«Asesinada por la vida»: ¿Cómo murió la pintora mexicana Frida Kahlo, según sus últimos testigos?

HISTORIA DEL ARTE / PERSONAJES.-

El 13 de julio de 1954, se dio a conocer una noticia de la que muchos no se recuperarían: Frida Kahlo había muerto.

Retrato de Frida Kahlo, Arturo Estrada / Colección José Chávez Morado. Acervo INBAL, IECG-Museo del Pueblo de Guanajuato

Frida Kahlo murió como vivió: intensa y dolorosamente. Como ella misma lo dijo, fue múltiples veces “asesinada por la vida”. Su muerte trajo consigo preguntas con respuestas variadas y poco certeras. ¿Cómo fue la muerte de Frida Kahlo? ¿Fue un suicidio o simplemente su cuerpo no resistió más?

Entre síndromes y accidentes.

La pintora Frida Kahlo nació un 7 de julio en el pueblo de Coyoacán. Tuvo una vida llena de padecimientos médicos. No pudo escapar de un mal congénito que acechaba a su familia, el síndrome de espina bífida. Esta afección suele dañar la columna vertebral y el sistema nervioso.

Aunado a este síndrome, la pintora sufrió un accidente de autobús que la dejó parcialmente inmóvil por tres meses. Durante el reposo obligado, Frida Kahlo de 18 años decidió empezar a pintar.

    «Me retrato a mí misma porque paso mucho tiempo sola y porque soy el motivo que mejor conozco», dijo en alguna ocasión la pintora.

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Frida Kahlo sobre su muerte: “Espero alegre la salida -y espero no volver jamás-”.

En una entrevista exclusiva para National Geographic en Español, la escritora Martha Zamora, biógrafa de la pintora, nos habla sobre los últimos días de Frida. Nos cuenta que sus últimas apariciones públicas fueron en su exposición individual y en la marcha que se hizo en protesta contra la intervención de Estados Unidos en el Gobierno de Guatemala.

    «En esas últimas ocasiones que se le ve en público, en que deja su refugio de lo que conocemos ahora como la Casa Azul, se presenta muy mal […]», menciona la autora. «Su presencia fue triste sobre todo en la marcha, se percibe que ni siquiera tiene el ánimo de que la arreglen y la decoren como estaba acostumbrada, con flores en la cabeza, grandes aretes, mucha pintura en la cara. Sale con una mascada arrugada y fea y es como la vemos en silla de ruedas cerca de la Alameda, rodeada por amigos que incluso le detienen la pancarta que lleva en la mano

En su libro Frida: El pincel de la Angustia, Martha recopila testimonios del círculo social de Frida. Amigos, médicos, compañeros y familiares platicaron con la autora para enriquecer la biografía de la artista.

Sobre la muerte de Frida Kahlo, Zamora recuperó el testimonio de la señora Cornelia Mayet, la enfermera práctica a quien Frida llamaba ‘mamá’. Mayet cuenta que como a las seis de la mañana del 13 de julio de 1954, escuchó llegar al ayudante de Diego Rivera, esposo de Frida.

    «[…] salí de la recámara hacia la cama de Frida. Ella tenía los ojos abiertos, fijos y mirando hacia un lado. Su brazo derecho colgaba fuera de la cama. La toqué, la llamé: ‘M’hija, ¿qué te pasó?’. La sentí fría y le grité a Manuel para que subiera y le fuera a avisar al señor Rivera a su estudio lo que le había pasado a la niña Frida.»

El acta de defunción de Frida afirma que la causa de muerte fue una ‘embolia pulmonar’. Sin embargo, las causas de ésta pudieron ser varias. Su biógrafa nos habla de dos: una inevitable muerte ante el deterioro corporal y un suicido involuntario por una sobredosis de demerol.

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Frida Kahlo frente a su pintura «Unos cuantos piquetitos». / Hulton Archive, Getty Images

Sobre la primera, Martha Zamora afirma que Frida Kahlo era consciente del enorme esfuerzo que requería su condición para quienes la rodeaban. Diego Rivera era quien se encargaba de coordinar los apoyos que la mantenían con vida. Sin embargo, Frida veía el deterioro en su esposo. Estos indicios de cansancio motivaron la rendición de Frida ante las condiciones que su cuerpo le imponía.

En el caso de la sobredosis, la biógrafa apunta que la adicción por el demerol era cada vez más insaciable.

    «En su diario, la última inscripción es una frase sumamente triste que dice “Espero alegre la salida y espero no volver jamás”. Estaba harta», afirma Zamora. «Yo creo sinceramente que pudo haber sido una sobredosis de demerol inyectada por una persona adicta (porque ella se inyectaba personalmente en muchas ocasiones) que se despierta a la mitad de la noche.»

Frida después de Frida.

Frida Kahlo, quien en vida nunca fue reconocida como lo es hoy, fue velada en el Palacio de Bellas Artes. Gracias a Andrés Iduarte, su compañero de preparatoria y director en aquel entonces del Instituto Nacional de Bellas Artes, la ceremonia fúnebre pudo llevarse a cabo en este importante recinto.

El artista Arturo Estrada, quien fue alumno de la pintora, dice en su libro de memorias próximo a publicarse:

    «Todo México, conmovido, asistió a las exequias. La maestra, durmiente, yacía en un ataúd decorado por dentro con flores y listones, último esplendor de una vida festiva transcurrida entre colores. Acompañaban a Diego Rivera distinguidas personalidades de la política, el arte y la cultura».

Con esa imagen en mente, Estrada realizó un cuadro en el que retrató a Frida Kahlo en su ataúd. La obra conmovió a Diego Rivera hasta las lágrimas.

Martha Zamora cuenta que, entre las personalidades de izquierda que asistieron al funeral, se encontraba incluso el ex-presidente Lázaro Cárdenas. El acto político que protagonizó el momento fue cuando Arturo García Bustos, otro de sus alumnos, colocó la bandera del partido comunista sobre el féretro de la maestra.

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Velorio de Frida Kahlo en el Palacio de Bellas Artes / Autor no identificado.

Este acto político le costó el puesto a Andrés Iduarte, quien tuvo que renunciar a su cargo, y a la obra de Frida, pues como Zamora lo menciona durante la entrevista “Durante más de veinte años la obra de Frida Kahlo no se exhibe en México”.

A 68 años de la muerte de Frida Kahlo, se la recuerda como un ícono que representa la diferencia. Feminista, discapacitada, luchadora social, mujer, Frida nos deja siempre con ganas de conocer más sobre ella, de luchar por las causas que consideramos justas y de enfrentarnos con valentía a las dificultades de la vida.

Por: Lydia Leija.

Sitio Fuente: National Geographic en Español