El éxito de lenacapavir para prevenir el VIH sorprende a los científicos
CIENCIAS DE LA SALUD / ENFERMEDADES TRANSMISIBLES. Tiempo de lectura: 9 minutos.
Este disparo anual podría proteger contra las infecciones por VIH.
Los resultados prometedores de un ensayo en fase inicial sugieren que las inyecciones de lenacapavir podrían ofrecer una protección duradera.
Todos los años, mis colegas y yo elaboramos una lista de las que creemos que son las 10 tecnologías más revolucionarias de ese año . Cuando tuvimos que abordar las innovaciones en biotecnología, vimos que había un claro ganador: el lenacapavir, un fármaco que previno las infecciones por VIH en el 100% de las mujeres y niñas que lo recibieron en un ensayo clínico.
En medicina nunca se escucha eso del ‘100%’. El ensayo fue el más exitoso que hemos visto jamás para la prevención del VIH. El medicamento también es seguro (ya está aprobado para tratar infecciones por VIH) y solo necesita aplicarse dos veces al año para ofrecer protección total.
La semana pasada, en una conferencia celebrada en San Francisco (California, EE UU), se anunciaron los resultados de un pequeño ensayo de fase I de inyecciones anuales de lenacapavir. Estos primeros ensayos en humanos están diseñados para comprobar la seguridad de un fármaco en voluntarios sanos. Aun así, los resultados son increíblemente prometedores: todos los voluntarios seguían teniendo el fármaco en el plasma sanguíneo un año después de las inyecciones, y a niveles que los protegerían de las infecciones por VIH, según estudios anteriores.
Normalmente no me entusiasman demasiado los ensayos de fase I, en los que suelen participar un puñado de voluntarios y no es posible decir mucho sobre la probabilidad de que un fármaco funcione. Pero este ensayo parece ser diferente. El conjunto de todos los ensayos con lenacapavir podrían acercarnos significativamente al fin de la epidemia de VIH.
Para empezar, un breve repaso. Desde 2012 disponemos de fármacos profilácticos preexposición (PPrE) eficaces contra el VIH, pero deben tomarse a diario o justo antes de que la persona se exponga al virus. En 2021, la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE UU aprobó el primer fármaco inyectable de acción prolongada para la prevención del VIH. Este fármaco, el cabotegravir, debe inyectarse cada dos meses.
No obstante, los investigadores han estado trabajando en fármacos que ofrezcan una protección aún más duradera, ya que a las personas les puede resultar difícil acordarse de tomar las pastillas diarias cuando están enfermas, por no hablar de cuando están sanas. Además, estos medicamentos tienen un estigma asociado. «A la gente le preocupa oír las pastillas moverse en su bolso mientras van en el autobús… o verlas en un botiquín o en la mesa de noche», dice Moupali Das, vicepresidente de prevención y virología del VIH, pediatría y desarrollo clínico del VIH en Gilead Sciences.
Luego vinieron los estudios sobre el lenacapavir. El fármaco ya está aprobado como tratamiento para algunos casos de infección por VIH, pero el año pasado dos ensayos probaron su eficacia en la prevención. En uno de ellos, más de 5.000 mujeres y adolescentes de Uganda y Sudáfrica recibieron inyecciones de lenacapavir dos veces al año o una píldora diaria de PPrE. Ese ensayo fue un éxito rotundo: no hubo casos de VIH entre las voluntarias que recibieron lenacapavir.
En un segundo ensayo, el fármaco se probó en 3.265 hombres y personas de género diverso, incluidos hombres transexuales, mujeres transexuales y personas de género no binario. Las inyecciones suministradas dos veces al año redujeron la incidencia del VIH en este grupo en un 96%.
En un estudio más reciente, que también se publicó en The Lancet, Das y sus colegas probaron una nueva formulación del fármaco en 40 voluntarios sanos de Estados Unidos. Los participantes recibieron lenacapavir pero con una formulación ligeramente distinta y con una dosis más alta. Y, mientras que en los ensayos anteriores se inyectaba bajo la piel, estos participantes recibieron inyecciones en los músculos de los glúteos. La mitad de los voluntarios de este ensayo recibieron una dosis más alta que los demás.
El medicamento parecía ser seguro y todo indica que también será efectivo. Estas personas no estaban en riesgo de contraer VIH, pero los niveles del fármaco en su plasma sanguíneo se mantuvieron elevados, incluso en aquellos que recibieron la dosis más baja.
