Los egipcios dividieron el cielo para crear el calendario de 365 días hace 5,000 años
ANTROPOLOGÍA E HISTORIA.
El calendario egipcio constaba de 365 días y consideraba 3 estaciones, basadas en las inundaciones anuales del Nilo. Así funcionaba.
Así se ve el techo astronómico en la cámara funeraria de la tumba de Ramsés VI | Crédito: R Prazeres (CC BY-SA 4.0).
Llegó un punto en el que la situación era insostenible. Después de décadas de pedir la clemencia de los dioses, y no tener resultados favorables, los egipcios volvieron la mirada a las alturas. Fue así, entre las constelaciones y los movimientos del Sol, que encontraron el calendario egipcio: un sistema para dividir el año en exactamente 360 días, con 5 «añadidos» más.
Este sistema calendárico se desarrolló hacia el III milenio a.C., cuando esta civilización empezó a medir los ciclos agrarios. Específicamente, para poder predecir las inundaciones del Nilo, y evitar que las cosechas se vieran afectadas. Esto es lo que sabemos.
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Dividir la bóveda celeste y sus constelaciones.
Detalle del Papiro Greenfield (el Libro de los Muertos de Nesitanebtashru). Representa al dios del aire Shu, asistido por las deidades Heh con cabeza de carnero, sosteniendo a la diosa del cielo Nut mientras el dios de la tierra Geb se reclina debajo. / Wikimedia Commons
En el Antiguo Egipto, el ritmo de la vida estaba marcado por el ciclo solar. A nivel simbólico, lo representaron con el trayecto que seguía Ra, el dios del disco solar, a través de la bóveda celeste. A lo largo del día, desfilaba a través del cielo. Por las noches, vencía a los seres de las tinieblas, para resucitar nuevamente al día siguiente: vigoroso y victorioso.
Así, los egipcios también entendían la victoria de la vida sobre la muerte. Por ello, gran parte del desarrollo agrario se basó en la observación de fenómenos astronómicos. Sólo así lograron ‘predecir’ las inundaciones del Nilo —y usarlas a su favor, para aprovechar las jornadas de riego que el río les permitía.
Wikimedia Commons.
Con todo lo anterior, no había un solo calendario egipcio. En la antigüedad, se emplearon dos, el oficial y el agrícola:
- Calendario oficial: dividía el año en 360 días, a los que se les añadían 5 más para compensar la imprecisión; a su vez, partía el año en 12 meses de 30 días.
- Calendario agrícola: estaba regido por la aparición de la estrella Sirio en la bóveda celeste, como el punto de referencia de cuándo empezarían las inundaciones (sin embargo, también dividía el año en 365 días y 6 horas).
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Por lo cual, Sirio se convirtió en un punto de referencia vital en el calendario egipcio. La mención más antigua que se tiene de ella data de la Dinastía I, cuando se le representó como una vaca sentada con el ideograma de ‘año’ entre los cuernos.
El año tenía 3 estaciones.
El calendario egipcio consideró sólo 3 estaciones: Akhet, relativa al periodo de inundaciones; Peret, la temporada de siembra; y Chemu, para recolectar los bienes de la tierra.
«El calendario civil egipcio se introdujo más tarde», documenta Britannica, «presumiblemente con fines administrativos y contables más precisos.»
Evidencia de todo ello quedó escrita en las cámaras funerarias de los faraones. Usualmente, los escribas dedicaban los techos de estos espacios para explicar la división anual, considerando incluso las estaciones. Así de importante era el calendario egipcio a nivel simbólico.
Por: Andrea Fischer.
Sitio Fuente: National Geographic en Español