Donde el viento esparce hambre
FAO.
Un hongo fantasmal y la lucha de una coalición transnacional para salvar el trigo del mundo.
En un campo de trigo maduro, Lutfi Çetin se agacha e inspecciona las hojas y los tallos con la concentración de quien sabe perfectamente lo que está en juego. Sus cabellos grises brillan al sol, y no se ha remangado para proteger sus brazos del sol abrasador de Türkiye y de las afiladas espigas de trigo. Çetin lleva más de 30 años dedicado a la investigación de la roya. A su alrededor, el trigo se alza alto y erguido. Pero todo está en peligro por las infecciones de roya que se avecinan.
Lo que no se ve puede ser lo que acabe con la campaña.
Podría volver a aparecer la roya.
Durante generaciones, el trigo ha sido el pilar de la vida en Asia Central y el Cáucaso. Llena los hornos de los hogares, asegura los ingresos de la población y asienta los cimientos de la seguridad alimentaria y la nutrición nacionales. Sin embargo, la roya del trigo —un conjunto de enfermedades fúngicas transmitidas por el aire que tienen nombres poéticos como amarilla, foliar y del tallo— se ha convertido en una amenaza cada vez mayor en toda la región. Estos patógenos, que son transportados por el viento y la lluvia y evolucionan con rapidez, ya no son un problema local, sino que se han convertido en un enemigo mundial.
“Las esporas aéreas de la roya no respetan fronteras, como indicó Norman Borlaug”, señala Fazil Dusunceli, fitopatólogo de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en referencia al Premio Nobel de la Paz de 1970 por su contribución a la Revolución Verde. “Los hongos de la roya mutan en nuevas cepas que viajan por el aire, creando a su paso nuevos riesgos en diferentes regiones”.
Lo que está en juego no es algo teórico, y las cifras hablan por sí solas. Cada año, la roya del trigo destruye hasta 15 millones de toneladas de cereales en todo el mundo. En Tayikistán, por ejemplo, los campos de trigo abarcan unas 300 000 hectáreas.
“Si no se controlan las enfermedades de la roya del tallo del trigo, podríamos perder entre el 10 % y el 15 % de nuestra producción de trigo”, según estima el profesor Salimzoda Amonullo, Presidente de la Academia de Ciencias Agrícolas de Tayikistán.
La roya del trigo no es nada nuevo. Su linaje se remonta a miles de años atrás: ha dejado su impronta en los festivales romanos dedicados a la deidad Robigus y en las súplicas en su contra que figuran en las lamentaciones bíblicas. Pero lo que sí es nuevo es su alcance. Están surgiendo nuevas cepas de la roya con mayor rapidez y virulencia, que cruzan fronteras y océanos con gran facilidad.
“La forma más eficaz de gestionar estas enfermedades a largo plazo es mediante la vigilancia, el seguimiento de las nuevas razas y el desarrollo de nuevas variedades de trigo resistentes a estas enfermedades”, afirma Kumarse Nazari, patólogo de la roya del Centro internacional de investigación agrícola en las zonas secas (ICARDA).
Cada año, la roya del tallo del trigo destruye hasta 15 millones de toneladas de cereales en todo el mundo. © FAO/Nezih Tavlas
La roya amarilla prospera en ambientes húmedos y frescos, mientras que la roya del tallo y la roya foliar se dan en regiones más cálidas. Son todas implacables.
Para hacer frente a esta amenaza invisible, se ha formado una coalición realmente tangible. Con el apoyo de la FAO y el Gobierno de Türkiye, los científicos, los agricultores y los gobiernos de Azerbaiyán, Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán han aunado fuerzas con el objetivo de construir una primera línea de resistencia.
En los últimos cuatro años, los organismos fitosanitarios nacionales han recibido una amplia capacitación sobre vigilancia, diagnóstico de campo, manejo integrado y mejora de la resistencia en relación a la roya. Se han introducido nuevos instrumentos y se han perfeccionado las prácticas antiguas. Los agricultores están aprendiendo a reconocer los primeros signos de infección, y los investigadores estudian cómo realizar el seguimiento de la aparición de nuevas razas.
“La capacitación nos ayudó a seguir el ritmo de la evolución de la roya del trigo”, comenta Saykal Bobusheva, profesora adjunta de la Universidad Kirguisoturca de Manas, en Kirguistán. “Hemos aprendido a detectar infecciones, a responder con mayor eficacia y a intercambiar conocimientos con nuestros vecinos. Esto nos ha permitido reforzar nuestra investigación y la cooperación regional”.
Los conocimientos no se quedaron en las aulas, sino que llegaron a los campos, los laboratorios y los invernaderos. En la actualidad, cientos de agricultores y más de 140 expertos en sanidad vegetal de toda la región trabajan con planes de contingencia comunes, a fin de hacer un seguimiento de las enfermedades en tiempo real y, quizá lo más importante, para fomentar el tipo de confianza que hace posible la colaboración transfronteriza.
El programa, coordinado por la FAO y financiado por el Programa de asociación entre la FAO y Türkiye, ha vinculado a equipos nacionales con expertos mundiales del ICARDA, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), el Centro regional de investigación de las royas de cereales (RCRRC) y el Programa internacional de mejoramiento del trigo de invierno (IWWIP).
En Uzbekistán y Tayikistán se celebraron talleres centrados en la elaboración de estrategias y planes de contingencia nacionales. Lo que antes habrían sido informes de campo independientes entre sí actualmente son insumos para elaborar alertas regionales, lo que permite una respuesta coordinada.
Un programa coordinado por la FAO ha puesto en contacto a los equipos nacionales con expertos mundiales con el fin de transformar informes de campo independientes entre sí en alertas regionales y permitir una respuesta coordinada. © FAO/Fazil Dusunceli
La lucha contra la roya del trigo no la puede ganar un solo país. En palabras del Sr. Ahmet Volkan Güngören, del Ministerio de Agricultura y Silvicultura de Türkiye: “Los países no tienen capacidad para conseguir resultados por sí solos en la lucha contra las enfermedades de la roya del trigo; es necesaria la colaboración regional e internacional”.
Mediante el intercambio de datos, conocimientos especializados y percepciones, estas entidades colaboran para mejorar la prevención y la gestión de las enfermedades de la roya del trigo en toda la región. La serie de talleres sobre la elaboración de estrategias y planes de contingencia nacionales, como las recientes sesiones celebradas en Uzbekistán, Tayikistán y Türkiye, están mejorando la preparación de los países para hacer frente a la roya con mayor eficacia.
Más recientemente, los expertos del CIMMYT, el ICARDA y el RCRRC capacitaron a 33 oficiales técnicos de estos países en el desarrollo de variedades de trigo resistentes a estas enfermedades. Se les mostró una eficaz técnica de mejoramiento rápido que reducía la duración de dicho proceso en entre dos y tres años.
La capacitación también ha sentado las bases para la futura colaboración entre los países con el fin de mejorar la resiliencia de la producción de trigo a largo plazo.
Estas son todas muestras de progreso, y los programas de mejoramiento empiezan a ofrecer resultados prometedores en los ensayos locales. Ya se vislumbra en el horizonte la distribución de nuevas variedades prometedoras. Pero aún queda mucho por hacer. Los patógenos se adaptan, la presión se mantiene y los hongos no descansan.
Sitio Fuente: FAO