Growing Islands: el proyecto para salvar las Maldivas de hundirse en el mar

CAMBIO CLIMÁTICO Y ENERGÍA. Tiempo de lectura: 7 minutos.-

La búsqueda de construir islas con corrientes oceánicas en las Maldivas.

Una alternativa al dragado busca aprovechar el movimiento natural de la arena para proteger el archipiélago frente a la erosión y el aumento del nivel del mar.

En las imágenes satelitales, los más de 20 atolones de coral que forman las Maldivas se asemejan a restos óseos o a marcas de tiza en una escena del crimen. Sin embargo, estas formaciones, que rodean los picos de una antigua cadena montañosa sumergida bajo el océano Índico, están lejos de ser estáticas. Son fruto de procesos biológicos: lugares donde el coral ha ido creciendo hacia la superficie durante cientos de miles de años. Las corrientes marinas han ido empujando poco a poco arena —proveniente de fragmentos de ese mismo coral— hasta formar más de mil islas que emergen del agua.

Pero esas corrientes también son impredecibles. En cuestión de semanas pueden crear nuevos bancos de arena o hacerlos desaparecer. En las próximas décadas, la vida diaria de las cerca de 500.000 personas que habitan este país —el más bajo del mundo en altitud— dependerá de encontrar formas de mantener una base firme en medio de estos terrenos cambiantes. Más del 90 % de las islas han sufrido una fuerte erosión, y el cambio climático podría volver inhabitable gran parte del país hacia mediados de siglo.

En uno de los atolones, al sur de la capital, Malé, un grupo de investigadores está probando una nueva forma de capturar arena en puntos estratégicos. El objetivo: hacer crecer islas, recuperar playas y proteger las comunidades costeras frente al aumento del nivel del mar. Si uno nada unos 10 minutos mar adentro en la laguna de En’boodhoofinolhu, se encuentra con el Ramp Ring, una estructura poco convencional formada por seis grandes sacos de geotextil de alta resistencia. Estos sacos sumergidos, que son parte del proyecto Growing Islands (Islas en crecimiento), forman una especie de paréntesis abiertos separados entre sí por unos 90 metros.

Cada saco mide alrededor de dos metros de alto y se instalaron en diciembre de 2024. En febrero, las imágenes submarinas mostraban que la arena ya había subido aproximadamente metro y medio por sus superficies, demostrando que estas estructuras pueden ayudar a regenerar las playas rápidamente y, con el tiempo, crear una base firme para nuevas tierras. «Hay un montón de arena ahí. Está funcionando muy bien«, comenta Skylar Tibbits, arquitecto y fundador del Self-Assembly Lab del MIT, que desarrolla el proyecto en colaboración con la empresa tecnológica climática Invena, con sede en Malé.

El Self-Assembly Lab diseña tecnologías de materiales que pueden programarse para transformarse o “autoensamblarse” en el aire o bajo el agua, aprovechando fuerzas naturales como la gravedad, el viento, las olas o la luz solar. Entre sus creaciones se encuentran láminas de fibra de madera que adoptan formas tridimensionales al entrar en contacto con el agua, una innovación que los investigadores esperan aplicar, por ejemplo, en muebles planos y fáciles de montar, sin necesidad de herramientas.

Growing Islands es su proyecto más ambicioso hasta la fecha. Desde 2017, el equipo ha realizado diez experimentos en Maldivas, probando diferentes materiales, ubicaciones y estrategias, como estructuras inflables o redes de malla. El Ramp Ring es mucho más grande que cualquier intento anterior y busca superar la principal limitación de las versiones anteriores.

En Maldivas, las corrientes cambian de dirección según la estación del año. Los experimentos anteriores solo lograban capturar la arena durante una temporada, por lo que quedaban inactivos durante el resto del año. El Ramp Ring, en cambio, es «omnidireccional« y puede capturar arena durante todo el año. «Es básicamente un gran anillo, un gran bucle, y da igual la estación del monzón o la dirección de las olas: la arena se acumula siempre en el mismo sitio«, explica Tibbits.

Este enfoque representa una alternativa más sostenible para proteger el archipiélago, cuya población creciente depende de una economía que recibe a dos millones de turistas al año, atraídos por sus playas blancas y arrecifes de coral. En la mayoría de las 187 islas habitadas del país ya se han realizado intervenciones humanas para ganar terreno al mar o frenar la erosión, como bloques de hormigón, espigones o rompeolas. Desde la década de los 90, el dragado se ha convertido en la estrategia más habitual. Consiste en usar barcos equipados con potentes bombas para aspirar arena del fondo marino y depositarla en otro lugar.

Este proceso temporal permite a los promotores turísticos y a las islas densamente pobladas, como Malé, ampliar playas y construir islas personalizadas casi sin límites. Pero también deja zonas muertas donde se extrajo la arena y genera nubes de sedimentos que enturbian el agua, creando una especie de niebla marina perjudicial. El año pasado, el gobierno impuso una prohibición temporal del dragado para proteger los ecosistemas de los arrecifes, ya afectados por el aumento de la temperatura del océano.

Holly East, geógrafa de la Universidad de Northumbria (Newcastle, Reino Unido), considera que las estructuras del proyecto Growing Islands son una alternativa prometedora al dragado. No obstante, advierte —aunque no participa en el proyecto— que deben colocarse con cuidado para no alterar los flujos naturales de arena que ya alimentan las costas de las islas.

Con este fin, Tibbits y Sarah Dole, cofundadora de Invena, están realizando un análisis satelital a largo plazo de la laguna de En’boodhoofinolhu para entender cómo se mueve el sedimento en torno a los atolones. A partir de ese trabajo, el equipo está desarrollando una plataforma de inteligencia costera predictiva llamada Littoral. El objetivo es que funcione como «un sistema de monitoreo global de la salud del transporte de sedimentos«, explica Dole. La idea es no solo detectar dónde se está perdiendo arena, sino también anticipar dónde va a producirse la erosión. Así, las agencias gubernamentales y los desarrolladores podrán saber en qué lugares conviene instalar nuevas estructuras como el Ramp Ring.

El proyecto Growing Islands cuenta con el apoyo de la National Geographic Society, el MIT, el grupo de ingeniería de Sri Lanka Sanken y promotores turísticos. En 2023, recibió un importante impulso económico: una subvención de 250.000 dólares (220.000 euros) de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), que permitió construir el Ramp Ring y abrir la puerta a escalar la propuesta. Sin embargo, la cancelación de la mayoría de los contratos de USAID tras la toma de posesión del presidente Trump ha dejado al proyecto en busca de nuevos socios.

Por: Matthew Ponsford es periodista freelance y reside en Londres.

Sitio Fuente: MIT Technology Review