Europa inicia su era de vuelos espaciales comerciales
MIT. ASTRONÁUTICA. Tiempo de lectura: 9 minutos.
Europa finalmente se está tomando en serio sobre los cohetes comerciales.
El primer intento de lanzamiento orbital comercial del continente podría ser el inicio de una nueva y audaz era que acabe con la dependencia europea de SpaceX, Elon Musk y Estados Unidos.
Europa está al borde de una nueva era en tecnología espacial comercial. A medida que las tensiones políticas mundiales se intensifican y las relaciones con Estados Unidos se vuelven cada vez más tensas, varias empresas europeas ahora planean realizar sus propios lanzamientos en un intento por reducir la dependencia del continente de los cohetes estadounidenses.
En los próximos días, la empresa Isar Aerospace, con sede en Múnich, intentará lanzar su cohete Spectrum desde un lugar situado en los confines helados de la isla noruega de Andøya. Allí se ha construido un puerto espacial para pequeños cohetes comerciales, y Spectrum es el primero en intentarlo.
«Es un gran hito», afirma Jonathan McDowell, astrónomo y experto en vuelos espaciales del Centro Harvard-Smithsonian de Astrofísica de Massachusetts (Massachusetts, EE UU). «Hace tiempo que Europa debería contar con una industria de lanzamientos comerciales en condiciones».
Spectrum tiene 28 metros de altura, la longitud de una cancha de baloncesto. El cohete tiene dos etapas, o mejor dicho dos partes. La primera cuenta con nueve motores alimentados por una inusual combinación nunca antes vista en otros cohetes, de combustible de oxígeno líquido y propano, algo que, según Isar, da como resultado un mayor rendimiento. La segunda tiene solamente un motor para dar a los satélites su impulso final hacia la órbita.
El objetivo final de Spectrum es transportar satélites de hasta 1.000 kilos a la órbita terrestre baja. En este primer lanzamiento, sin embargo, no hay satélites a bordo, porque el éxito no está garantizado. «Es poco probable que llegue a la órbita», opina Malcolm Macdonald, experto en tecnología espacial de la Universidad de Strathclyde (Glasgow, Escocia). «El primer lanzamiento de cualquier cohete tiende a no funcionar».
Independientemente de si tiene éxito o fracasa, el intento de lanzamiento anuncia un momento importante en que Europa intenta poner en marcha su propia industria privada de cohetes. Se espera que otras dos empresas -la británica Orbex y la alemana Rocket Factory Augsburg (RFA)- realicen intentos de lanzamiento este mismo año. Estos esfuerzos podrían dar a Europa múltiples formas de llegar al espacio sin tener que depender de los cohetes estadounidenses.
«Europa tiene que estar preparada para un futuro más incierto», afirma Macdonald. «La incertidumbre de lo que ocurrirá en los próximos cuatro años con la actual administración estadounidense complica aún más la situación de las empresas de lanzamiento europeas».
Europa ha estado rezagada durante años respecto a Estados Unidos en los esfuerzos por los vuelos espaciales comerciales. El exitoso lanzamiento en 2008 del primer cohete de SpaceX, el Falcon 1, inició un periodo de dominio estadounidense del mercado mundial de lanzamientos. En 2024, 145 de los 263 intentos de lanzamiento mundiales fueron realizados por entidades estadounidenses, de las cuales 138 correspondieron a SpaceX. «SpaceX es la referencia en este momento», afirma Jonas Kellner, responsable de marketing, comunicaciones y asuntos políticos de RFA. Otras empresas estadounidenses, como Rocket Lab, que realiza lanzamientos, tanto desde Estados Unidos como desde Nueva Zelanda, también han tenido éxito. Al mismo tiempo, la industria de cohetes comerciales también está aumentando en China .
Europa lleva décadas lanzando sus propios cohetes Ariane y Vega desde el Centro Espacial Guayanés, un puerto espacial que opera en la Guayana Francesa, en Sudamérica. Recientemente, en marzo de 2024, la Agencia Espacial Europea (ESA) lanzó por primera vez desde allí su nuevo cohete Ariane 6 de carga pesada. Sin embargo, la historia del lanzamiento de cohetes desde Europa es mucho más limitada. En 1997, el contratista de defensa estadounidense, Northrop Grumman, lanzó un cohete Pegasus desde un avión que despegó desde las Islas Canarias. En 2023, la empresa estadounidense Virgin Orbit no logró alcanzar la órbita con su cohete LauncherOne tras un intento de lanzamiento desde Cornualles, en el Reino Unido. Nunca se ha intentado lanzar un cohete orbital vertical desde Europa Occidental.
Isar Aerospace es una de las pocas empresas que esperan cambiar esta situación con la ayuda de agencias como la ESA, que ha proporcionado desde 2019 financiación a empresas de lanzamiento de cohetes a través de su programa Boost. En 2024 concedió 44,22 millones de euros a Isar, Orbex, RFA y la empresa de lanzamiento alemana HyImpulse. Se espera que una o varias de estas empresas inicien pronto lanzamientos regulares desde Europa desde dos posibles emplazamientos: la ubicación elegida por Isar en Andøya y el puerto espacial de SaxaVord, en las islas Shetland, al norte del Reino Unido, donde RFA y Orbex planean hacer sus intentos.
