Luis Barragán, reconocido guía de arquitectos y paisajistas de México y el mundo

CULTURA / INBAL.-

- La Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal) lo recuerdan al cumplirse, este 22 de noviembre, el 35 aniversario de su fallecimiento.

- En este 35 aniversario luctuoso, la Secretaría de Cultura y el Inbal recuerdan su vida y obra; en 1985 el Museo Tamayo le organizó una retrospectiva.

El arquitecto tapatío Luis Barragán es uno de los artistas mexicanos de mayor reconocimiento e influencia en México y el mundo, admiración y respeto que perdura hasta la actualidad. En 1980 se convirtió en el primer latinoamericano en recibir el prestigiado Premio Pritzker, considerado el Nobel de la arquitectura mundial.

La Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal) lo recuerdan al cumplirse, este 22 de noviembre, el 35 aniversario de su fallecimiento.

Luis Barragán nació en 1902 en Guadalajara con el nombre de Luis Ramiro Barragán Morfín. Se graduó en Guadalajara como ingeniero civil y arquitecto en 1925. Después recorrió Europa, donde admiró los grandes jardines de las ciudades del viejo mundo, lo cual plasmó posteriormente en una gran arquitectura de paisaje que desarrolló a lo largo de su trayectoria.

En 1936, al volver al país, se trasladó a la Ciudad de México donde hasta 1940 construyó algunos edificios de departamentos y pequeñas residencias. A partir de ese año procuró realizar sus propios proyectos y, junto con colegas, desarrolló proyectos de planificación y urbanismo que establecieron normas de construcción encaminados a crear un ambiente armónico en términos arquitectónicos y evitar la destrucción de la belleza del paisaje.

Entre 1952 y 1955 comenzó la que es uno de sus trabajos más destacados: la reconstrucción del convento de las Capuchinas, en Tlalpan, donde edificó una capilla nueva, además de realizar la planificación completa del fraccionamiento residencial Jardines del Bosque, en Guadalajara.

En 1957 fue invitado a trabajar en el proyecto de urbanización de Ciudad Satélite, en el Estado de México, donde construyó las famosas Torres de Satélite, con la colaboración del escultor Mathías Goeritz.

Ese mismo año y en la misma entidad aledaña a la Ciudad de México, realizó el fraccionamiento Las Arboledas, participó en la urbanización del Club de Golf la Hacienda y posteriormente trabajó en el proyecto de Lomas Verdes. En 1976 construyó la Casa Gilardi, en el Bosque de Chapultepec, Ciudad de México.

En 1976, el Museo de Arte Moderno de Nueva York montó la primera exposición sobre su obra y publicó un libro-catálogo —realizado por Emilio Ambasz—, el cual se considera llevó a Luis Barragán al reconocimiento internacional.

Ese año recibió en México el Premio Nacional de Ciencias y Artes, lo que permitió, en 1979, proyectar el famoso Faro del Comercio de Monterrey, obra que junto con la Casa Luis Barragán —que construyó en 1948—, poseen declaratorias de Monumento Artístico nacional. En 1985 se le otorgó el Premio Jalisco y el Museo Tamayo del Inbal le organizó una retrospectiva. En 1987 recibió el Premio Nacional de Arquitectura.

Luis Barragán murió el 22 de noviembre de 1988 en su casa de Tacubaya, en la Ciudad de México. Sus restos fueron trasladados al día siguiente a Guadalajara, donde reposan en la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres.

El arquitecto tapatío mantuvo relaciones muy cercanas con intelectuales de la época, con escultores, pintores y poetas. Hombre de gran inteligencia y sensibilidad, espiritual y religioso, fue un apasionado de la belleza y de la naturaleza. Su obra es fuente de inspiración para arquitectos nacionales y extranjeros, quienes lo han elogiado de manera constante.

El martes 3 de junio de 1980, en la mansión Dumbarton Oaks de Washington DC, Estados Unidos, el arquitecto mexicano Luis Barragán recibió el Premio Pritzker, galardón catalogado como el premio Nobel de la arquitectura en el mundo. Ahí expresó:

“En proporción alarmante han desaparecido en las publicaciones dedicadas a la arquitectura las palabras belleza, inspiración, embrujo, magia, sortilegio, encantamiento, y también las de serenidad, silencio, intimidad y asombro.

“Todas ellas han encontrado amorosa acogida en mi alma, y si estoy lejos de pretender haberles hecho plena justicia en mi obra, no por eso han dejado de ser mi faro".

Sitio Fuente: Secretaria de Cultura