El libre albedrío es un espejismo mental, según el neurocientífico Robert Sapolsky
NEUROCIENCIAS.
Nos ayuda a dar sentido a nuestras acciones y a responsabilizarnos de ellas, pero no es real.
La imagen muestr a una persona que cree que está eligiendo libremente, pero que en realidad está siendo manipulada por hilos invisibles. Generador de imágenes de la IA de BING para T21/Prensa Ibérica, desarrollada con tecnología de DALL·E.
El libre albedrío es una ilusión que nos lleva a creer que somos los responsables de nuestro comportamiento, cuando en realidad nuestras decisiones están determinadas por una compleja red de causas y efectos que se remontan a nuestro pasado más remoto y que no podemos modificar. Todo un órdago a la idea tradicional de que somos agentes racionales y autónomos que actúan según su voluntad.
¿Qué determina nuestras decisiones? ¿Somos libres de elegir entre diferentes opciones o estamos condicionados por factores que escapan a nuestro control? Estas son algunas de las preguntas que plantea el neurocientífico Robert Sapolsky en su nuevo libro Determined: Life Without Free Will (Determinados: La vida sin libre albedrío), una obra que explora la ciencia de las decisiones humanas.
Sapolsky, profesor de biología, neurología y neurocirugía en la Universidad de Stanford e investigador asociado en el Museo Nacional de Kenia, es uno de los mayores expertos mundiales en el estudio del estrés y sus efectos en el cerebro y el cuerpo.
Múltiples factores.
Ha recibido diversos reconocimientos, como el Premio John P. McGovern de Ciencias del Comportamiento, otorgado en 2007 por la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia, tanto por sus trabajos de investigación como por los numerosos artículos publicados en diferentes revistas científicas.
En su libro, Sapolsky combina su amplio conocimiento de la neurobiología, la genética, la psicología, la sociología y la historia para examinar los múltiples factores que influyen en nuestro comportamiento, desde los niveles hormonales hasta el entorno social, pasando por la cultura y la evolución.
Una ilusión mental.
Sapolsky sostiene que el libre albedrío es una ilusión, una construcción mental que nos ayuda a dar sentido a nuestras acciones y a responsabilizarnos de ellas.
Sin embargo, según él, nuestras decisiones están determinadas por una compleja red de causas y efectos que se remontan a nuestro pasado más remoto y que no podemos modificar.
Así, Sapolsky desafía la idea tradicional de que somos agentes racionales y autónomos que actúan según su voluntad.
Base neurológica.
Se basa en un enfoque neurológico: “para que exista libre albedrío, tendría que funcionar a nivel biológico de forma completamente independiente de la historia de ese organismo. Sería capaz de identificar las neuronas que causaron un comportamiento particular, y no importaría qué estuviera haciendo cualquier otra neurona en el cerebro, cuál era el ambiente, cuáles eran los niveles hormonales de la persona, o en qué cultura había crecido. Muéstrame que esas neuronas harían exactamente lo mismo con todas estas otras cosas cambiadas, y me habrás demostrado que existe el libre albedrío”, explicó al NYT.
Y añade que la neurociencia se está volviendo realmente buena en dos niveles. Uno es comprender qué hace una parte particular del cerebro, basándose en técnicas como la neuroimagen y la estimulación magnética transcraneal. El otro está al nivel de cosas pequeñas y reductivas: las diferentes interacciones entre genes y enzimas.
¿Realmente somos autónomos en nuestras decisiones? Generador de imágenes de la IA de BING para T21/Prensa Ibérica, desarrollada con tecnología de DALL·E.
Problema sin resolver.
Sin embargo, el problema radica en que todavía no hemos podido comprender cómo de estos pequeños componentes puede surgir la consciencia y el comportamiento.
El libro de Sapolsky no es solo un análisis científico, sino también una reflexión ética y filosófica sobre las implicaciones de vivir sin libre albedrío. ¿Qué significa para nuestra moralidad, nuestra justicia, nuestra política y nuestra felicidad aceptar que no somos libres? ¿Cómo podemos convivir con la idea de que estamos determinados por fuerzas que no podemos controlar ni comprender? ¿Qué papel juega el azar en nuestras vidas?
Preguntas sin respuesta.
Sapolsky no ofrece respuestas definitivas, sino que invita al lector a cuestionar sus propias creencias y a explorar las posibilidades de una vida sin libre albedrío. Señala que una gran parte de la miseria de la humanidad se debe a mitos sobre el libre albedrío.
Aborda la cuestión de cómo deberíamos vivir en ausencia del libre albedrío y señala que es una razón para vivir con profundo perdón y comprensión, para ver "lo absurdo de odiar a cualquier persona por cualquier cosa que haya hecho", ya que según su planteamiento en realidad esa persona no ha elegido libremente lo que ha hecho.
Considera que esto es “liberador” para la mayoría de las personas, para quienes “la vida ha consistido en ser culpados, castigados, privados e ignorados por cosas sobre las que en realidad no tienen control”.
Robert Sapolsky en 2023: ¿Ha elegido libremente decirnos que no somos libres? Christopher Michel/CC BY-SA 4.0.
¿Qué somos y qué hacemos?
En su libro, Sapolsky nos hace replantearnos lo que somos y lo que hacemos. Aborda temas tan diversos como el origen biológico de la religión, la influencia del clima en la violencia, el papel del sueño en la memoria, el efecto placebo, el altruismo, el amor, el odio, la culpa, el perdón y mucho más.
Con ejemplos reales y experimentos sorprendentes, Sapolsky muestra cómo nuestro cerebro procesa la información y cómo nuestras emociones afectan a nuestro juicio. También analiza cómo nuestra cultura y nuestra historia moldean nuestra forma de pensar y de actuar.
Sapolsky reconoce que su visión del libre albedrío puede resultar incómoda o incluso deprimente para algunas personas. Sin embargo, opina que hay motivos para ser optimistas y para buscar formas de mejorar nuestra sociedad y nuestra vida personal.
Según él, aceptar que no somos libres no significa renunciar a nuestros valores o a nuestros sueños, sino entender mejor cómo funcionamos y cómo podemos cambiar. Y sentencia: “no es cierto que en un mundo determinista nada pueda cambiar”.
Por: Eduardo Martínez de la Fe.
Sitio Fuente: Levante / Tendencias21