Ricardo Castillo recibirá el Premio Jalisco 2023 en el ámbito literario
UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA.
Para el poeta, el galardón significa una manera de “estar presentable” en una nueva etapa de su vida personal y literaria.
El poeta jalisciense Ricardo Castillo Sevilla, académico jubilado del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH) de la UdeG, obtuvo el Premio Jalisco 2023 en el ámbito literario por su trayectoria, en la que suma obra literaria, poesía sonora y obra gráfica.
En entrevista, Castillo contó que se enteró de esta distinción el pasado viernes 10 de cuando corría, junto con su pareja, como hace todas las mañanas. El premio, afirmó, le llega pleno de significado tras una vida dedicada al arte y como una manera de “estar presentable” en “último tramo de la vida”, en el que pinta, escribe y sigue disfrutando del futbol.
“Voy a hacer una broma porque creo que hubiera sido más oportuno hace 30 años este premio cuando podía comer de todo y tenía media vida por delante, pero ahora es más significativo. Hay mucha gente que no lo ha ganado, que lo merece y que ya no está aquí y que la tradición literaria del Estado es bastante nutrida particularmente en poesía, en los últimos 40 años. Llega ya en la recta final, pasó en tiempo de compensación (como en el futbol)”, afirmó.
El autor de los poemarios Concierto en vivo, y Borrar los nombres, es un aficionado del futbol, aunque sin ponerse ninguna camiseta, un deporte cuya mecánica puede simular a su manera de hacer poesía.
“Lo jugué mucho, seguramente he visto más partidos que libros que he leído, o sea, en ese tiempo dedicado, en el sentido duro, no habría comparación; sin embargo, siempre ha habido un ejercicio poético, algún día lo voy a desarrollar, tengo ya algunas notas, pero sí, en el futbol primero tienes que recibir, después vas al pase, a la conducción y al remate, y básicamente son los fundamentos del poeta: primero tienes que tener algo que decir y luego salir por la izquierda o la derecha o seguir adelante, dar pase, correr, recibir; en fin, se vuelve como esquemas y patrones más que conceptos discursivos. Son cuestiones también que pasan por la experiencia cuando lo juegas, porque funciona mucho la intuición; es algo de la mecánica del instante porque tienes que decidir sin racionalizar, es cuando mejor fluye la palabra en el poema”, explicó.
Castillo dijo estar consciente de que está en una etapa de la vida en la que no sólo la poesía se siente y es escrita de manera diferente, sino que el ritmo de todo cambia y hay que saber escuchar esos nuevos tiempos.
“Hay una sabiduría práctica porque la información es una cosa, el conocimiento es otra y la sabiduría c’est fini (murió), nunca se puede comprobar, eso es un estado completamente subjetivo, de calidad de vida, efectivamente; un viejo debe tener la capacidad de sobreponerse y obtener la calidad de vida, estar más atento al arrivederci (adiós) que te están diciendo las cosas y tú tienes que estar presentable para despedirte, y (por eso) el premio contribuye a sentirme presentable; también eso sería hipócrita, decir que no contribuye a sentirme un poco bien”, expresó.
Afirmó que aspira a escribir desde este nuevo sitio en el que su tiempo libre lo dedica además a pintar y a colaborar con artistas de otras disciplinas.
“Siento que es completamente imposible ser joven y mirar la vida como un viejo y viceversa; es indeseable que un viejo mire la vida como si fuera un joven, es completamente artificial. Siempre habrá más una pose y, bueno, en todo caso una falta de inteligencia y de sensibilidad para asimilarlo. La distancia con la juventud no es tanto generacional, sino fisiológica; el metabolismo que tiene un viejo, el sentido del tiempo, inclusive las obligaciones con lo que hay que resolver, dejas de funcionar para ser el primero en las barricadas, si no, te vas al consejo de ancianos, a pasártela bien, también”.
Para el poeta de 69 años de edad, 2023 deja tanto el Premio Jalisco como el Premio Jorge Ibargüengoitia de Literatura, que le fue otorgado por la Universidad de Guanajuato a una vida dedicada a las letras, además de la academia, de la que se retiró en 2020 y en la que fue parte de decenas de generaciones de estudiantes.
“Creo que ni en mis tiempos (era importante la poesía), aunque sí hubo una década, los 70 y principios de los 80 en que incluso las editoriales grandes publicaban; ahora, desde los 90 para acá, quitando a Era, nadie más publica poesía, tienen que ser instituciones o pequeñas editoriales con esfuerzos del mismo medio literario. Hubo muchos que nos fuimos con la finta de creer que en la poesía se puede tener una profesión; no, no, en lo absoluto, no lo es, pero eso es precisamente lo mejor de todo, porque la poesía no se vuelve una carrera, sino que se convierte en una epistemología, en una teoría del conocimiento, en una forma del conocimiento, en una forma de conocer”, declaró.
“A la poesía le importa un bledo que no le entiendan –abundó el poeta–, en cuanto tiene oportunidad con un ser humano no se hace entender, sino que lo toca y lo descoloca para colocarlo, es decir, en realidad lo que hace es colocar a la gente en un punto en el que puedes observar las cosas fuera de ti mismo, fuera de tu biografía. Creo que la poesía es una técnica, no sirve para escribir poemas, sirve para entender el cotorreo”.
Castillo es también autor de Il re Lámpago. En 1980 recibió el Premio Nacional de Poesía Carlos Pellicer por El pobrecito señor X y La oruga, y en los últimos años se ha dedicado también a hacer poesía sonora.
Texto: Prensa UdeG / Fotografía: Edgar Campechano Espinoza.
Sitio Fuente: UdeG