Resuelto el misterio de las monedas de plata de la Inglaterra medieval
HISTORIA UNIVERSAL.
Tesoros bizantinos fundidos sirvieron para acuñar grandes cantidades de monedas de plata en el noroeste de Europa a mediados del siglo VII, y una centuria después fueron sustituidos por metal procedente de una mina de la Francia de Carlomagno.
El hallazgo revela profundas conexiones comerciales internacionales entre lo que hoy es Francia, Países Bajos y Reino Unido.
El profesor Rory Naismith sosteniendo una moneda bizantina de plata en el Museo Fitzwilliam. / Adam Page
Entre los años 660 y 750 d.C., la Inglaterra anglosajona vivió un renacimiento del comercio, lo que provocó un espectacular aumento del uso de monedas de plata, rompiendo con la dependencia del oro. Se han registrado unas 7.000 de estas monedas, una cifra enorme, casi tantas como las que existen para el resto de todo el periodo anglosajón (que abarca desde el siglo V hasta 1066).
Durante décadas, los expertos se han preguntado de dónde procedía la plata con que se acuñaron. Ahora, un equipo de investigadores de las universidades de Cambridge y Oxford (ambas en Reino Unido) y Vrije Universiteit Amsterdam (Holanda) ha resuelto ese misterio mediante el análisis de la composición de unas monedas conservadas en el Museo Fitzwilliam de Cambridge. Los resultados del trabajo se publican en la revista Antiquity.
Durante décadas, los expertos se habían preguntado de dónde procedía la plata con a que se acuñaron la gran cantidad de monedas de plata encontradas en el siglo VII
Según indica Rory Naismith, coautor del estudio y catedrático de Historia Inglesa Medieval de Cambridge, “se había especulado que la plata procedía de Melle, en Francia, o de una mina desconocida, o que podría haber sido plata de objetos de iglesia fundidos. Pero no había ninguna prueba sólida que nos dijera una cosa u otra, así que nos pusimos a buscarla”.
En estudios previos se habían analizado monedas y artefactos de la mina de plata de Melle, pero Naismith y sus colegas centraron su atención en otras menos estudiadas que se acuñaron en Inglaterra, los Países Bajos, Bélgica y el norte de Francia.
Afortunadamente, Naismith tenía, según sus propias palabras, “un centro neurálgico de la investigación numismática medieval temprana” muy cerca, en el Museo Fitzwilliam.
Los investigadores llevaron 49 de las monedas de este museo (datadas entre el 660 y el 820 d. C.) al laboratorio de Jason Day, del departamento de Ciencias de la Tierra de Cambridge, con el fin de analizar sus oligoelementos.
Los investigadores analizaron 49 de las monedas del Museo Fitzwilliam, en Cambridge, datadas entre el 660 y el 820 d.C., con el fin de analizar sus oligoelementos
El método de análisis elegido fue la ablación láser portátil, en la que se recogieron muestras microscópicas en filtros de teflón para analizar isótopos de plomo. Se trata de una nueva técnica, de la que es pionera la Universidad Libre de Ámsterdam, que combina el muestreo mínimamente invasivo del láser con los resultados de alta precisión de métodos más tradicionales en los que se toman muestras físicas de plata.
Aunque las monedas contenían plata en su mayor parte, la proporción de oro, bismuto y otros elementos orientó a los autores hacia los orígenes desconocidos hasta entonces de la plata. Las diferentes proporciones de isótopos de plomo en las monedas de plata proporcionaron más pistas.
Cómo diferenciar la plata bizantina.
Naismith comenta a SINC que para diferenciar la plata bizantina de otras fuentes potenciales como la plata de Melle o la reciclada de iglesias utilizaron dos parámetros: “la composición, especialmente en lo referido a los oligoelementos, que están presentes en pequeñas cantidades en relación con la plata, pero donde la diferencia entre un 1 % y una parte por 10.000 es significativa. Y, en segundo lugar, los isótopos de plomo, variantes atómicas de este elemento”.
"Utilizamos dos parámetros para diferenciar la plata: la composición y los isótopos de plomo, que en la Europa de esa época se refinaba a partir de minerales de este metal. Rory Naismith, coautor del estudio (Universidad de Cambridge)".
El catedrático de Historia indica que “la plata –al menos en Europa en esta época– se refinaba generalmente a partir de minerales de plomo, por lo que normalmente se conservaba algo de este metal con la plata incluso una vez refinada, fundida y convertida en moneda, etc. Estas dos métricas juntas nos dieron una buena idea de la procedencia y nos ayudaron a descartar tanto la de Melle como otras fuentes más mezcladas”, subraya.
Firma química e isotópica de las monedas.
En las 29 monedas analizadas del periodo anterior (660 - 750 d. C.), acuñadas en Inglaterra, Frisia y Francia, los investigadores hallaron una firma química e isotópica muy clara que correspondía a la plata de los siglos III a principios del VII procedente del Imperio Bizantino en el Mediterráneo oriental. La plata era homogénea en todas las monedas y se caracterizaba por altos valores de oro (0,6 – 2 %) y una gama isotópica coherente, sin variaciones regionales distinguibles entre ellas.
Una selección de las monedas del Museo Fitzwilliam que se estudiaron, incluidas monedas de Carlomagno y Offa. / Museo Fitzwilliam-Univ. de Cambridge
Ninguna fuente mineral europea conocida se corresponde con las características elementales e isotópicas de estas primeras monedas de plata. Tampoco existe ningún solapamiento significativo con las monedas de plata romanas occidentales tardías u otros objetos. Estas monedas no estaban recicladas de plata tardorromana, según los autores.
