En busca de un enfoque más preciso que la ‘ascendencia’ y la ‘raza’ en la Medicina Forense

Cuba. CIENCIAS SOCIALES.-

A partir de nueve conjuntos de datos recolectados en Chile, Colombia, Cuba, Guatemala, Panamá, Puerto Rico, Perú y España, un estudio trata de precisar estos conceptos.

Un enfoque incorrecto.

Un estudio encabezado por la Universidad Estatal de Carolina del Norte (Estados Unidos) encuentra que los investigadores forenses emplean términos relacionados con la ascendencia y la raza de manera inconsistente, y pide que la disciplina adopte un nuevo enfoque para explicar mejor la fluidez de las poblaciones y cómo los eventos históricos han dado forma a nuestras características esqueléticas.

“La Antropología Forense es una Ciencia y necesitamos usar términos de manera consistente”, afirma Ann Ross, primera autora del estudio. La raza es una construcción social, no hay base científica para ello. En términos prácticos, esto significa que la raza puede ser tremendamente engañosa en un contexto forense. Por ejemplo, una persona desaparecida puede haber sido designada como negra en su licencia de conducir debido a su color de piel. Pero sus restos óseos pueden no indicar que tuviera pasado africano, porque su estructura ósea puede reflejar otros aspectos de su ascendencia.

“Al igual que muchas disciplinas, la Antropología Forense se ha ido adaptando a los problemas relacionados con la raza”, apunta Ross. “Algunas personas en la disciplina quieren eliminar por completo la evaluación del lugar de origen de un individuo. Otros dicen que los enfoques convencionales todavía tienen valor para ayudar a identificar restos humanos. En este documento, recomendamos un tercer camino. Este estudio se centra en encontrar formas de evaluar la variación humana que nos brinden información valiosa en contextos forenses y antropológicos, pero que eviten aferrarse al uso de valores predeterminados obsoletos como la raza”.

En el marco del estudio, los investigadores analizaron todos los artículos publicados en la revista ‘Journal of Forensic Sciences’ entre 2009 y 2019 que hacían referencia a la ascendencia, la raza o términos relacionados. El objetivo de este análisis de contenido fue determinar si los términos se utilizaban de forma coherente en el campo. Y no fue así.
En una segunda parte del estudio, los investigadores utilizaron datos morfométricos y métodos de análisis espacial para evaluar la validez de términos como “europeo” o “africano” para describir el origen ancestral de los restos humanos, según la información de la universidad norteamericana recogida por DiCYT.

En total, los investigadores evaluaron nueve conjuntos de datos que comprenden 397 personas. Se trata de restos humanos recolectados en Chile, Colombia, Cuba, Guatemala, Panamá, Puerto Rico, Perú, España y una población de africanos esclavizados que habían sido enterrados en Cuba. Todos los restos, excepto los de los africanos esclavizados, proceden de los siglos XX o XXI.

En su revisión de artículos recientes, los investigadores encontraron que los expertos forenses a menudo todavía se refieren a los restos como de origen africano, asiático o europeo. "Pero nuestro análisis de estos nueve conjuntos de datos muestra que este enfoque es incorrecto, porque no es tan simple", asegura Ross.

“Usemos a Panamá como ejemplo”, dice la investigadora, panameña. “Ha habido grandes movimientos de personas en esta área durante los últimos 500 años: pueblos indígenas que son anteriores al colonialismo, colonizadores de Europa, esclavos de África, inmigrantes de Asia. Los restos contemporáneos que vemos en Panamá reflejan todas esas influencias”.

“Como campo, gran parte de nuestro trabajo se ha centrado en analizar los datos de los restos de poblaciones históricas. Creo que debemos comenzar a hacer más trabajo que pueda ayudarnos a comprender mejor las formas en que los eventos históricos han contribuido a dar forma a las características esqueléticas de las poblaciones modernas", detalla la investigadora.

“Como antropólogos forenses, necesitamos cambiar la forma en que pensamos sobre el origen. Necesitamos comenzar a pensar en los marcadores físicos en el contexto de la afinidad de la población y cómo podemos usarlos para comunicarnos claramente y para ayudar a conocer a quién estamos viendo cuando trabajamos con restos no identificados. Necesitamos asegurarnos de que no estamos contribuyendo, sin darnos cuenta, a las desigualdades estructurales y al racismo”, concluye.

Sitio Fuente: DICyT