Visión de Anáhuac, obra de Alfonso Reyes con incomparable belleza literaria

INBAL.-

En una conferencia virtual, el historiador Javier Garciadiego refirió que el poeta y diplomático describió a México-Tenochtitlan como gloriosa y perfectamente edificada.

La ponencia titulada Tenochtitlan en Visión de Anáhuac, fue transmitida a través de la página Facebook de la CNL (/coordinacion.literatura.mx) como parte de la campaña “Contigo en la distancia”.

La descripción que realiza Alfonso Reyes de la antigua Tenochtitlan en el libro Visión de Anáhuac, en el que también refleja su añoranza por México, fueron destacados por el historiador Javier Garciadiego durante la conferencia virtual impartida en el marco de la conmemoración de los 500 años de Resistencia indígena. Toma de México Tenochtitlan.

Organizada por la Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), a través de la Coordinación Nacional de Literatura (CNL) y la Capilla Alfonsina, la ponencia titulada Tenochtitlan en Visión de Anáhuac, fue transmitida a través de la página Facebook de la CNL (/coordinacion.literatura.mx) como parte de la campaña “Contigo en la distancia”.

El director de la Capilla Alfonsina, Javier Garciadiego, refirió que en esta obra, Alfonso Reyes alude a una México-Tenochtitlan gloriosa, perfectamente edificada. Comentó que, en 1915, Reyes escribió Visión de Anáhuac (1917) cuando se encontraba en Madrid, España, mismo año en que publicó otros dos volúmenes, Cartones de Madrid y El suicida.

“De los tres libros, sin duda Cartones de Madrid y Visión de Anáhuac estaban más vinculados, pues aludían a sus dos geografías: en uno están sus primeras impresiones de España; el otro es prueba de su añoranza por México”.

Aseguró que el gran dilema de Visión de Anáhuac radica en su naturaleza: “¿Literatura o historia?, ¿es una crónica, relato, ensayo, poema en prosa o hasta ‘poema-ensayo’? Difícil de definir, aunque afortunadamente innecesario; lo que es incuestionable es que Reyes hizo, en una treintena de páginas, una espléndida descripción del Valle de Anáhuac, con sus volcanes, montañas, bosques, lagos y, sobre todo, su aire transparente”.

Reflexionó sobre las razones del tardío triunfo de este texto: “A mediados de los años cincuenta, Reyes tomó una atinada decisión: reeditar en forma independiente sus primeros libros, los del periodo español, que nunca habían sido impresos en México, razón por la cual eran menos conocidos. Así, Visión de Anáhuac se reeditó en 1952 y luego en dos ocasiones más: en 1956 y en el tomo segundo de sus Obras completas”, señaló Garciadiego.

Autor admirado.

El historiador, autor de Alfonso Reyes, un hijo menor de la palabra (2020), aseguró que en 1956 comenzó a crecer la fama del también diplomático, año en que fue leído por la nueva generación de escritores, los del medio siglo: Juan José Arreola, Emmanuel Carballo, Jaime García Terrés, Juan Rulfo, Ramón Xirau y, sobre todo, Carlos Fuentes.

“Ésta no fue la única generación de nuevos lectores mexicanos de Reyes. También lo leerían con gratitud y placer los escritores de la siguiente camada, como José Emilio Pacheco, Carlos Monsiváis y Sergio Pitol. Además, se sabe que Octavio G. Barreda, Andrés Iduarte, Fernando Benítez y Octavio Paz habían leído antes Visión de Anáhuac”.

Javier Garciadiego refirió que existen tres razones para asegurar que hoy Visión de Anáhuac es el texto más popular de Reyes, lo más cercano a su libro insignia: “Su indefinible pero atractiva naturaleza, que lo hace imposible de encasillar; su evidente filiación mexicanista, con lo que Reyes desmiente juicios injustos y su incomparable belleza literaria”.

Sitio Fuente: Secretaría de Cultura