Resurgimiento de la economía.
Para Naismith, “ha sido un descubrimiento muy emocionante. Hace una década propuse el origen bizantino, pero no pude demostrarlo. Ahora tenemos la primera confirmación arqueométrica de que la plata bizantina fue la fuente dominante detrás del gran auge de la acuñación y el comercio en torno al Mar del Norte en el siglo VII”.
"Tenemos la primera confirmación arqueométrica de que la plata bizantina fue la fuente dominante tras el gran auge de la acuñación y el comercio en torno al Mar del Norte en el siglo VII. Rory Naismith
La coautora del estudio Jane Kershaw, de la Universidad de Oxford, afirma que “estas monedas se encuentran entre los primeros indicios de un resurgimiento de la economía del norte de Europa desde el final del Imperio Romano. Muestran profundas conexiones comerciales internacionales entre lo que hoy es Francia, los Países Bajos e Inglaterra”.
Los investigadores subrayan que esta plata bizantina debió de entrar en Europa occidental décadas antes de ser fundida, ya que el final del siglo VII fue un momento bajo en los contactos comerciales y diplomáticos.
“Es casi seguro que las élites de Inglaterra y Francia ya la poseyeran. Tenemos ejemplos muy famosos de ello: los cuencos de plata descubiertos en Sutton Hoo y los objetos de plata ornamentada del tesoro de Staffordshire [ambos en Reino Unido]”, dice Naismith.
En conjunto, los objetos bizantinos de plata de Sutton Hoo pesan algo más de 10 kg. Si se hubieran fundido, habrían producido unas 10.000 monedas antiguas.
Kershaw señala: “Estos hermosos objetos de prestigio solo se habrían fundido en caso de que un rey o señor necesitara urgentemente mucho dinero. Algo grande habría estado sucediendo, un gran cambio social”.
Cambios económicos y sociales.
Según comenta Rory Naismith a SINC, “fue una época de grandes cambios económicos. “Aparecieron las primeras ciudades en Inglaterra y en países vecinos, y también se empezó a fabricar y distribuir cerámica en serie. Todo ello, apunta a un aumento generalizado del comercio y de la complejidad de la economía, para lo cual resultaba imprescindible una moneda de valor relativamente bajo y disponible en grandes cantidades”.
En esta fase de auge económico, resultaba imprescindible una moneda de valor relativamente bajo y disponible en grandes cantidades
El experto espera establecer cómo y por qué se trasladó tanta plata del Imperio Bizantino a Europa Occidental. Sospecha de una mezcla de comercio, pagos diplomáticos y mercenarios anglosajones al servicio del ejército bizantino. Los nuevos hallazgos también plantean preguntas tentadoras sobre cómo y dónde se almacenaba la plata y por qué sus propietarios decidieron de repente convertirla en monedas.
Entrada de plata francesa en el siglo VIII.
Pero cuando el equipo analizó 20 monedas de la segunda mitad del periodo (750 - 820 d.C.), descubrió que era muy diferente. Contenía bajos niveles de oro, que es lo más característico de la plata extraída en Melle, al oeste de Francia. Los datos de radiocarbono obtenidos anteriormente han demostrado que la minería en Melle fue especialmente intensa en los siglos VIII y IX.
El estudio propone que esa plata francesa impregnó las reservas regionales de plata después de c.750 y se mezcló con reservas más antiguas, de mayor contenido en oro, incluida la plata bizantina. En las monedas acuñadas más cerca de Melle, la proporción de oro era mínima (menos del 0,01 %), mientras que, en las más alejadas, en el norte y este de Francia, ascendía al 1,5 %.
Los autores sostienen que Carlomagno impulsó este repentino y generalizado aumento de la plata de Melle al asumir un control cada vez mayor sobre cómo y dónde se fabricaban las monedas de su reino.
"Ahora sabemos que, tras la llegada al poder de la dinastía carolingia en 751, Melle se convirtió en una fuerza importante en toda Francia y cada vez más también en Inglaterra. Rory Naismith".
“Ahora sabemos que, tras la llegada al poder de la dinastía carolingia en 751, Melle se convirtió en una fuerza importante en toda Francia y cada vez más también en Inglaterra”, indica Naismith.
Este experto explica a SINC que “en la década 790 se produjo un aumento especialmente repentino y generalizado del uso de la plata de Melle, en concreto, a partir de 793, cuando Carlomagno emprendió una importante reforma de su acuñación: el peso, el grosor y el aspecto de la moneda cambiaron, y todas las monedas antiguas fueron retiradas de la circulación”, afirma.
Mensaje de restauración y renovación.
“Nuestros resultados –prosigue– muestran que bajo Carlomagno la economía y las declaraciones políticas estaban unidas: la reforma de la moneda pretendía enviar un mensaje de restauración y renovación, liderado por el monarca”.
El estudio también demuestra, según el catedrático, “que Offa –y los ingleses en general– dependían cada vez más de la plata del reino francés. Las reservas bizantinas se habían agotado en Inglaterra hacia el año 750, por lo que el renacimiento que tuvo lugar bajo Offa utilizó en su lugar plata franca”.
Así pues, “Offa y Carlomagno se presentaban como iguales y celosos rivales, sin embargo, en la práctica, el monarca francés operaba desde una posición mucho más fuerte y la plata es una buena demostración material de ello”, concluye.
Por: Ana Hernando
Sitio Fuente: SINC