Un año después de su inyección, los niveles del fármaco seguían siendo superiores a los observados en las personas protegidas contra el VIH en los ensayos del año pasado. Esto sugiere que la nueva inyección anual será tan protectora como la inyección semestral, afirma Renu Singh, director principal de farmacología clínica de Gilead Sciences, que presentó los resultados en la Conferencia sobre Retrovirus e Infecciones Oportunistas de San Francisco.
«Estaba muy emocionada [al conocer los resultados]», afirma Carina Márquez, profesora asociada de medicina en la Universidad de California en San Francisco (EE UU), que estudia las enfermedades infecciosas y trata a personas con VIH.
Las vacunas anuales facilitarían las cosas -y podrían resultar más baratas- tanto para los pacientes como para los profesionales sanitarios, afirma Márquez. «Si funciona, lo que parece prometedor según los datos de la fase I, cambiará las reglas del juego», afirma.
El fármaco actúa interfiriendo en la capacidad de replicación del virus. Pero también parece tener unas propiedades muy inusuales, dice Singh. Puede tomarse diaria o anualmente. Las dosis pequeñas pueden permanecer en la sangre durante días en lugar de horas. Y las dosis mayores forman lo que se conoce como un depósito, que libera el fármaco gradualmente a lo largo del tiempo.
«Antes trabajé en la FDA y estudié muchísimas moléculas y productos distintos, pero nunca había visto nada parecido», añade Singh. Ella y sus colegas han ideado apodos para el fármaco, como «mágico», «el unicornio» y «len ilimitado».
Una vez finalizado con éxito un ensayo de fase I, los investigadores suelen pasar a un ensayo de fase II, diseñado para comprobar la eficacia de un fármaco. Esto no es necesario en el caso del lenacapavir, dado el éxito sin precedentes de los ensayos del año pasado. Por eso, el equipo de Gilead planea actualmente un ensayo de fase III, que consistirá en probar las inyecciones anuales en un gran número de personas con riesgo de infección por el VIH.
El fármaco aún no está aprobado, pero los investigadores de Gilead han presentado lenacapavir dos veces al año para su aprobación por la FDA y la Agencia Europea de Medicamentos, y esperan que la FDA lo apruebe en junio, dice Das. El fármaco también se está evaluando según el procedimiento EU-Medicines for all (EU-M4all), que es una colaboración entre la EMA y la Organización Mundial de la Salud para acelerar la aprobación de medicamentos para países no europeos.
Lo que ocurre con cualquier medicamento nuevo que es usado para tratar una infección que afecta a los países de ingresos bajos y medios, es que el coste es una gran preocupación. Las formulaciones existentes de lenacapvir (utilizado para tratar las infecciones por VIH) pueden costar, el suministro anual, unos 40.000 dólares (unos 36.680 euros). «Todavía no hay precio para la [formulación] semestral», dice Das.
Gilead ha firmado acuerdos de licencia con seis fabricantes de medicamentos genéricos que venderán versiones más baratas del fármaco en 120 países de ingresos bajos y medios. En diciembre, el Fondo Mundial y otras organizaciones anunciaron planes para garantizar el acceso a lenacapavir dos veces al año a 2 millones de personas en dichos países.
Sin embargo, este esfuerzo se coordinó con el Plan de Emergencia del Presidente de Estados Unidos para el Alivio del Sida (PEPFAR), un programa cuya propia existencia se ha visto amenazada tras una orden ejecutiva emitida por la administración Trump para pausar la ayuda exterior.
«Ahora mismo estamos estudiando la situación política y evaluando nuestras posibles opciones», afirma Singh. «Nos comprometemos a trabajar con el gobierno para ver qué sigue y qué se puede hacer».
La pausa en la ayuda exterior estadounidense tendrá consecuencias devastadoras para la salud de las personas en todo el mundo . Y la idea de que pueda interferir en el acceso a un medicamento que podría ayudar a poner fin a la epidemia de VIH -que ya se ha cobrado más de 40 millones de vidas– es una perspectiva desgarradora. Se calcula que 630.000 personas murieron por causas relacionadas con el VIH en 2023. Ese mismo año, otros 1,3 millones de personas contrajeron el VIH.
«Estamos en un buen momento para acabar con la epidemia«, afirma Márquez. «Hemos llegado tan lejos… tenemos que recorrer la última milla y hacer llegar el producto a la gente que lo necesita».
Por: Jessica Hamzelou.
Sitio Fuente: MIT Technology Review