«Espero que cuatro o cinco empresas lleguen al punto de lanzarse, y luego, a lo largo de un periodo de años, la fiabilidad y frecuencia de lanzamiento determinarán cuál o cuáles de ellas van a sobrevivir«, afirma McDowell.
Una prueba en la plataforma de lanzamiento de un motor de cohete ISAR AEROSPACE.
Ventajas únicas.
En su forma inicial, estos cohetes no rivalizarán con nada de lo que ofrece SpaceX en términos de tamaño y frecuencia. SpaceX lanza a veces su cohete Falcon 9 de 70 metros varias veces por semana y está desarrollando actualmente su mayor vehículo Starship para misiones a la Luna y Marte. Sin embargo, los cohetes europeos más pequeños pueden permitir a las empresas de Europa poner satélites en órbita sin tener que viajar hasta el otro lado del Atlántico. «Es una ventaja tenerlo más cerca», dice Kellner, que afirma que RFA tardará uno o dos días por mar en llevar sus cohetes a SaxaVord, frente a una o dos semanas de viaje a través del Atlántico.
Lanzar desde Europa también es útil para alcanzar órbitas específicas. Tradicionalmente, muchos lanzamientos de satélites se han realizado cerca del ecuador, en lugares como Cabo Cañaveral (Florida), para obtener un impulso adicional de la rotación de la Tierra. Desde estos lugares también se han lanzado naves tripuladas para alcanzar estaciones espaciales en órbita ecuatorial alrededor de la Tierra y la Luna. Desde Europa, sin embargo, los satélites pueden lanzarse hacia el norte sobre extensiones de agua deshabitadas para alcanzar la órbita polar, que puede permitir a los satélites de imagen ver la totalidad de la Tierra girar bajo ellos.
Dice McDowell que cada vez son más las empresas que quieren colocar satélites en sun-synchronous orbit, un tipo de órbita polar en la que un satélite que orbita la Tierra permanece bajo la luz solar perpetua. Esto es útil para los vehículos propulsados por energía solar. «La mayor parte del mercado comercial actual es la órbita polar sincrónica con el sol», explica McDowell. «Por eso, contar con un centro de lanzamiento a gran latitud, bien comunicado con los clientes europeos, marca la diferencia».
El objetivo final de Europa.
A largo plazo, las ambiciones europeas en materia de cohetes podrían ampliarse a vehículos que estén más a la altura del Falcon 9 a través de iniciativas como European Launcher Challenge de la ESA, que otorgará contratos a finales de este año. «Esperamos desarrollar un vehículo más grande en el marco del European Launcher Challenge», dice Kellner.
Thilo Kranz, director del programa de transporte espacial comercial de la ESA, sostiene que Europa podría incluso plantearse algún día lanzar seres humanos al espacio en cohetes más grandes. «Lo estamos estudiando», afirma. «Si un operador comercial se presenta con una forma inteligente de enfocar el acceso tripulado al espacio, sería un avance favorable para Europa».
Otro proyecto de la ESA, Themis, desarrolla tecnologías para reutilizar cohetes. Esta ha sido la innovación clave del Falcon 9 de SpaceX, que permitió a la empresa reducir drásticamente los costes de lanzamiento. Algunas empresas europeas, como MaiaSpace y RFA, también están investigando la reutilización. Esta última tiene previsto utilizar paracaídas para llevar la primera etapa de su cohete hasta un aterrizaje en el mar, donde podrá ser recuperada.
«En cuanto llegas a algo como un competidor de Falcon 9, creo que está claro que la reutilización es crucial», dice McDowell. «No van a ser económicamente competitivos sin reusabilidad».
El objetivo final de Europa es tener una industria de cohetes soberana que reduzca su dependencia de Estados Unidos. «En la situación geopolítica general en la que nos encontramos, probablemente sea más importante que hace seis meses», afirma Macdonald.
El continente ya ha demostrado que puede diferenciarse de Estados Unidos de otras formas. Por ejemplo, Europa ahora tiene su propio sistema satelital como alternativa al Sistema de Posicionamiento Global (GPS) de Estados Unidos. Se llama Galileo, comenzó a lanzarse en 2011 y es cuatro veces más preciso que su homólogo estadounidense. Isar Aerospace, y las empresas que le sigan, podrían ser el primer indicio de que los cohetes comerciales europeos pueden desmarcarse de Estados Unidos de forma similar.
«Necesitamos asegurar el acceso al espacio», dice Kranz, «y cuantas más opciones tengamos para lanzar al espacio, mayor será la flexibilidad».
Por: Jonathan O'callaghan.
Sitio Fuente: MIT Technology Review