, en productos de menor energía, como el dióxido de carbono.
La lógica nos dice que es muy poco probable que un organismo vivo esté solo. Lo más seguro es que forme parte de una comunidad ecológica en la que los individuos compiten por los recursos. Esta competición incentiva descomponer primero los compuestos de alto valor energético.
Todo esto implica que los organismos que consumen los recursos más ricos en energía competirán entre sí y desplazarán a los demás, dando lugar a un tipo particular de estratificación, con compuestos ordenados por contenido energético decreciente. No importa el aspecto de los organismos: mientras haya autorreplicación y competencia ecológica, es de esperar que se forme este patrón.
Las estructuras en capas pueden ser generadas por muchos procesos, tanto vivos como no vivos. Pero solo la vida organiza de manera ordenada esa escala energética. En otras palabras, encontrar una estratificación ordenada por contenido de energía solo puede significar la intervención de la vida.
En la Tierra, este patrón es común. Los autores del estudio argumentan que si una roca de Marte o de algún otro mundo muestra este mismo patrón, es una prueba fehaciente de que hay o hubo vida allí.
El estudio se titula “Energy-ordered resource stratification as an agnostic signature of life”. Y se ha publicado en la revista académica Nature Communications.
Por: Redacción.
Fuente: NCYT de Amazings