La increíble roca menguante

HISTORIA DE LA ASTRONÁUTICA.-

Mientras los astronautas del Apolo se paseaban por la superficie de Marte, el mundo miró hacia la Unión Soviética en busca de alguna reacción o respuesta.

Los soviéticos, sin embargo, optaron por negar toda implicación en una supuesta carrera lunar. De pronto, enviar hombres tan lejos no era para ellos ni conveniente ni necesario, una empresa peligrosa que habían decidido no perseguir, más aún existiendo herramientas automáticas que podrían llevar a cabo las mismas tareas.

Por supuesto, la URSS sí había desarrollado su propio programa tripulado lunar, dos en realidad, los L-1 y L-3, y su paralización se debió simplemente a aquello que en efecto querían olvidar: que habían sido derrotados en la carrera lunar. Para reforzar su aparentemente lógica posición, sus ingenieros tendrían que apresurarse a hacer buenos sus argumentos en relación a la conveniencia de utilizar medios robóticos para explorar la Luna, mucho más baratos que los tripulados.

Su programa de sondas Luna, modelado precisamente para servir a sus programas tripulados L-1 y L-3, y única alternativa disponible, se convirtió en su mejor baza para responder a corto plazo a las hazañas estadounidenses. Así, algunos de esos vehículos intentarían recoger muestras del suelo lunar, mientras que otros recorrerían su superficie controlados de forma remota desde la Tierra.

Aunque sus resultados palidecieron frente a los logrados por las misiones Apolo, algunos de los vehículos de la serie Luna gozaron de una notable reputación en Occidente. Es el caso de los robots Lunojod, vehículos dotados con ruedas que fueron diseñados para transportar a los cosmonautas en la superficie lunar y que ahora llevarían a cabo misiones en solitario, controlados desde tierra. Su configuración les permitiría pasar muchos meses operativos en la Luna, recorriendo diversas zonas de interés y tomando mediciones y fotografías de sus alrededores.

El uso y control de los Lunojod, sin embargo, no siempre fue fácil. El primero que alcanzó su destino, en el marco de la misión Luna-17, despegó en noviembre de 1970. Bautizado como Lunojod-1, se posó con éxito en el Mar de las Lluvias, el día 17 de dicho mes. Una vez comprobados todos sus sistemas, que parecían funcionar de forma plenamente satisfactoria, un equipo de conductores, pendientes de la cámara que transportaba a bordo, se encargaría de conducir el vehículo a lo largo de una zigzagueante ruta que le permitiría obtener numerosos datos científicos.

Dicho recorrido se decidía cada día en base las imágenes transmitidas, las cuales eran analizadas para evitar colocar al robot en una situación anómala, como una zona impracticable o un cráter del que no pudiera salir. El sistema tenía en cuenta la distancia que nos separa del satélite, dado que las señales de radio tardaban más de un segundo en recorrer la distancia Tierra-Luna, establecida en algo menos de 400.000 km. El principal problema, sin embargo, era que la cámara solo ofrecía una cadencia de una imagen cada tres segundos (aproximadamente el tiempo de ida y vuelta de la señal de radio), y dado que el vehículo se iba moviendo, era difícil saber qué estaban mirando los controladores en cada momento.

En una ocasión, estos dirigieron al Lunojod hacia una gran roca situada a 100 metros de distancia, según la última imagen recibida. Pero en la siguiente, descubrieron que dicha roca había desaparecido. Asombrados, los conductores se preguntaron si el vehículo había dejado de enviar parte de la información visual. Con el vehículo parado y a la espera del análisis de la situación, resultó que la roca no había desaparecido en absoluto. En realidad, no habían estado viendo una gran roca a 100 metros de distancia, sino una piedra mucho más pequeña situada a escasos metros, que acabó desapareciendo del campo de visión del robot en cuanto este se acercó demasiado a ella. Los controladores habían sufrido pues un inofensivo engaño óptico, reforzado por la baja calidad de las fotografías.

A partir de ese momento, las operaciones de control se llevarían a cabo con mucho más cuidado, prestando especial atención a la verdadera escala de las cosas, única forma de poder así determinar su verdadera importancia.

Sitio Fuente: NCYT de Amazings